jueves, 28 de agosto de 2008

Sup 4: La conquista de la dislexia

Este ejercicio suplementario tiene por título “Cómo conquistar la dislexia a través de la lectura dinámica”. Fíjese uno o varios objetivos para su lectura usando las seis llaves mágicas (quién, qué, cuándo, en dónde, por qué, cómo), y proceda a la lectura recogiendo de modo muy específico una respuesta para la pregunta (o preguntas) cuya respuesta (o respuestas) se haya fijado como objetivo.

Cómo conquistar la dislexia a través de la lectura dinámica
Por: Armando Martínez

Tras la verificación de que muchos de los problemas en la lectura y el aprendizaje de un individuo, desde su niñez hasta la edad adulta, provenían de la palabra indefinida, fue posible a partir de entonces obtener en la mayoría de los casos un aumento permanente en la velocidad de lectura y una mejoría apreciable en el nivel de comprensión del material escrito en aquellos individuos expuestos a un buen curso de lectura dinámica. Inclusive fue posible detectar un ligero aumento en el nivel de inteligencia de los practicantes de la lectura dinámica a través de pruebas del cociente intelectual (específicamente, la prueba de Stanford-Binet) aplicadas antes y después de que los sujetos fueran expuestos a las técnicas de la lectura dinámica (las pruebas fueron aplicadas en forma repetitiva en intervalos de tiempo de un año, cuando los participantes ya se habían vuelto diestros en las habilidades proporcionadas por la lectura dinámica). Los resultados obtenidos comprobaron una y otra vez que las ganancias intelectuales obtenidas (mayor rapidez de lectura, mayor comprensión, mejor memoria) eran permanentes, y estas ganancias podían ser logradas a cualquier edad en ausencia de enfermedades degenerativas.

Sin embargo, los beneficios proporcionados por la lectura dinámica no eran permanentes en el cien por ciento de los casos. Un porcentaje de individuos que podía variar ampliamente entre el cinco y el treinta por ciento mostraba una tendencia hacia el retroceso, perdiendo paulatinamente las habilidades recién adquiridas. Estos casos presentaban un dilema, ya que al ser sometidas estas personas a un análisis exhaustivo, su perfil psicológico no denotaba a primera vista una anomalía detectable. Entendían claramente y podían definir todas las palabras que usadas en un texto con el cual estaban teniendo problemas. Por otro lado, los exámenes practicados por optometristas calificados no arrojaban anormalidades en el órgano visual en aquellos con una tendencia gradual hacia el retroceso. Eventualmente, se llegó a la conclusión de que la única explicación posible para estas dificultades y retrocesos era que estas personas, aunque comprendiesen perfectamente bien el significado de todas las palabras que se estaban usando en un texto que les presentaba dificultades en su lectura, a la hora de leer veían las palabras alteradas, diferentes de como aparecían en el material que estaban leyendo. Esto, desde luego, es el problema de la dislexia, el cual ha sido reconocido en fechas recientes como uno de los más graves obstáculos en el aprendizaje de muchos individuos cuya dislexia los ha privado de muchas oportunidades que les ofrecía la vida.

Es importante dejar asentado de una vez por todas que el disléxico no es una persona de escasa inteligencia, falto de voluntad o carente de habilidades creativas. En su conversación ordinaria con las demás personas, es prácticamente imposible distinguir a un disléxico de una persona “común y corriente”. El disléxico es capaz de razonar de resolver problemas que requieren de análisis y juicio crítico, demostrando con ello que no hay ninguna anormalidad detectable en su capacidad para procesar información y llegar a conclusiones lógicas. El problema del disléxico es que cuando trata de leer algo que le ponen enfrente, las imágenes de las letras y las palabras que recogen sus ojos no son las mismas que las imágenes de las letras y las palabras que le llegan a la región de “procesamiento central” del cerebro. En pocas palabras, la información se distorsiona en algún lugar del camino desde los ojos hasta el cerebro, de modo tal que la información que está leyendo el disléxico con sus ojos puede ser muy diferente de la información que el disléxico cree que está leyendo con su mente.

Posiblemente usted haya visto alguna vez en su vida el efecto de algunas lentes que, colocadas más allá de cierta distancia, “invierten” las imágenes parándolas de cabeza; o los espejos curvos en las ferias que deforman las imágenes de aquellos que se miran en ellos. Si usted tuviese que mirar todo el tiempo al mundo de ésta manera desde que nace hasta que muere, posiblemente la vida le sería poco menos que imposible. Del mismo modo, considerando que las palabras que está leyendo un disléxico están siendo alteradas continuamente en el trayecto de los ojos al cerebro, podemos darnos una idea remota de los problemas que éste enfrenta para poder estar al corriente de sus asignaturas escolares o para poder salir adelante de todo lo que tiene que leer en su trabajo. Sólo aquellos que han estudiado de cerca al disléxico saben las enormes dificultades a las que éste se enfrenta con sus materiales de estudio, sin culpa alguna de su parte. ¡En cuántas ocasiones muchos padres de familia han reprendido duramente a sus hijos por las bajas calificaciones que estos sacan en la escuela, acusándolos injustamente de flojos y descuidados, cuando en realidad sus hijos cargaban con un problema difícil de sobrellevar en sus estudios; ignorando que, en lo que a esfuerzo se refiere, le cuesta mucho más trabajo al niño disléxico sacar un seis o un siete que al compañero “normal” un nueve o un diez! Bajas calificaciones, falta de interés en la lectura, falta de interés en sus estudios, y eventualmente la deserción escolar son algunas de las señales de alarma de que se tiene a la mano a un niño o a un joven con dislexia, sin importar la condición social del individuo, ya que éste problema ataca a todos los estratos sociales por igual. Resulta trágico que junto con la dislexia vienen habilidades creativas arriba de lo normal (tal vez como una compensación que dá la Naturaleza), las cuales son desaprovechadas al malinterpretarse los problemas del disléxico. Afortunadamente, en la actualidad existen formas de diagnosticar el mal desde muy temprana edad, lo cual permite tomar acción correctiva. Sin embargo, el problema de la dislexia seguirá afectando de alguna manera a quienes la padecen.

El disléxico frecuentemente lee palabras alteradas con letras añadidas. Por ejemplo, si le damos a leer la frase:

“No hay pero que valga”

posiblemente en su mente leerá lo siguiente:

“No hay perro que valga”

lo cual cambia por completo el significado de la frase. También puede leer palabras alteradas con letras intercambiadas. Por ejemplo, si le damos a leer la frase:

“Hay lagunas en su comprensión”

posiblemente el disléxico leerá en su mente lo siguiente:

“Hay algunas en su comprensión”

lo cual significa otra cosa completamente diferente. En su lectura se puede tropezar también con palabras alteradas con letras ausentes. Si trata de leer la frase:

“Cambiaron el pasador de la ventana”

tal vez su mente esté leyendo lo siguiente:

“Cambiaron el asador de la ventana”

Y, en la lectura de la siguiente frase:

“El caso del coro de la Iglesia nos es cada vez más difícil de resolver”

un disléxico puede registrar en su mente lo siguiente:

“El saco del cono de la Iglesia no es cadaveres más difícil de resolver”

Los problemas pueden incluír también letras o palabras fuera de lugar, letras o palabras “añadidas”, letras o palabras “ausentes”, y palabras o inclusive grupos de palabras intercambiadas. Si usted ha experimentado algunos de estos problemas en sus lecturas, entonces usted padece de dislexia, y la severidad de su problema dependerá de la frecuencia con la cual se presenten anomalías como las que acabamos de describir.

Resulta notable el hecho de que ante un problema tan serio como la dislexia, las herramientas de la lectura dinámica pueden ser aplicadas para vencer gran parte de los problemas que origina la dislexia. Uno de los hábitos del disléxico es que trata de hacer sus lecturas en forma pausada, con mucha lentitud, estando alerta la mayor parte del tiempo para asegurarse de que está leyendo cada letra y cada palabra correctamente (esto implica un retroceso hacia la lectura letra-por-letra). Con la lectura dinámica, esto no es necesario, ya que en tal caso estamos “barriendo” el material de lectura buscando datos y conceptos, no letras y palabras. Si al leer una frase o un párrafo rápidamente logramos entender lo que el autor nos está tratando de decir, manteniendo continuidad en las ideas y concordancia con lo que ya llevamos leído, mal haríamos en darle a cada palabra o inclusive a cada letra una importancia mayor que al texto que estamos leyendo. Podemos tolerar muchos errores de imprenta, muchos errores de ortografía e inclusive muchos errores causados en nuestra lectura por la dislexia cuando vamos rápidamente tras los conceptos y no tras las palabras o las letras individuales. Cuando algunas palabras “alteradas” en virtud de la dislexia resultan ser indispensables para la comprensión correcta de lo que estamos leyendo, entonces tratamos tales casos de la misma manera que tratamos la palabra indefinida, regresando hasta la parte del texto en la cual comenzaron a caer tanto nuestra velocidad de lectura como nuestra comprensión, y buscando la palabra indefinida, o, en este caso, la palabra alterada. Una vez que hemos detectado las palabras alteradas y que la lectura del texto vuelve a “tener sentido” para nosotros, podemos continuar con la lectura elevando nuevamente nuestra velocidad, repitiendo este procedimiento cuantas veces sea necesario cada vez que volvamos a tropezarnos con algún problema.

Cuando el disléxico esté leyendo un texto buscando algunos datos específicos, ya sea respuestas a preguntas del tipo quién, respuestas a preguntas del tipo cuándo, o respuestas a preguntas del tipo en dónde, le será necesario detenerse y leer cuidadosamente, así como repetir varias veces el nombre, la fecha, o el lugar, para asegurarse de que recogió la información correctamente, al igual que como nosotros lo hacemos con algún nombre extranjero que nos es enteramente desconocido. Sin embargo, una vez que se ha hecho esto, la velocidad de lectura puede ser elevada nuevamente compensando con creces cualquier tiempo que se haya perdido con este procedimiento.

Naturalmente, la lectura dinámica requiere que el individuo pueda juntar las letras en su mente formando palabras. En el caso del niño o del joven con dislexia severa, será necesario que primero se someta pacientemente a un método pedagógico o sistema de enseñanza que lo ayude a superar de alguna manera el problema de poder juntar las letras para formar palabras o, inclusive, el problema de poder identificar y distinguir cada letra correctamente (afortunadamente, ya hay varias técnicas en la actualidad que han sido desarrolladas para remediar en gran parte esta fase del problema de la dislexia). Una vez que ésta etapa ha sido superada, la lectura dinámica puede ayudarle al disléxico a elevar en forma apreciable su velocidad de lectura y su nivel de comprensión, poniéndolo inclusive por encima de aquellos individuos “normales” que carecen de las habilidades adquiridas a través de la lectura dinámica.

La situación del disléxico es comparable en cierta forma a lo que sucede con un reactor nuclear. Mientras la cantidad de combustible está por debajo de cierto nivel, la planta no produce cantidades apreciables de energía. Pero una vez que se ha alcanzado lo que los expertos denominan la “masa crítica”, el reactor es capaz de sostener por sí solo sin ayuda externa sus reacciones de fisión nuclear produciendo a la vez grandes cantidades de energía. Del mismo modo, después de que el disléxico ha adquirido la capacidad para poder identificar correctamente las palabras que lee, la lectura dinámica representa a continuación la etapa final con la cual se puede sobreponer en gran parte a los problemas a los cuales se enfrenta tanto en su aprendizaje como en su lucha por la vida.

Ahora haga el lector un breve resumen de lo que leyó mientras los datos están aún frescos en su memoria temporal, con la finalidad de pasarlos a su memoria permanente, destacando las respuestas que haya encontrado a los objetivos que se haya fijado para esta lectura.