El uso del dedo índice de la mano derecha (o el dedo índice de la mano izquierda en el caso de los zurdos) como moderador de la lectura tiene la ventaja de que le permite a nuestros ojos seguir el movimiento linear del dedo de izquierda a derecha sin divagar hacia arriba o hacia abajo del renglón que estamos leyendo, además de que nos permite fijar nuestra velocidad de lectura “marcando el paso”, ya que si no usamos uno de los dedos de nuestra mano para que sirva de guía el recorrido en cierta dirección y sentido se le dificulta a nuestros ojos. A modo de ejemplo, si queremos que nuestra visión se desplace en un movimiento perfectamente circular en torno a cierto objetivo central manteniendo siempre la misma distancia en torno a ese objetivo central:
lo más probable es que en vez de que nuestra mirada recorra ese camino circular perfecto lo hará en el mejor de los casos en una forma irregular como la que se muestra a continuación:
De hecho, la situación sin ayuda alguna es algo peor de lo que pudiera suponerse:
Y en lo que a la velocidad del movimiento semi-circular de nuestra visión se refiere, lo más probable es que esta velocidad no será constante y de hecho estará fuera de nuestro control sujeta a altibajos considerables.
En una gran mayoría de libros publicados para el desarrollo de la lectura veloz, los autores recomiendan que se use el dedo, o mejor aún, un puntero o apuntador, para deslizarlo ya sea por encima o por debajo de las líneas de texto que estamos leyendo, no solo porque aumentando la velocidad de dicho desplazamiento aumenta la velocidad de desplazamiento de la lectura (dándonos un mayor control sobre nuestra velocidad de lectura) sino porque por la estructura fisiológica del ojo, la guía facilita el desplazamiento de la vista.
Hay dos maneras (con variantes pequeñas) de utilizar el dedo (o un apuntador) para moderar nuestra velocidad de lectura. La primera es algo que podemos llamar la técnica del dedo saltarín, la cual consiste en ir tocando con la punta del dedo cada grupo de palabras hacia el cual queremos guiar nuestra vista. Representado dinámicamente en un archivo gráfico animado, esto funciona de la siguiente manera (el lector puede imaginar que cada punto negro representa el lugar aproximado a donde va cayendo el puntero, e incluso puede imaginar la ubicación de los puntos negros por debajo de cada línea de texto en lugar de por encima de cada línea de texto):
Con cada salto del dedo, nos vamos guiando hacia el siguiente grupo de palabras en el texto. Es obvio que de este modo nosotros tenemos el control absoluto y total de la velocidad que le queramos imprimir a nuestra lectura en grupos de palabras.
La otra manera que es alterna a la técnica del dedo saltarín es algo que podemos llamar la técnica del subrayado imaginario. Esta consiste en ir “subrayando” imaginariamente con el dedo debajo de cada renglón de texto, haciendo que la vista siga el movimiento del dedo tomando los grupos de palabras:
No es necesario que el movimiento de la mano aquí mostrado sea un movimiento llevado a cabo mediante “saltos” como en el caso de la técnica del dedo saltarín, el movimiento puede ser suave y continuo, pero rápido. De cualquier modo, aunque el movimiento de la mano (que viene siendo lo mismo que el movimiento del dedo de la mano) sea un movimiento suave y continuo, la hipótesis generalizada es que la lectura se debe seguir llevando a cabo mediantes fijaciones de la vista sobre grupos de palabras, esto es, la vista debe detenerse ante un grupo de palabras permaneciendo estática de modo aunque sea instantáneo, tras lo cual se lleva a cabo el desplazamiento hacia el siguiente grupo de palabras en donde se lleva a cabo una nueva fijación de la vista para proceder a tomar el siguiente grupo de palabras, y así sucesivamente:
fijación → desplazamiento → fijación → desplazamiento → ...
¿Significa esto que no es posible llevar a cabo la lectura veloz desplazándose siempre en forma continua sin detenerse un solo momento? Esto sigue siendo un asunto de controversia, porque hay investigadores que suponen que, contrariamente a la suposición de que sólo podemos leer cuando la vista permanece fija por un instante sobre un grupo de palabras, durante el acto de la fijación de la vista, hay personas que pueden ir acumulando en forma continua en su mente las palabras sobre las cuales su vista se esté desplazando sin detenerse un solo momento. Sin embargo, es muy posible que estas personas que parecen estar leyendo “de continuo y de corrido”, con el movimiento ininterrumpido de la vista sin llevarse a cabo fijación ocular alguna en una porción de texto (confirmado mediante aparatos especializados) en realidad sigan leyendo a saltos pero saltando mentalmente (no fisiológicamente) de un grupo de palabras al siguiente, porque debe recordarse que los ingredientes esenciales de toda lectura son dos: (1) el movimiento ocular, y (2) el procesamiento mental, y aunque el primero parezca estarse llevando a cabo en forma continua lo segundo posiblemente se siga llevando a cabo en forma discreta aunque de modo tan rápido que se vuelve esencialmente indetectable mediante aparatos que solo pueden registrar los movimientos del aparato visual y no el procesamiento mental interno que está ocurriendo dentro del cerebro. Pero entonces, ¿cuál de las dos técnicas es la que más conviene utilizar al llevar a cabo la lectura veloz? La respuesta, invariablemente, es la que más le acomode y más le convenga al lector. El lector siempre seguirá teniendo la última palabra en lo que a su propio caso individual concierne. Si el lector siente que puede llevar a cabo mejor la lectura veloz mediante la técnica del dedo saltarín, entonces tal técnica es la que deberá de utilizar. Y si el lector siente que puede llevar a cabo la lectura veloz mediante la técnica del movimiento continuo sin altos, entonces tal técnica es la que deberá utilizar. Y si después de cierto tiempo de estar practicando la lectura veloz con el dedo saltarín siente que puede hacerlo también e inclusive de modo más eficiente con un movimiento suave y continuo, pues el lector estará en toda libertad de hacerlo.
Para llegar a ser un lector eficiente por grupos de palabras o inclusive por frases, es necesario tener conciencia de las unidades de sentido que contienen las frases. Si leyéramos una lista de palabras sin ninguna relación entre sí, habríamos de leerla palabra por palabra. Pero en la lectura normal las palabras están unidas por el significado general, más amplio, de las frases y los períodos. Las frases se componen de unidades de significado. Los ojos y la mente pueden adiestrarse para absorber esas unidades de significado con facilidad mucho mayor leyendo por frases y no al ritmo lento y pesado de una palabra cada vez. Si pasamos de la lectura palabra-por-palabra a la lectura de grupos de palabras o bien a la lectura por frases, no sólo aumentaremos nuestra rapidez de lectura sino que además aceleramos nuestra comprensión. Uno de los modos más sencillos de tomar conciencia de las unidades de sentido es tomar cualquier periódico y en algún artículo encerrar en círculos esas unidades con un lápiz. No crea el lector que todas contendrán nada más dos o tres palabras. Algunas contendrán más palabras que las que se pueden captar con una sola fijación de la vista. Lo que está adiestrándose el lector a hacer en este caso es a ampliar su capacidad de reconocimiento, obligando a la mente a anticipar las palabras o las partes de la palabra que vienen. Es grande la posibilidad de ayudas para el reconocimiento de las palabras. Por ejemplo, supóngase que al estar leyendo nos encontramos con la expresión “palabras difíciles de entender”. Para cuando hayamos llegado mentalmente a “en” o “ent”, ya sabemos mentalmente que la palabra completa es “entender”, por el sentido de las palabras que le anteceden, lo cual nos permite brincar directamente hacia la siguiente unidad de significado. Dedíquese el lector a encerrar frases en círculos y así adquirirá práctica en adivinar las terminaciones de las frases, en completarlas mentalmente, lo cual puede aumentar aún más la velocidad de la lectura. Si encerrar en círculos con un lápiz le parece incómodo al lector, se puede lograr el mismo efecto separando / las unidades de sentido / de este modo. / Lo que importa / es practicar / este tipo / de ejercicio / hasta que se convierta / en hábito. Se puede practicar este tipo de ejercicio unos 15 minutos diarios.
Dicho lo anterior, podemos pasar a la lectura preparada para esta práctica.
Al dar inicio a la lectura siguiente (midiendo con un reloj el tiempo usado para llevarla a cabo), para la cual se recomienda la impresión del artículo que será usado para esta Lectura de Práctica, el lector se dará cuenta de que el texto está subdividido en grupos de palabras. Esta es la manera en la cual el lector llevará a cabo la práctica: apuntará con su dedo índice a la primera palabra “Cuando” y fijará su vista rápidamente en dicha palabra enfocándola con un solo golpe de vista (con una fijación). Sin darse tiempo para caer a la lectura lenta, hará que su dedo índice salte rápidamente hacia el siguiente grupo de palabras “los primeros rayos” tomando el grupo de tres palabras con un solo golpe de vista, tras lo cual hará que su dedo índice se desplace rápidamente hacia el siguiente grupo de palabras “del sol” tomando el grupo de dos palabras con un solo golpe de vista, y así sucesivamente hasta llegar al final de la línea de texto, tras lo cual bajará a la línea inferior de texto para tomar el primer grupo de palabras con un solo golpe de vista, y así sucesivamente hasta que se haya terminado de leer todo el artículo.
El documento que será utilizado para esta práctica tiene por título “Aproveche su reloj biológico”. Al igual que en las prácticas anteriores, usted no llevará a cabo su lectura al vacío como si fuese un clavadista que se arroja desde lo más alto de un trampolín hacia una piscina sin cerciorarse primero de que la alberca tenga agua. Usando cualquiera de las seis llaves mágicas, antes de comenzar se fijará uno o varios objetivos para su lectura, usted será el mejor juez sobre los objetivos que se quiera fijar. Sea muy específico en el objetivo o los objetivos que se fija. Si hay alguna porción de texto en la cual usted quiera tomarse un poco más de tiempo para recoger algún dato que considere importante, tómese el tiempo que se considere necesario. Sin embargo, tenga presente que la intención primaria de esta práctica es darle confianza en la lectura mediante grupos de palabras, lo cual le ayudará a ampliar el campo de su visión periférica. Al terminar con la lectura, en una hoja de papel haga un resumen con sus propias palabras.
Aproveche su reloj biológicoPor: Barbara RowesCuando los primeros rayos del sol aparecen sobre las colinas del valle del Silicón, en California, Charles Winget abre los ojos. Apenas son las 5 de la mañana, pero Winget está ansioso de entrar en acción. Entretanto, su esposa se acomoda bajo los cobertores y se tapa la cara con la almohada.“En los últimos quince años”, comenta Winget, “muy rara vez nos hemos levantado a la misma hora”.La situación de los Winget no es rara. Nuestro organismo funciona con la complejidad de los relojes y, al igual que estos, cada uno de nosotros funciona a una velocidad ligeramente distinta. Charles Winget es un hombre diurno. En cambio, su esposa está en su mejor momento cuando cae la noche.Durante mucho tiempo los especialistas en las ciencias de la conducta atribuyeron esas diferencias a las excentricidades personales y al condicionamiento durante los primeros años de vida. Estas opiniones quedaron en tela de juicio a fines de los años cincuenta gracias a la teoría del biomédico Franz Halberg, a la que denominó cronobiología. En un laboratorio de la Universidad de Harvard, Halberg descubrió que el número de ciertas células sanguíneas fluctuaba de modo predecible, de acuerdo con la hora del día en que se extraían del cuerpo. La cantidad era máxima a determinada hora, y mínima 12 horas después. También advirtió que el mismo fenómeno se podía observar en la frecuencia cardiaca, en la intensidad metabólica y en la temperatura corporal.Esta es la explicación de Halberg: en vez de funcionar a una intensidad constante, inalterable, nuestros sistemas funcionan en un ciclo de aproximadamente 25 horas. Algunas veces nos aceleramos; otras, nos enlentecemos. Sólo por un limitado tiempo de cada día alcanzamos la eficiencia máxima. Halberg llamó “ritmos circadianos” a estas cadencias corporales.En la actualidad, una gran parte del trabajo principal en cronobiología lo patrocina la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en Inglés) de Estados Unidos. Winget, fisiólogo investigador de la NASA y especialista en los ritmos circadianos, explica que los principios circadianos se han aplicado en los programas de trabajo de los astronautas, en la mayoría de los vuelos de trasbordadores espaciales.La investigación de la era espacial tiene muchas aplicaciones útiles aquí, en la Tierra. Los cronobiólogos pueden indicar en qué momento se puede comer y, aún así, bajar de peso; a qué hora del día está el individuo en mejores condiciones para emprender las tareas más difíciles; cuándo ir al dentista con la mayor tolerancia para el dolor, y cuándo hacer ejercicio para obtener los mejores resultados. Winget informa: “Se trata de una ley biológica de la eficiencia humana: para alcanzar el rendimiento máximo con el menor esfuerzo, es necesario coordinar la capacidad biológica con las exigencias que imponen las actividades”.El lector puede obtener provecho personal de los ritmos circadianos. Pero antes debe aprender a reconocerlos. Winget y sus colaboradores crearon este método para descubrir el patrón de comportamiento de cada organismo:Tómese el lector la temperatura por la mañana, una hora después de levantarse, y luego cada cuatro horas durante el resto del día. Programe la última lectura lo más cerca posible de la hora de dormir. Al concluír el día, debe tener cinco lecturas. Sume la primera, tercera y quinta lecturas, y apunte el total. Luego sume la segunda y la cuarta lecturas, y reste la cifra resultante del total anterior. El número final será una aproximación de su temperatura corporal durante la noche (considérelo como la sexta lectura). Ahora, anote las seis lecturas en papel cuadriculado y trace una gráfica. Tal vez las variaciones le parezcan insignificantes (sólo una décima de grado en algunos casos), pero son importantes. Probablemente observe que su temperatura empieza a aumentar entre las 3 y 6 de la mañana, para llegar al máximo hacia el mediodía o al iniciarse la tarde. Por la noche, la temperatura comienza a bajar. Desciende constantemente hasta llegar al punto más bajo, a eso de las 2 de la mañana.Lo principal, desde luego, son las diferencias individuales. ¿A qué hora asciende la temperatura corporal de usted? ¿Cuándo llega a su punto máximo? ¿Y al mínimo? Una vez que usted se haya familiarizado con el comportamiento de su cuerpo, podrá aprovechar las técnicas de la cronobiología para mejorar su salud y productividad.Hacemos el mayor trabajo físico cuando nuestros ritmos están en su punto óptimo. En la mayoría de la gente, este punto dura unas cuatro horas. Programe usted las actividades más agotadoras para el período de temperatura máxima.Para las actividades mentales, los horarios son más complicados. Las tareas de precisión, como el trabajo matemático, se ejecutan mejor cuando está ascendiendo la temperatura del cuerpo. En la mayoría de las personas, esto ocurre a las 8 ó 9 de la mañana. La lectura y la reflexión, en cambio, se realizan mejor entre las 2 y las 4 de la tarde, horas en que por lo general comienza a bajar la temperatura del cuerpo.Para que la dieta sea más eficaz, el desayuno debe ser la comida más abundante del día. Las calorías se queman más rápidamente una hora después de levantarse, que por la noche. Durante el proyecto de investigación conocido como Estudio de Dieta del Ejército, que duró seis años, el doctor Halberg, el cronobiólogo Robert Sothern y la investigadora asociada Erna Halberg supervisaron la ingestión de alimentos en dos grupos de hombres y mujeres. Ambos recibieron una sola comida de 2,000 calorías al día, pero un grupo la tomó a la hora del desayuno, y el otro, a la hora de la cena. “Todos los sujetos que desayunaron bajaron de peso”, declara Sothern. “Los que cenaron, mantuvieron su peso o engordaron”.Si los alimentos se procesan de manera diferente a distintas horas del día, sin duda ocurrirá lo mismo con la cafeína, el alcohol y los medicamentos. Los compuestos con aspirina, por ejemplo, tienen su máxima potencia en la mañana, entre las 7 y las 8 de la tarde y la medianoche. ¿Por qué? Porque “los estimulantes son más eficaces cuando estamos en actividad normal, y los sedantes actúan mejor si estamos tranquilos o dormidos”.Si usted conoce sus ritmos puede ayudar, además, a resolver problemas de insomnio. Consulte su gráfica de temperatura corporal. La hora de acostarse debe coincidir con el punto en que la temperatura baja al mínimo. Esto ocurre por lo general entre las 11 de la noche y las 2 de la mañana.El doctor Michael Thorpy, que trabaja en la Clínica de Trastornos del Sueño y el Despertar, del Centro Médico Montefiore, en la ciudad de Nueva York, ofrece otros consejos sobre los ritmos circadianos, referentes al sueño: acuéstese todas las noches a la misma hora y levántese también a la misma hora cada mañana, aún los fines de semana. “La irregularidad en la hora de dormir y despertar es la causa principal de los trastornos del sueño”, explica el doctor Thorpy. La mejor manera de recuperarse después de haber tenido una noche de insomnio es simplemente reanudar el ciclo normal. Cuídese de las píldoras para dormir. “La mayoría de las píldoras no funcionan por períodos de más de dos semanas”, advierte el doctor Thorpy. Además, existe el grave riesgo de que estas drogas se acumulen en la sangre.Visite al médico o al dentista lo más temprano posible, en la noche, dado que el umbral del dolor llega a su nivel máximo entre las 8 de la noche y las 8 de la mañana.Charles Wignet y su colega cronobiólogo de la NASA, Charles De-Roshia, ofrecen también consejos para disminuír los efectos debilitantes de los viajes en jet: más o menos desde una semana antes del viaje, empiece el lector a ajustar sus actividades cotidianas para que coincidan con el horario del sitio adonde viajará. Poco antes de emprender el vuelo, ingiera una comida frugal con alto contenido de proteínas y pocos carbohidratos. Duerma mucho en los días previos al viaje. Una vez que haya despegado el avión, coma muy poco, tome mucha agua y evite el alcohol y las bebidas con cafeína. Cuando llegue, dé un paseo, charle con la gente, trate de adaptarse al medio. Antes de acostarse, ingiera una cena ligera, que sea rica en carbohidratos, y dése un baño en agua tibia.Conocer el comportamiento de nuestro organismo no es garantía de buena salud. Pero lo que la cronobiología revela es la importancia de la regularidad en todos los aspectos de la vida, y la de aprender a actuar en sincronía con los ritmos naturales del cuerpo.
(Tomado de la revista Selecciones del Reader’s Digest de mayo de 1985)
Total de palabras: 1,431 palabras
La tabla que nos dá las velocidades de lectura para varios tiempos de lectura del artículo es la siguiente:
A continuación, si llevamos a cabo la lectura dinámica del mismo artículo pero sin los “saltos” de un grupo de palabras al siguiente subrayando o enfatizando con un marcador de color amarillo las ideas centrales al texto, tal vez tendríamos algo como lo siguiente:
Aproveche su reloj biológicoPor: Barbara RowesCuando los primeros rayos del sol aparecen sobre las colinas del valle del Silicón, en California, Charles Winget abre los ojos. Apenas son las 5 de la mañana, pero Winget está ansioso de entrar en acción. Entretanto, su esposa se acomoda bajo los cobertores y se tapa la cara con la almohada.“En los últimos quince años”, comenta Winget, “muy rara vez nos hemos levantado a la misma hora”.La situación de los Winget no es rara. Nuestro organismo funciona con la complejidad de los relojes y, al igual que estos, cada uno de nosotros funciona a una velocidad ligeramente distinta. Charles Winget es un hombre diurno. En cambio, su esposa está en su mejor momento cuando cae la noche.Durante mucho tiempo los especialistas en las ciencias de la conducta atribuyeron esas diferencias a las excentricidades personales y al condicionamiento durante los primeros años de vida. Estas opiniones quedaron en tela de juicio a fines de los años cincuenta gracias a la teoría del biomédico Franz Halberg, a la que denominó cronobiología. En un laboratorio de la Universidad de Harvard, Halberg descubrió que el número de ciertas células sanguíneas fluctuaba de modo predecible, de acuerdo con la hora del día en que se extraían del cuerpo. La cantidad era máxima a determinada hora, y mínima 12 horas después. También advirtió que el mismo fenómeno se podía observar en la frecuencia cardiaca, en la intensidad metabólica y en la temperatura corporal.Esta es la explicación de Halberg: en vez de funcionar a una intensidad constante, inalterable, nuestros sistemas funcionan en un ciclo de aproximadamente 25 horas. Algunas veces nos aceleramos; otras, nos enlentecemos. Sólo por un limitado tiempo de cada día alcanzamos la eficiencia máxima. Halberg llamó “ritmos circadianos” a estas cadencias corporales.En la actualidad, una gran parte del trabajo principal en cronobiología lo patrocina la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en Inglés) de Estados Unidos. Winget, fisiólogo investigador de la NASA y especialista en los ritmos circadianos, explica que los principios circadianos se han aplicado en los programas de trabajo de los astronautas, en la mayoría de los vuelos de trasbordadores espaciales.La investigación de la era espacial tiene muchas aplicaciones útiles aquí, en la Tierra. Los cronobiólogos pueden indicar en qué momento se puede comer y, aún así, bajar de peso; a qué hora del día está el individuo en mejores condiciones para emprender las tareas más difíciles; cuándo ir al dentista con la mayor tolerancia para el dolor, y cuándo hacer ejercicio para obtener los mejores resultados. Winget informa: “Se trata de una ley biológica de la eficiencia humana: para alcanzar el rendimiento máximo con el menor esfuerzo, es necesario coordinar la capacidad biológica con las exigencias que imponen las actividades”.El lector puede obtener provecho personal de los ritmos circadianos. Pero antes debe aprender a reconocerlos. Winget y sus colaboradores crearon este método para descubrir el patrón de comportamiento de cada organismo:Tómese el lector la temperatura por la mañana, una hora después de levantarse, y luego cada cuatro horas durante el resto del día. Programe la última lectura lo más cerca posible de la hora de dormir. Al concluír el día, debe tener cinco lecturas. Sume la primera, tercera y quinta lecturas, y apunte el total. Luego sume la segunda y la cuarta lecturas, y reste la cifra resultante del total anterior. El número final será una aproximación de su temperatura corporal durante la noche (considérelo como la sexta lectura). Ahora, anote las seis lecturas en papel cuadriculado y trace una gráfica. Tal vez las variaciones le parezcan insignificantes (sólo una décima de grado en algunos casos), pero son importantes. Probablemente observe que su temperatura empieza a aumentar entre las 3 y 6 de la mañana, para llegar al máximo hacia el mediodía o al iniciarse la tarde. Por la noche, la temperatura comienza a bajar. Desciende constantemente hasta llegar al punto más bajo, a eso de las 2 de la mañana.Lo principal, desde luego, son las diferencias individuales. ¿A qué hora asciende la temperatura corporal de usted? ¿Cuándo llega a su punto máximo? ¿Y al mínimo? Una vez que usted se haya familiarizado con el comportamiento de su cuerpo, podrá aprovechar las técnicas de la cronobiología para mejorar su salud y productividad.Hacemos el mayor trabajo físico cuando nuestros ritmos están en su punto óptimo. En la mayoría de la gente, este punto dura unas cuatro horas. Programe usted las actividades más agotadoras para el período de temperatura máxima.Para las actividades mentales, los horarios son más complicados. Las tareas de precisión, como el trabajo matemático, se ejecutan mejor cuando está ascendiendo la temperatura del cuerpo. En la mayoría de las personas, esto ocurre a las 8 ó 9 de la mañana. La lectura y la reflexión, en cambio, se realizan mejor entre las 2 y las 4 de la tarde, horas en que por lo general comienza a bajar la temperatura del cuerpo.Para que la dieta sea más eficaz, el desayuno debe ser la comida más abundante del día. Las calorías se queman más rápidamente una hora después de levantarse, que por la noche. Durante el proyecto de investigación conocido como Estudio de Dieta del Ejército, que duró seis años, el doctor Halberg, el cronobiólogo Robert Sothern y la investigadora asociada Erna Halberg supervisaron la ingestión de alimentos en dos grupos de hombres y mujeres. Ambos recibieron una sola comida de 2,000 calorías al día, pero un grupo la tomó a la hora del desayuno, y el otro, a la hora de la cena. “Todos los sujetos que desayunaron bajaron de peso”, declara Sothern. “Los que cenaron, mantuvieron su peso o engordaron”.Si los alimentos se procesan de manera diferente a distintas horas del día, sin duda ocurrirá lo mismo con la cafeína, el alcohol y los medicamentos. Los compuestos con aspirina, por ejemplo, tienen su máxima potencia en la mañana, entre las 7 y las 8 de la tarde y la medianoche. ¿Por qué? Porque “los estimulantes son más eficaces cuando estamos en actividad normal, y los sedantes actúan mejor si estamos tranquilos o dormidos”.Si usted conoce sus ritmos puede ayudar, además, a resolver problemas de insomnio. Consulte su gráfica de temperatura corporal. La hora de acostarse debe coincidir con el punto en que la temperatura baja al mínimo. Esto ocurre por lo general entre las 11 de la noche y las 2 de la mañana.El doctor Michael Thorpy, que trabaja en la Clínica de Trastornos del Sueño y el Despertar, del Centro Médico Montefiore, en la ciudad de Nueva York, ofrece otros consejos sobre los ritmos circadianos, referentes al sueño: acuéstese todas las noches a la misma hora y levántese también a la misma hora cada mañana, aún los fines de semana. “La irregularidad en la hora de dormir y despertar es la causa principal de los trastornos del sueño”, explica el doctor Thorpy. La mejor manera de recuperarse después de haber tenido una noche de insomnio es simplemente reanudar el ciclo normal. Cuídese de las píldoras para dormir. “La mayoría de las píldoras no funcionan por períodos de más de dos semanas”, advierte el doctor Thorpy. Además, existe el grave riesgo de que estas drogas se acumulen en la sangre.Visite al médico o al dentista lo más temprano posible, en la noche, dado que el umbral del dolor llega a su nivel máximo entre las 8 de la noche y las 8 de la mañana.Charles Wignet y su colega cronobiólogo de la NASA, Charles De-Roshia, ofrecen también consejos para disminuír los efectos debilitantes de los viajes en jet: más o menos desde una semana antes del viaje, empiece el lector a ajustar sus actividades cotidianas para que coincidan con el horario del sitio adonde viajará. Poco antes de emprender el vuelo, ingiera una comida frugal con alto contenido de proteínas y pocos carbohidratos. Duerma mucho en los días previos al viaje. Una vez que haya despegado el avión, coma muy poco, tome mucha agua y evite el alcohol y las bebidas con cafeína. Cuando llegue, dé un paseo, charle con la gente, trate de adaptarse al medio. Antes de acostarse, ingiera una cena ligera, que sea rica en carbohidratos, y dése un baño en agua tibia.Conocer el comportamiento de nuestro organismo no es garantía de buena salud. Pero lo que la cronobiología revela es la importancia de la regularidad en todos los aspectos de la vida, y la de aprender a actuar en sincronía con los ritmos naturales del cuerpo.