jueves, 28 de agosto de 2008

Sup 12: La memoria de las listas

Las reglas para memorizar listas basadas en la capacidad para formar imágenes se remontan hace veinticinco siglos. Cicerón escribió en el siglo I A.C. que la primera regla de este tipo fue desarrollada por un poeta griego llamado Simónides en el siglo 500 A.C.

Cuenta la tradición que un griego que había ganado un combate de lucha libre en los juegos olímpicos invitó a sus amigos y conocidos a un banquete en su casa para festejar el triunfo. Simónides había sido invitado a recitar un poema en honor del vencedor. Cuando hubo terminado, uno de los amigos de Simónides lo mandó llamar haciéndole salir de la sala del festín. Mientras charlaban, al poco tiempo de haber salido se cayó el techo de la sala en donde se efectuabe el banquete produciéndose la muerte y la mutilación de todos los invitados, aplastándolos de modo tan horroroso que ninguno de ellos pudo ser reconocido por sus familiares. Aparentemente, era imposible que las víctimas fueran identificadas por sus parientes para recibir un buen entierro. Sin embargo, Simónides pudo identificar a cada uno de sus compañeros de mesa por el lugar que ocupaba cada uno en ella. Esto le hizo pensar a Simónides que si la memoria visual era tan buena entonces podía utilizarla como ayuda para recordar otras cosas. De este modo, inventó un sistema en el que visualizaba con gran detalle una habitación, imaginando a continuación distintos objetos en determinados lugares de la misma, y cuando tuviera que recordar cuáles eran esos objetos entonces miraría el lugar adecuado con el "ojo de la mente".

Para utilizar éste procedimiento, examine primero la habitación en la que se encuentra en estos momentos y ennumere las partes de la misma en un orden como el siguiente:
  1. La puerta
  2. El rincón que se encuentra a la derecha de la puerta al entrar
  3. La pared que sigue
  4. El rincón que sigue
  5. La pared que se encuentra enfrente de la puerta
  6. El rincón que sigue
  7. La pared que sigue
  8. El rincón que sigue
  9. El techo
  10. El piso
A continuación, tomamos una lista de diez objetos cualesquiera. Por ejemplo:
  1. Gato
  2. Manzana
  3. Pistola
  4. Silla
  5. Rosa
  6. Pañuelo
  7. Reloj
  8. Guitarra
  9. Televisor
  10. Libro
Ahora, en su mente, ponga el gato en la puerta agarrado de la misma con sus garras. A continuación, ponga la manzana en el rincón que se encuentra a la derecha de la puerta de entrada. Después, cuelge la pistola en la pared que sigue. Continúe de esta manera y verá como lo descubrió Simónides que las imágenes se van formando rápidamente y se retienen con facilidad.

Si desea retener veinte cosas en cierto orden, utilice dos habitaciones que le sean familiares, destinando la primera habitación a los objetos que van de los números 1 al 10 y la segunda habitación a los objetos que van de los números 11 al 20. Este método puede ser ampliado para cubrir una lista de treinta, cuarenta o más cosas, siempre y cuando asegura en su mente una habitación distinta para cada diez artículos de su lista.

La importancia de este método de localización para recordar listas radica en el hecho de que no sólo es posible recordar los objetos en una lista, sino que es posible poder recordarlos en un orden determinado. De éste modo, si desea recordar el orden en el que varios presidentes de la república ocuparon la silla presidencial, todo lo que se tiene que hacer es poner al primero de la lista en la puerta de la habitación, al segundo de la lista en el rincón que se encuentra a la derecha de la puerta de entrada, y así sucesivamente. Puede recordarlos tanto en orden directo como en orden inverso, pronunciando los nombres de cada uno de ellos empezando por el último o empezando por el primero.

Del mismo modo, si está tratando de reparar por su propia cuenta su aspiradora, su automóvil, su sierra eléctrica o algún otro artículo de su propiedad, puede utilizar éste método de localización para ir recordando las piezas en el orden en el cual las va desarmando. Después de que haya encontrado y reparado el desperfecto, puede volver a colocar una por una todas las piezas en el orden inverso asegurándose en cada paso con el método de localización de que al terminar su tarea no le sobrarán piezas como al atolondrado relojero de una anécdota popular. El método de localización puede ser utilizado con un poco de imaginación para recordar los capítulos de un libro en el orden en el que están redactados. También puede ser utilizado para recordar las partes de una conferencia que está siendo preparada para un auditorio numeroso. Como podemos ver, éste método tiene más aplicaciones prácticas que la simple memorización de una lista de artículos que uno va a comprar a un supermercado.

Mucha gente se asombra al descubrir por cuenta propia la facilidad con la cual éste método le permite recordar una serie de cosas que siguen un orden predeterminado. En realidad, está descubriendo experimentalmente que la memoria visual es mucho más efectiva que la memoria auditiva (a mucha gente se le facilita más recodar los rostros de las personas que los nombres de las personas); y está descubriendo la potencia de la memoria asociativa, porque lo que estamos haciendo con este método es establecer precisamente una asociación entre una serie de objetos o cosas y los lugares de una habitación que nos es conocida.