Niños “problema” en la escuela primaria con aparente déficit de atención que en cuestión de pocos días empiezan a tomar interés por la lectura y el aprendizaje y empiezan a demostrar que están aprendiendo dentro y fuera del salón de clases más cosas que sus compañeritos de clase.
Jóvenes que sacan bajas notas en sus calificaciones escolares y en cuestión de unos cuantos meses empiezan a ubicarse entre los primeros lugares en su escuela.
Profesionistas que apenas se daban abasto para mantenerse al día con los materiales de su profesión y de pronto se les encuentra con tiempo de sobra a su alcance.
Amas de casa que antes no leían ni siquiera dos libros por año y de pronto se encuentran leyendo un promedio de dos libros por mes.
¿Suenan estas cosas como algo difícil de creer?
No se trata de fantasías tomadas de alguna novela, ni se trata de anécdotas para darle falsas esperanzas a la gente. Esto se ha visto una y otra vez sin importar edades ni clase social. No se trata de pequeños milagros. Tales cosas suceden y pueden suceder, pero solo si se aplican las medidas correctivas necesarias que se dirigen a las verdaderas causas de tales problemas.
Los problemas que afronta la educación en México han dado como resultado una serie de fenómenos que compartimos con otros países, incluso los países industrializados. El más grave lo es la deserción escolar, cuyo costo al país tanto en recursos humanos como en recursos materiales ha sido increíblemente elevado. Aunque se han citado factores tales como la pobreza para justificar dicho fenómeno, la verdad es que ésta condición ha afectado a todas las clases sociales de un modo u otro. Se ha argumentado también que la formación del individuo dentro del hogar tiene una influencia determinante en sus labores escolares. Esto último es cierto, aunque no explica en forma satisfactoria el fracaso de programas educativos en seres humanos que, pese a todo, están ávidos de progresar. No es fácil encontrar personas que, por gusto propio, quieran fracasar en la escuela y quedar atrapadas para siempre en un callejón sin salida. En un intento desesperado por hacer frente a esta situación fué creada una rama escolar nueva conocida como la orientación vocacional; la cual, pese a todo, ha fracasado en sus intentos por tratar de erradicar el problema.
Otra consecuencia de la crisis de la educación en México lo es la iliteracia funcional, cuyos efectos se manifiestan en personas que han terminado sus estudios primarios y que supuestamente saben leer y escribir, pero que son incapaces de comprender las cláusulas de una póliza de seguros, necesitan ayuda externa antes de firmar cualquier tipo de contrato, y tienen dificultades para estudiar por sí solas. Esto último ha demostrado que leer palabras y comprender el material escrito son actividades mentales muy diferentes, por más que se quiera afirmar lo contrario.
Ante esta situación, no es de extrañar que la atención de los educadores y de los investigadores se haya ido centrando en las raíces mismas del proceso educativo, poniendo en tela de duda lo que antes se consideraba inviolable. Si hemos enseñado al individuo a leer y escribir, y pese a ello no sabe realmente leer y escribir, entonces hay una falla sumamente grave tanto en nuestra forma de enseñar como en los métodos de aprendizaje del alumno. Sin embargo, éste problema no es fácil de atacar. Si existe una falla en nuestros procesos educativos, ¿cuál es? ¿O será que no es una sola sino varias fallas en conjunto, cuyo efecto combinado es producir una barrera sólida que sólo los estudiantes más voluntariosos pueden penetrar?
Las respuestas a estas preguntas no son fáciles de encontrar.
Uno de los principales problemas que impedían el desarrollo de la investigación objetiva precisa de los fenómenos psicológicos tales como el comportamiento, la lectura y el aprendizaje radicaba en el hecho de que hay una cantidad enorme de variables (la edad del sujeto, el sexo, su estado de salud, su cociente intelectual, su escolaridad, etc.), las cuales pueden interactuar entre sí de modo tal que resultaba casi imposible distinguir el efecto de una en presencia de las otras. De éste modo, las investigaciones estaban limitadas a opiniones, suposiciones, y respuestas múltiples a un mismo problema, algo contrario a la naturaleza de las ciencias exactas. Más aún, limitados como estábamos a técnicas estadísticas clásicas tales como la distribución normal, la hipótesis del nulo o los cuadrados latinos, no había muchas esperanzas de progreso. Sin embargo, los avances recientes están cambiando el panorama por completo. Contamos ahora con una tecnología avanzada que nos permite tomar una cantidad gigantesca de datos y analizarla con precisión en cuestión de unas cuantas horas. Hemos refinado nuestros procedimientos a grado tal que podemos extraer señales y datos que anteriormente estaban sepultados entre cantidades enormes de información que carecía de sentido (véase por ejemplo el artículo Electrical Responses Evoked from the Human Brain escrito por David Regan para la revista Scientific American en diciembre de 1979, en el cual se describe la forma en la que se logró extraer extraer mediante un electroencefalógrafo y una computadora de alta velocidad una señal pequeñísima de un microvoltio de amplitud que se creía “perdida” entre otras señales que alcanzaban potenciales desde 50 hasta 100 microvoltios. El procedimiento resultó tan exitoso que es utilizado ahora como prueba imparcial de diagnóstico en la detección de la esclerosis múltiple, además de proporcionar una manera novedosa de distinguir entre un desorden orgánico y un desorden psicogenético). Tenemos a nuestra disposición técnicas estadísticas avanzadas tales como la simulación Monte-Carlo y el filtraje Kalman; las cuales aunadas a la caída exponencial en el costo y el tamaño de las computadoras han vuelto accesible el análisis de fenómenos cada vez más complejos. Es en base a estos avances como hemos logrado dilucidar incógnitas sobre los procesos mentales, lo cual nos ha permitido desarrollar técnicas que pueden elevar la capacidad de lectura, aprendizaje y compresión de cualquier ser humano, al entender mejor cómo trabaja la mente. Y tal es el propósito de esta obra. Se han juntado todas aquellas técnicas con resultados comprobados para integrar un nuevo método, el aprendizaje dinámico, que puede duplicar y hasta triplicar la capacidad de lectura y aprendizaje de cualquier persona en un máximo de unas cuarenta horas de estudio. En virtud de que, según varias estimaciones, el 70 por ciento de todos nuestros conocimientos vendrá del material escrito, los temas tratados en la presente obra adquieren una importancia fundamental en nuestros días.
Aunque los fundamentos en los que se basa esta obra provienen de ramas del saber tan diversas como la lingüística, la cibernética, la psicología y la ciencia de las computadoras, se ha tratado de mantenerla libre de detalles y discusiones complejas para que pueda estar al alcance de todos. En efecto, para volar como pasajeros en un avión no es necesario saber aeronáutica, meteorología, radar y navegación. Del mismo modo, para utilizar en nuestro provecho propio el fruto de los descubrimientos más recientes que se han estado llevando a cabo alrededor del mundo en el campo del aprendizaje no debe ser necesario que para ello tengamos que estar consultando disertaciones doctorales. Bástenos saber que las técnicas trabajan, dejándole los detalles a los especialistas.
Esto no es un curso más sobre lectura rápida. El objetivo del método aquí descrito es mucho más ambicioso, ya que está dirigido a reforzar y desarrollar un área mucho más amplia que es el aprendizaje. Las más recientes investigaciones emprendidas por el Doctor Russell Stauffer de la Universidad de Delaware han revelado que la lectura consiste en un 95 por ciento de pensar y en un 5 por ciento de movimiento de ojos. Los cursos de lectura rápida concentran sus esfuerzos en enseñar al alumno a mover rápidamente los ojos (con lo cual cubren el 5 por ciento de la actividad de la lectura, ignorando el 95 por ciento restante), mientras que el método aquí descrito está dirigido al 100 por ciento de las actividades mentales que regulan el aprendizaje.
Además de los ejercicios que van incluídos dentro de cada capítulo de este libro, el libro es complementado mediante una serie de ejercicios suplementarios que tienen por objetivo el que el lector adquiera práctica en el uso de las seis llaves mágicas cuyo uso es discutido más a fondo dentro del libro. Los ejercicios suplementarios constituyen una serie de hojas sueltas para ser repartidas por el instructor del curso o para ser utilizadas por el estudiante autodidacta no solo para practicar los elementos básicos de la lectura dinámica sino para obtener información adicional relevante para los propósitos del aprendizaje dinámico, especialmente lo que tiene que ver con la memoria. Algunos de los ejercicios suplementarios son extractos de libros de autores conocidos, y han sido seleccionados cuidadosamente para mantener el interés del lector enfocado en aquellas cosas de las cuales se desea que toma conocimiento. En rigor de verdad, no hay materiales de relleno. En los textos de lectura que forman parte de los ejercicios suplementarios, al final de cada uno de ellos se proporciona el número total de palabras de las que consta el artículo con la finalidad de que el lector, si cuenta con un reloj digital al alcance de su mano, pueda darse a sí mismo una estimación de su velocidad de lectura medida en palabras por minuto (ppm).
Siendo este un terreno que ha sido pasto de la charlatanería y de los estafadores, habrá escépticos que miren con desconfianza y recelo la posibilidad de que la capacidad de aprendizaje de cada ser humano pueda ser duplicada en un lapso de cuarenta horas mediante una serie de prácticas programadas en una secuencia definida. La pregunta que harán es la siguiente: “Si es posible lograr que una persona pueda leer y aprender con una rapidez que nunca antes soñó ni habría podido lograr por sí sola, entonces ¿por qué la nueva tecnología para el aprendizaje se ha ido relegando sin darle la importancia que se merece?”. La respuesta es que existen otros factores, entre ellos la resistencia al cambio (tan natural en muchos de nosotros), que vuelven difícil la labor de eliminar viejas costumbres para llevar a cabo su reemplazo definitivo con algo mucho más novedoso. A éste respecto, cabe mencionar el hecho de que muy pocos estudiantes en épocas pasadas conocieron y dominaron el sistema rápido Trachtenberg para las matemáticas básicas, pese a que era un método comprobado científicamente para simplificar las operaciones matemáticas rutinarias llevadas a cabo por muchas personas en su vida diaria. En los Estados Unidos de Norteamérica, considerado como el país más avanzado tecnológicamente de la tierra, aún no se ha podido implantar el sistema métrico decimal, pese a las innumerables ventajas que éste posee sobre el sistema inglés (si no lo cree, trate de convertir dos yardas cuadradas a su equivalente en pies y pulgadas). El 11 de diciembre de 1975, el Congreso de los EE.UU. aprobó el Acta para la Conversión Métrica. Seis años después, aún no se habían logrado los objetivos de metrificar por completo al país.
Con cierta frecuencia, se ha escuchado la crítica de que la educación en México ha omitido dentro de sus planes de estudio un curso que le sirva de guía al estudiante para mejorar sus técnicas de aprendizaje. Se le enseña a ejecutar operaciones matemáticas de diversa índole (quebrados, raíces cuadradas, etc.), se le enseña a conocer los reinos de la Naturaleza, se le enseña a apreciar la música y a ejercitar sus músculos, pero no se le enseña una manera correcta de estudiar. En verdad, raras son las escuelas que incluyen dentro de su programa de estudios un curso completo que le enseñe al alumno cómo estudiar. Hasta el presente, se ha dejado a la iniciativa individual del alumno que éste desarrolle por su cuenta su propio método de aprendizaje. Aunque esto puede resultar contraproducente, tenemos que aceptarlo como un hecho de la vida real y tomar medidas al respecto, buscando la manera de complementar nuestro desarrollo fuera del salón de clases con conocimientos adicionales que no están incluídos aún dentro de nuestras asignaturas o actividades curriculares.
Desafortunadamente, este es un campo en el que hay mucha charlatanería, con estrategias publicitarias de mercadotecnia promocionando cursos y seminarios que prometen darle a los participantes la habilidad para poder leer un libro de unas 500 páginas en menos de 10 minutos con tan sólo unos 5 minutos diarios de entrenamiento por unas tres o cuatro semanas, todo ello motivado por el lucro tratando de interesar a clientes potenciales prometiéndoles capacidades que se antojan fantásticas. Esto puede provocar esceptismo en muchos que ignoran que, pese a todo, sí es posible elevar de modo significativo nuestras habilidades para la lectura, para la memoria, y para el aprendizaje. La réplica usual que acostumbran dar los críticos es que, si realmente puede existir algo tan bueno, ¿cómo no se ha incluído como material obligatorio para los estudiantes que empiezan con sus estudios de enseñanza media o media superior? En rigor de verdad, la renuencia a incluír formalmente y en tono serio dentro del curriculum estudiantil las técnicas que puedan elevar de modo significativo nuestra capacidad de aprendizaje se debe en buena medida al escepticismo provocado por la charlatanería a la que suelen recurrir empresas comerciales de todo tipo que no se detienen en exagerar lo que pueden ofrecer con tal de convencer a la mayor cantidad posible de personas a adquirir o tomar cierto curso. Por otro lado, además de la resistencia al cambio mencionada arriba, el retraso en incorporar a los planes de estudio oficiales lo más reciente es un problema nada nuevo. Todavía hay muchos tradicionalistas que sin haber leído jamás a Darwin y sin haber puesto atención detallada a sus argumentos insisten en que la teoría sobre el origen de las especies sea proscrita en las escuelas públicas en favor de los textos bíblicos acerca de la Creación (sin importar el hecho de que mucho de lo que está asentado al principio de la Biblia en el libro del Génesis muy bien haya tenido la intención original de ser interpretado simbólicamente y no literalmente). Y en otros países como en los países musulmanes el asunto no está mucho mejor.
La razón por la cual los lectores de este libro pueden depositar su confianza en lo que aquí se expone es porque en primer lugar esta obra no está elaborada sin fines de lucro. El autor no tiene intenciones de beneficiarse económicamente repitiendo las mismas proezas mercantilistas de otros charlatanes que prometen y no cumplen. Por otro lado, es un hecho científicamente comprobado que sí es posible elevar de modo significativo nuestras capacidades de aprendizaje, pero ello si se sabe cómo. Aquí se exponen las bases sobre las cuales podemos edificar la pirámide que pueda llevar a las juventudes del tercer milenio al nuevo mundo que se les va a heredar. En última instancia, cada uno de los lectores de esta obra podrán ser los mejores jueces de la misma si, después de haberla leído en su totalidad y de haber llevado a cabo los ejercicios y prácticas que se incluyen en la misma, comprueban por sí mismos que han sacado algún beneficio de ella. Siendo algo por lo cual no se les está cobrando un solo centavo, no tendrán nada que perder. Pero los beneficios potenciales que pueden sacar son enormes.
Y hablando de beneficios, ¿exactamente qué beneficios esperamos poder obtener a cambio de la inversión que estemos dispuestos a hacer para mejorar la eficiencia de nuestra lectura y reducir los tiempos que nos lleva el procesar información escrita? En realidad, los beneficios que podemos obtener a cambio a cualquier edad compensan con creces el tiempo que tengamos que adjudicar para hacer nuestras las habilidades y técnicas que se describen en esta obra. Podemos enumerarlos y clasificarlos del siguiente modo:
1) Es una inversión en nosotros mismos.- El entrenamiento en las técnicas del aprendizaje dinámico sacará hacia afuera lo mejor que hay dentro de nosotros mismos al expandir el enorme potencial que tenemos en nuestras mentes, incrementando nuestra productividad personal. Se trata de habilidades que usaremos por el resto de nuestras vidas.
2) Leer con mayor rapidez.- Cualquiera sin distinción de edad ni sexo puede aprender a leer dos o tres veces más rápido que la velocidad normal a la cual acostumbra leer. Muchas personalidades de fama mundial en varias profesiones que se han sometido a este tipo de entrenamiento han comprobado por cuenta propia que esto es efectivamente posible.
3) Comprender más y mejor.- Las experiencias acumuladas demuestran que se puede experimentar una mejoría dramática en la comprensión de lo que leemos. Obtendremos un mejor entendimiento de lo que vamos leyendo sin necesidad de tener que regresar hacia atrás una y otra vez para volver el mismo material que ya leímos una vez.
4) Recordar más.- Las técnicas actuando en combinación están diseñadas para maximizar la retención de lo que leemos, al aprender las distintas maneras en las cuales podemos mejorar nuestra memoria, lo cual a la vez nos permite convertirnos en comunicadores mejor informados y más efectivos, más seguros de nosotros mismos, porque siempre y en cualquier lugar el que está mejor informado se siente más seguro que el que no está informado o, peor aún, el que está mal informado.
5) Procesar información con mayor eficiencia.- Aprendemos a vadear rápidamente entre los enormes volúmenes de información que se está generando, lo cual nos capacitará para tomar decisiones sensatas con mayor rapidez y con mucho mayor eficiencia.
6) Administrar mejor el tiempo.- Podemos alcanzar más de las metas que nos estemos fijando. Podemos organizar mejor nuestro tiempo y nuestra vida en la escuela, en el trabajo y en la casa.
7) Reducir el tiempo de estudio.- Al aprender y poner en práctica las técnicas para ayudarnos en nuestro aprendizaje de lo que leemos, estas técnicas y las habilidades que se desarrollan con las técnicas nos permiten sobresalir y destacar académicamente disminuyendo a la vez el tiempo que necesitamos para estudiar y aprender todo tipo de cosas.
8) Disfrutar más tiempo libre.- Al leer y aprender de una manera más eficiente, se descubre que se tiene más tiempo libre disponible para otras actividades, más tiempo libre para disfrutarlo en lo que queramos.
Si lo anterior no lo ha convencido aún, tal vez nada más que se pueda decir lo convencerá. En última instancia, el único perjudicado en caso de negarse tales beneficios sería usted mismo. De cualquier modo, se reproducirá a continuación algo interesante que ha puesto a pensar a muchos más de dos veces:
LA VERDADERA RIQUEZA
Si hubiera un Banco que acreditara en la cuenta de usted $86,400 pesos cada mañana; que no transfiriera el saldo disponible de un día al siguiente, no le permitiera conservar efectivo y al final del día cancelara la parte de esa cantidad que usted no ha usado, ¿qué haría? Por supuesto, sacar cada día hasta el último centavo y aprovechar todo el dinero.
Pues bien, tal banco existe: se llama Tiempo.
Cada día le acredita 86,400 segundos
y cada noche da por definitivamente perdidos
cuantos haya dejado de emplear provechosamente.
Nunca transfiere los saldos,
ni permite que usted se sobregire.
Cuando no usa lo disponible ese día,
el único que pierde es usted.
No existe recuperación de fondos.
Tampoco es posible girar cheques sobre la mañana.
De cada persona depende invertir este precioso
caudal de horas, minutos y segundos
para obtener los máximos dividendos en cuanto a
salud, felicidad y éxito.
¿Convencido?
Tal vez no está lejano el día en el cual un curso obligatorio de uno o dos semestres que le enseñe al alumno la mejor manera de cómo leer, de cómo estudiar y de cómo aprender tenga que ser incluído dentro de los planes de estudio de las escuelas oficiales. Nos estamos acercando al siglo XXI, y corremos el riesgo de agraver nuestra dependencia tecnológica si no mejoramos nuestras técnicas de enseñanza y de aprendizaje. Mientras tanto, tenemos la obligación de dar a conocer tanto al maestro como al alumno, aunque sea de modo informal, los más recientes avances en los terrenos de la pedagogí y la didáctica; haciéndoles saber todas aquellas técnicas cuya eficacia ha sido comprobada en pruebas de laboratorio. El tiempo apremia, y es el futuro de México el que está en nuestras manos. Lo que era un asunto de conveniencia, ayer y hoy, se está convirtiendo en un asunto de superviviencia. No podemos quedarnos con los brazos cruzados ante el reto.
El Autor