jueves, 28 de agosto de 2008

Lectura de Práctica Cronometrada # 005

Tenemos ahora para esta práctica un texto cuyo título también nos sugiere de manera casi directa el objetivo que le podemos dar a la lectura. Puesto que el título del extracto es “Cómo poner en acción al subconsciente”, la pregunta lógica que nos queremos hacer es: “¿Cómo podemos poner en acción a nuestro subconsciente?”, puesto que es precisamente lo que el autor parece que nos quiere demostrar.

Cómo poner en acción al subconsciente
Por: Joseph D. Cooper

¿Le es difícil producir ideas? ¿Sabe el lector que, cuando nos atascamos o encallamos podemos hallar solución a los problemas pasándolos al subconsciente? Para ello hay que contar, naturalmente, con un cúmulo de información guardada en el subconsciente. Esta misma reserva de información puede ayudar a la inmediata producción de ideas.

Las ideas deben manar de conocimientos y de experiencias anteriores. Si la mente está en blanco respecto a un determinado asunto, si no sabe absolutamente nada del mismo, si no se han tenido experiencias o se ha estado expuesto a la acción del conocimiento, podemos pasarnos todo el día dándole vueltas al problema sin que se nos ocurra ninguna idea. Es necesario contar con un cuerpo organizado de conocimientos y experiencias acumulados. Tiene que haber un intervalo de tiempo durante el cual la mente asimile la información y la integre con las experiencias e información ya adquiridas relacionadas con la misma cuestión.

Una implicación de todo lo anterior es que hay más probabilidades de ser un buen productor de ideas en el menor tiempo posible cuando se está bien informado de la cuestión. Al percatarnos de un problema nuevo podemos echar mano inmediatamente a la reserva bien organizada de conocimientos. Otra implicación es que se puede superar en competencia a personas de mayor inteligencia si se ha contado durante cierto tiempo con un mejor aflujo de conocimientos.

El curso manifiesto de acción que hay que seguir consiste en llenar los almacenes de la mente con el mayor número posible de informes y conocimientos referentes a los asuntos que habrán de ocuparnos. Aunque esto incluye lecturas, observación y escuchar, la entrega más definitiva de la mente se produce cuando nos dedicamos a alguna interacción manipuladora con el material que nos interesa. Es mejor dedicarse a la solución de un problema o entrar en interacción física con una situación, que leer o hablar de ella.

A medida que las reservas de conocimiento van enriqueciéndose así más y más, se observará un fenómeno curioso: descubrimos que, al enfrentarnos a nuevas situaciones, necesitamos cada vez menos indicios para suscitar la afluencia de ideas. En este punto podemos establecer un paralelismo con la forma en que un principiante ataca un problema, en comparación a cómo actúa un maestro. El principiante recoge laboriosamente, punto por punto, toda la información que puede obtener. Luego la estudia a fondo e imagina las diversas conclusiones a que puede llegar y, en forma igualmente laboriosa, comienza a comprobar cada una de ellas en orden sucesivo. Al maestro se le plantea la misma situación, la observa apreciativamente, hace unas pocas preguntas clave y luego dá una opinión que, generalmente, es acertada.

La técnica de encargar tareas al subconsciente dá mejores resultados cuando la mente cuenta con una buena reserva de conocimientos ya asimilados y organizados. Entonces, cuando surge un problema nuevo, se reune toda la información referente al mismo y se la pasa conscientemente a la mente subconsciente. Se le imprime algo de orientación, trabajando conscientemente este material y con una búsqueda activa de soluciones. Si esto no da las respuestas deseadas, se debe continuar hasta que se llegue a un punto de frustración manifiesta, pero no más alla. Es decir, si las respuestas no acuden tras un esfuerzo razonable, no se debe persistir. Acúdase a otras actividades o, si se está trabajando de noche, lo mejor es acostarse.

Una vez que se ha pasado el problema al subconsciente, nunca se sabe en qué momento pueda llegar el destello de inspiración. Puede producirse a la mañana siguiente, y ciertamente vale la pena ver qué ocurre cuando echamos otra mirada al problema, esta vez en forma consciente. Si tampoco surge nada, abandónese la cuestión, a menos de que se disponga de más información para pasarla al subconsciente. Luego, dediquémonos una vez más a otras cosas. Si la información que deseamos ha de llegar, ya encontrará por sí misma el momento y la ocasión propicios. No es forzoso que sea mientras nos afeitamos, aunque estos momentos y los del trayecto conduciendo el automóvil a la oficina, parecen ser los preferidos para que broten las ideas.

Sabiendo lo valioso de este procedimiento, algunas personas organizan conscientemente la situación-problema antes de acostarse, siguen haciéndolo hasta llegar al punto de frustración, y luego dejan que el subconsciente se haga cargo de la cuestión mientras ellos se entregan al sueño.

(Tomado del libro Cómo Hacer Más en Menos Tiempo de Joseph D. Cooper) 

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La tabla que nos dá las velocidades de lectura para varios tiempos de lectura del artículo es la siguiente: