De nueva cuenta, para este ejercicio el lector tendrá listos a la mano un lápiz (o un bolígrafo) y un bloc de notas con el propósito de hacer un breve resumen al final de la lectura para resaltar en la mente lo que se crea que fueron los puntos más importantes o más interesantes del artículo. Con el solo hecho de hacer el resumen con sus propias palabras, el lector hará que la información pase del archivo de memoria temporal (en donde la información no perdura mucho tiempo) a su archivo de memoria permanente.
Se recomienda en esta ocasión tener a la mano un reloj digital o un cronómetro para que el lector pueda medir el tiempo aproximado que le lleva la lectura. Una vez terminada la lectura, se darán algunos estimativos de la velocidad de la lectura. Sin embargo, el lector no debe dar mucha importancia todavía a los tiempos de lectura y a las velocidades de lectura, ya habrá oportunidad de trabajar en ello más a fondo en la sección que corresponde a las Lecturas de Prácticas Cronometradas.
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La dislexia
Por: Armando Martínez
La palabra dislexia proviene de las raíces griegas dis que significa “difícil” y lexis que significa “habla, palabra, frase”, con lo cual el significado combinado se puede tomar como “lectura difícil” o “dificultad en la lectura”.
La dislexia es una condición en la cual la habilidad para la lectura de un individuo está estadísticamente por debajo de lo esperado con respecto a su inteligencia y las oportunidades educativas que ha recibido en la vida. Es un término usado para señalar un síntoma, el de un retardo en la velocidad de lectura en una persona de inteligencia adecuada que ha tenido oportunidades educativas iguales a las de sus semejantes de su misma edad. No representa un grupo homogéneo, sino que es un término amplio que incluye muchas categorías de causas diversas que se manifiestan en un mismo síntoma. La dislexia puede ocurrir a cualquier nivel de inteligencia (le puede suceder tanto a los más inteligentes como a los menos inteligentes) y en todos los grupos socioeconómicos, y puede involucrar, además de problemas en la lectura, problemas en todos los aspectos del lenguaje, tales como la escritura, la pronunciación y el habla misma. Si no es diagnosticada correctamente y tratada de manera efectiva, los efectos de incapacidad en la lectura pueden ser vistos hasta en los adultos y no únicamente en los jóvenes y los niños.
Hay cálculos conservadores que colocan la incidencia del retardo en la velocidad de lectura en la población total de las escuelas primarias y secundarias de los Estados Unidos entre un 10 y un 20 por ciento. En las poblaciones escolares de los centros urbanos la incidencia puede aumentar, nuevamente de acuerdo a un cálculo conservador, hasta un 50 por ciento. Desafortunadamente, no se ha utilizado un criterio uniforme para evaluar el predominio de la dislexia. Si embargo, la incapacidad en la lectura ha sido reportada también como un problema en Inglaterra, Francia, Alemania, Dinamarca, e Israel. Aunque se ha dicho que es más prevalente en los hombres que en las mujeres (en razón de tres a uno aproximadamente), investigaciones recientes con criterios más precisos de diagnóstico sugieren una incidencia igual en ambos sexos.
Las causas del retardo en la velocidad de lectura son muchas y variadas. Hay condiciones ambientales, incluyendo factores educativos, sociales y culturales; problemas psicológicos de actitud, motivación y atención; y factores biológicos (genéticos y estructurales) que interfieren con la adquisición de aquellas habilidades requeridas para el lenguaje. Los síntomas, también, pueden ser variados. Como resultado, las habilidades de diagnóstico requeridas para desenmarañar las causas del retardo en la velocidad de lectura de cualquier individuo pueden requerir los servicios combinados de maestros, médicos y psicólogos.
Un subgrupo importante de diagnóstico es conocido como la dislexia del desarrollo o incapacidad específica del lenguaje. Este diagnóstico implica que la agudeza en la visión y en el oír es adecuada, que no existe evidencia de algún defecto estructural del sistema nervioso central, que hay suficiente motivación para leer, y que la inteligencia y la experiencia educativa han sido adecuadas. El niño con dislexia del desarrollo tiene una alteración básica en su orientación espacial y temporal, esto es, en la organización de símbolos en el espacio y sonidos en el tiempo. Esta alteración básica puede producir dificultades en la discriminación visual (confusión de la b por la d, la m por la n, la p por la q); en el recuerdo visual; en el secuenciamiento visual (la secuencia de letras en una palabra o la secuencia de palabras en una frase, confundiéndose una palabra como "automóvil" leyendo en cambio la palabra "aumotóvil" o confundiéndose una frase como "voy a la tienda" con la frase "hoy en el diente"); en separar la figura del fondo (al estar siguiendo las líneas en un párrafo impreso); y deterioro en la habilidad motriz-visual (las aptitudes requeridas para poder copiar un diseño correctamente o para copiar las letras).
En el área auditiva, el ordenamiento correcto de los sonidos puede estar deteriorado. Puede haber confusión de sonidos (f substituída por la v, o la d substituída por la t, de modo tal que aunque para una persona normal la distinción auditiva entre los sonidos de estas letras es clara, no lo es para una persona que pueda tener dificultades en su sistema auditivo) o la falla para percibir el orden correcto de los sonidos (la secuencia de sonidos en una palabra, el ritmo de los patrones de acentos en las palabras, la secuencia de palabras en una frase y, a un nivel mayor, la secuencia de ideas en un párrafo, lo que dificulta el poder seguir sin dificultades la hilación de un argumento. El niño puede tener dificultad en identificar izquierda y derecha sobre sí mismo y en comprender estas direcciones en su medio ambiente de estudio. El tendrá por lo tanto dificultad en aprender la progresión de izquierda-a-derecha de palabras impresas en español. Imitar movimientos finos en el espacio también puede resultarle difícil. La última de estas habilidades es particularmente importante en el desarrollo de la escritura.
Estos defectos pueden ser diagnosticados en niños en los grados primarios en la escuela; también pueden ser encontrados en el niño de las guarderías a las edades de tres a cinco. En niños mayores, que pueden haber compensado algunos de estos defectos perceptuales por cuenta propia, puede encontrarse dificultad en la integración auditiva-visual, o sea, la habilidad para recordar las letras impresas que representan sonidos específicos en las palabras. En cada niño, sin embargo, el patrón de defectos de percepción puede variar en severidad y extensión. Por lo tanto, para comprender los problemas a los que el niño se enfrenta en su aprendizaje, se puede dibujar una gráfica de ventajas y déficits.
Al igual que mucho del funcionamiento del cerebro humano, el desarrollo del lenguaje en el hombre no está completamente comprendido. Sin embargo, la evidencia médica demuestra que en el individuo maduro, las habilidades del lenguaje están representadas usualmente en un solo hemisferio del cerebro. Algunos creen que los defectos en organización espacial y temporal asociados con la dislexia provienen de una inhabilidad del cerebro para desarrollar un hemisferio cerebral dominante para el lenguaje. Se postula que la habilidad del lenguaje es una de las adquisiciones más recientes del cerebro humano y, como tal, es más vulnerable al retardo o al defecto en ésta adquisición. Esto implicaría que la dislexia del desarrollo es realmente un retardo o retraso en la madurez de aquellas funciones cerebrales avanzadas involucradas en el uso del lenguaje. Existe evidencia para creer que en algunos individuos este retardo puede ser heredado, como lo indica una historia familiar de problemas en el lenguaje.
En otros niños, los factores hereditarios no son tan obvios. Observaciones de niños de pre-primaria de las escuelas urbanas revelan un alto índice de defectos perceptuales, posiblemente debidos a una falta de estímulos apropiados. Mientras que algunos de estos niños alcanzan a madurar en sus años de pre-primaria, por lo menos de un 30 a un 50 por ciento no lo logran; son estos niños quienes se vuelven inhabilidades escolares en lo que tenga que ver con la lectura, con problemas en el aprendizaje, lo cual se manifiesta en la posible deserción escolar. La falta de estímulos apropiados para el desarrollo del lenguaje no está limitada, claro está, a los niños de los barrios bajos, sino que puede ocurrir en todos los niveles económicos y sociales cuando el medio en donde viven los niños no ofrece la clase de experiencias que la capacidad creciente del niño requiere. Mucha investigación y experimentación recientes han sido dedicadas a proporcionar procedimientos educativos más efectivos para las escuelas urbanas de las grandes ciudades.
Además de aquellos con dislexia de desarrollo y aquellos que no han recibido estímulo apropiado en su lenguaje, hay otro grupo que también tiene problemas para aprender a leer; niños con evidencia de algún defecto orgánico en el sistema nervioso central. Estos niños tienen no solo los defectos en orientación espacial y temporal, sino también problemas en control motriz y control de impulsos, en el equilibrio, en habilidad motriz fina, y en la estabilidad del sistema nervioso autonómico. Pueden ser hipercinéticos, esto es, demostrar una inquietud constante acompañada por un bajo nivel de atención. Sus defectos perceptuales son amplios y severos. Sin embargo, pueden mostrar solo señas ligeras de esto bajo un examen neurológico general a menos de que éste examen sea suplementado con exámenes más sutiles del tono, la potencia y la coordinación muscular. Se ignora cuántos niños pertenecen a ésta categoría de “daño cerebral mínimo”.
Idealmente, el tratamiento dependerá de la causa. En donde haya defectos en la visión o en el oído, éstos requieren corrección. En donde se encuentre desorden emocional que no sea considerado como un resultado del fracaso en la lectura, la consulta psicoterapéutica está indicada. Obviamente, los defectos físicos que impiden la asistencia regular a la escuela o la concentración sostenida deben ser corregidos. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos en donde existe una inhabilidad específica en la lectura, el tratamiento es más bien educativo.
Enseñar el lenguaje tal como es, con todas sus inconsistencias, al niño disléxico tal como es, con sus habilidades y defectos específicos, no es un proceso sencillo. Los educadores no son unánimes en la selección de los procedimientos para el tratamiento. Sin embargo, hay acuerdo general de que un acercamiento al aprendizaje de palabras que enfatiza la asociación de unidades fonéticas con letras o grupos de letras es más efectivo que un acercamiento que enfatiza la memorización de palabras completas. Algunos educadores creen que la enseñanza debería enfatizar el uso de varios de nuestros sentidos, tales como el visual, el auditivo y el cinestésico (el relacionado con el movimiento); otros abogan por el entrenamiento sistemático de una área perceptual a la vez, seguido por la asociación de entradas perceptuales conforme se enseñan habilidades fónicas. Cualesquiera que sean los métodos específicos, el consenso general favorece una presentación sistemática de habilidades tanto para la recepción como para la expresión del lenguaje, con muchas oportunidades para el sobreaprendizaje para garantizar un buen dominio.
En años recientes ha habido interés creciente en la prevención. Los esfuerzos en la prevención primaria, esto es, en la eliminación de la causa, deben esperar mayores investigaciones. Sin embargo, la prevención secundaria, la detección de niños vulnerables antes de que la condición haya ocurrido, es siempre posible. En éste último caso, los primeros síntomas son detectados en las guarderías infantiles y en los años de pre-primaria, y en ése tiempo se pueden introducir técnicar para compensar o eliminar los defectos perceptuales que ya se hayan vuelto aparentes.
(Esta discusión está basada en un artículo de Archie A. Silver y Rosa A. Hagin publicado en 1987 en los Estados Unidos de Norteamérica por la Enciclopedia Collier. Aunque ha habido descubrimientos más novedosos gracias al uso de las tomografías computarizadas en los estudios del cerebro, mucho de lo que aparece aquí sigue vigente desde la fecha en la que apareció publicado.)
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Total de palabras: 1,829 palabras
Siendo 1,829 el total de palabras de que consta el artículo, si la lectura le tomó unos 12 minutos, entonces su velocidad de lectura para este tipo de material estará promediando en unas 150 palabras por minuto. Un tiempo de lectura de alrededor de diez minutos equivale a unas 180 palabras por minuto, mientras que un tiempo de lectura de unos siete minutos lo sitúa en unas 261 palabras por minuto. En el lado contrario, un tiempo de lectura de unos 15 minutos lo ubicaría en un rango de velocidad cercana a las 120 palabras por minuto, y un tiempo de lectura de unos 18 minutos equivaldría a unas cien palabras por minuto (poco menos de dos palabras por segundo).
Haga ahora el lector un breve resumen que no use más de tres o cuatro renglones de texto sintetizando lo que crea haber aprendido con la lectura de lo anterior o los puntos más interesantes o sobresalientes que crea que contenga el trabajo.