jueves, 28 de agosto de 2008

Lectura de Práctica Cronometrada # 004

Hay algunos trabajos en los cuales el título del trabajo prácticamente nos ayuda a fijarnos directamente el objetivo de lo que le vamos a sacar a la lectura, porque por la forma en la que está redactado el título el objetivo de hecho ya está prefijado. En esta Lectura de Práctica Cronometrada tomaremos una porción de un libro titulado “Como Potenciar su Memoria”, la cual aparece bajo encabezado “¿Por qué olvidamos?”. En esta práctica, se le advertirá por anticipado al lector que la respuesta al objetivo no aparece en una sola frase o en un solo párrafo, sino en varias partes, razón por la cual se trata no de una lectura ligera sino de una lectura moderada. Con esto en mente, procedemos a continuación a la lectura del texto del artículo:

¿Por qué olvidamos?
Por: Mark E. Brown

Importa darse cuenta de que solemos usar la palabra “olvidar” en dos sentidos: en primer lugar, cuando no recordamos inmediatamente algo, por ejemplo, el nombre de un amigo, pero sabemos que lo recordaremos poco tiempo después; en segundo lugar, cuando literalmente no somos capaces de suscitar en nuestra mente el recuerdo.

Sabemos que, muy frecuentemente, el olvido viene causado por un registro inicial muy deficiente, con una subsecuente falta de “conexiones” dentro de nuestro cerebro. No obstante, se dan situaciones en que, pese a haber recordado con precisión anteriormente, no conseguimos hacerlo más tarde. ¿Qué sucede en éste caso?

Imaginemos que hoy hemos aprendido una poesía. Empleamos poco tiempo para aprenderla de memoria y podemos repetirla perfectamente. Mañana, si intentamos repetirla, es posible que sólo recordaremos algunas líneas y quizá, dentro de un año, sólo alcancemos a recitar un par de líneas. Muchos piensan que la información se va evaporando con el paso del tiempo. No, los recuerdos no se evaporan, y podríamos citar los resultados de investigaciones tales como la efectuada por el doctor Wilder Penfield en Canadá que demuestran que muchos recuerdos, aún no estando en disposición de ser recuperdos, continúan almacenados permanentemente. La teoría de la interferencia, entre otras, trata de explicar el por qué del olvido. Según ella, lo que se aprende se ve frecuentemente perturbado o desplazado por lo que se hace a continuación del aprendizaje. Seguramente, el lector se habrá dado cuenta ya de que, si aprende algo justo antes de irse a dormir, lo recuerda bastante bien a la mañana siguiente. Durante el sueño, no interviene gran actividad nueva y, por lo tanto, hay muy poca interferencia.

Otra hipótesis se centra en la represión. Al hablar de represión, nos referimos en este caso a la represión inconsciente de ciertas cosas y ciertas experiencias de nuestra vida que efectuamos porque no queremos recordarlas. En casos extremos, somos incapaces de recordar ciertas cosas o ciertos períodos de nuestras vidas, en especial si fueron excesivamente desagradables. Aún así, se llega a recordar lo reprimido mediante la hipnosis. Bajo los efectos de la hipnosis, la persona tiene tendencia a mantenerse más abierta a la sugestión y, por consiguiente, recurriendo a la asociación libre recorre las diversas conexiones y asociaciones de la memoria hasta llegar a la experiencia original. En cierto modo, todos nosotros reprimimos determinado tipo de información. Esto se verifica con la tendencia de recordar más las experiencias agradables que las desagradables. La represión de la memoria constituye en muchos casos una reacción instintiva perfectamente normal.

Hay muy poca gente que se acuerde gran cosa de lo que vivió en su niñez. ¿Por qué es tan difícil traer a la memoria las primeras experiencias? Freud sugirió que se debía a que, durante los primeros años de vida, nuestras motivaciones son muy egoístas y generalmente de un fuerte contenido sexual y, por consiguiente, los recuerdos de la infancia permanecen reprimidos. Según otra posible explicación, gran parte de lo que recordamos como adultos depende de estructuras de conocimientos que se han desarrollado posteriormente. Un niño tiene pocas estructuras, pocas ideas organizadas y, por lo tanto, no hace las asociaciones mentales de la misma manera que los adultos. La memoria de un adulto es además verbal, mientras que un niño pequeño posee muy poca capacidad verbal, en el caso de que posea alguna. Sin duda es difícil traducir el mundo de las experiencias infantiles en términos verbales. Un niño recuerda muchas cosas, pero la manera en que recuerda difiere mucho de la manera en que recordará siendo adulto.

La razón principal por la cual sobreviene el olvido parece radicar en que la información interfiere con otra información. Teniendo esto en cuenta, cuando se descansa durante los períodos dedicados al aprendizaje, se ha de procurar que la actividad ejercida durante dichos descansos sea completamente diferente al tema que se estudia. Esta precaución disminuirá el efecto de las interferencias. Además, la interferencia nunca es tan marcada, en otras palabras, nuestra memoria funciona siempre mejor si se recibe mucha información al principio.

Otra cuestión que se plantea con frecuencia es la siguiente: puesto que se da un mínimo de interferencias durante el sueño, ¿por qué no estudiar justo antes de irse a acostar? Maticemos la respuesta. El problema estriba en que suele ser más difícil pasar información a la memoria al final del día, cuando se está casi siempre demasiado cansado. Conclusión, bastante insatisfactoria, desde luego: lo mejor es levantarse, estudiar un poco, y volver a dormir. Una manera más práctica de superar los efectos de la interferencia consiste en aprender primero bien lo que se estudia y repasar posteriormente.

(Tomado el libro Como Potenciar su Memoria de Mark E. Brown)

Total de palabras: 775 palabras


La tabla que nos dá las velocidades de lectura para varios tiempos de lectura del artículo es la siguiente: