Al reencuentro de la tierra prometida
La mayoría de los judíos israelitas no son europeos. Provienen de Marruecos, Algeria, Tunicia, Libia, Etiopía, Egipto, Irán, Siria; de Kurdistán, la punta de la península arábiga, de la India, Afganistán y de Rusia central. Al igual que sus compatriotas europeos, los judíos no-europeos adoptaron el idioma, la cultura, el estilo de vida y la apariencia de los habitantes de los países que los albergaban. Así que cuando llegaron a Israel llevaron con ellos las más diversas e impresionantes costumbres, tipos de alimentación, música y folclore.
Estos hechos pueden parecer asombrosos a cualquier turista occidental, incluyendo a los judíos que crecieron en Europa y América. El occidental promedio conoce únicamente a los judíos caucásicos, cuyas raíces occidentales se derivaron principalmente de la diáspora o dispersión de los judíos en Alemania, después del exilio babilónico de la Tierra Prometida. Este grupo representa únicamente una de las diversas migraciones de la diáspora a diversas áreas del mundo con sus diferentes culturas.
Los judíos provenientes de Europa y de América se denominan Ashkanazim (“Ashkanaz” en hebreo antiguo), y adoptaron muchas costumbres europeas. Además hablaban yiddish, un dialecto alemán. Fueron ellos los que vivieron y se enfrentaron a un medio ambiente social y político que incluía la asimilación, el nacionalismo moderno y el antisemitismo político. Ante todas estas circunstancias, reaccionaron con el sionismo: el movimiento a favor de la creación de un estado judío moderno, que asegura la preservación de las vidas de los judíos, en una entidad nacionalista. Aunque los judíos en otras partes del mundob experimentaron la discriminación, ésta nunca alcanzó las proporciones genocidas del anti-semitismo europeo y por tal motivo los judíos no-Ashkanazim jamás consideraron jamás consideraron la formación de un estado judío nacionalista.
(Tomado del la revista Claudia de mayo de 1981)
Total de palabras: 289 palabras
La tabla que nos dá las velocidades de lectura para varios tiempos de lectura del artículo es la siguiente:
Aunque el texto fue tomado de una revista popular como las que se venden en los puestos de periódicos y revistas, la fijación de objetivos que se llevó a cabo aquí es parecida en cierto modo a la que se podría haber aplicado en una lectura de estudio en la cual vamos no tras un solo objetivo sino varios, o sea tras un conjunto de objetivos múltiples. En este caso, se trata de cuatro objetivos, tres objetivos del tipo qué, y un objetivo del tipo quién. Y si se hubiera tratado de un libro de texto, es posible que antes de comenzar con la lectura tendríamos a la mano un lápiz o una pluma para ir subrayando rápidamente las palabras que contienen las respuestas a los cuatro objetivos prefijados. En un caso así, después de haber llevado a cabo la lectura el libro éste presentaría el siguiente aspecto:
Al reencuentro de la tierra prometida
La mayoría de los judíos israelitas no son europeos. Provienen de Marruecos, Algeria, Tunicia, Libia, Etiopía, Egipto, Irán, Siria; de Kurdistán, la punta de la península arábiga, de la India, Afganistán y de Rusia central. Al igual que sus compatriotas europeos, los judíos no-europeos adoptaron el idioma, la cultura, el estilo de vida y la apariencia de los habitantes de los países que los albergaban. Así que cuando llegaron a Israel llevaron con ellos las más diversas e impresionantes costumbres, tipos de alimentación, música y folclore.
Estos hechos pueden parecer asombrosos a cualquier turista occidental, incluyendo a los judíos que crecieron en Europa y América. El occidental promedio conoce únicamente a los judíos caucásicos, cuyas raíces occidentales se derivaron principalmente de la diáspora o dispersión de los judíos en Alemania, después del exilio babilónico de la Tierra Prometida. Este grupo representa únicamente una de las diversas migraciones de la diáspora a diversas áreas del mundo con sus diferentes culturas.
Los judíos provenientes de Europa y de América se denominan Ashkanazim (“Ashkanaz” en hebreo antiguo), y adoptaron muchas costumbres europeas. Además hablaban yiddish, un dialecto alemán. Fueron ellos los que vivieron y se enfrentaron a un medio ambiente social y político que incluía la asimilación, el nacionalismo moderno y el antisemitismo político. Ante todas estas circunstancias, reaccionaron con el sionismo: el movimiento a favor de la creación de un estado judío moderno, que asegura la preservación de las vidas de los judíos, en una entidad nacionalista. Aunque los judíos en otras partes del mundo experimentaron la discriminación, ésta nunca alcanzó las proporciones genocidas del anti-semitismo europeo y por tal motivo los judíos no-Ashkanazim jamás consideraron jamás consideraron la formación de un estado judío nacionalista.
(Tomado de la revista Claudia de mayo de 1981)
Otra alternativa un poco más llamativa consiste en recurrir al clásico marcador de colores (amarillo generalmente) en lugar del subrayado para destacar aquellas palabras que a nuestro parecer consituyen datos que son centrales a la lectura, en cuyo caso después de haber llevado a cabo la lectura el libro éste presentaría el siguiente aspecto:
Al reencuentro de la tierra prometida
La mayoría de los judíos israelitas no son europeos. Provienen de Marruecos, Algeria, Tunicia, Libia, Etiopía, Egipto, Irán, Siria; de Kurdistán, la punta de la península arábiga, de la India, Afganistán y de Rusia central. Al igual que sus compatriotas europeos, los judíos no-europeos adoptaron el idioma, la cultura, el estilo de vida y la apariencia de los habitantes de los países que los albergaban. Así que cuando llegaron a Israel llevaron con ellos las más diversas e impresionantes costumbres, tipos de alimentación, música y folclore.
Estos hechos pueden parecer asombrosos a cualquier turista occidental, incluyendo a los judíos que crecieron en Europa y América. El occidental promedio conoce únicamente a los judíos caucásicos, cuyas raíces occidentales se derivaron principalmente de la diáspora o dispersión de los judíos en Alemania, después del exilio babilónico de la Tierra Prometida. Este grupo representa únicamente una de las diversas migraciones de la diáspora a diversas áreas del mundo con sus diferentes culturas.
Los judíos provenientes de Europa y de América se denominan Ashkanazim (“Ashkanaz” en hebreo antiguo), y adoptaron muchas costumbres europeas. Además hablaban yiddish, un dialecto alemán. Fueron ellos los que vivieron y se enfrentaron a un medio ambiente social y político que incluía la asimilación, el nacionalismo moderno y el antisemitismo político. Ante todas estas circunstancias, reaccionaron con el sionismo: el movimiento a favor de la creación de un estado judío moderno, que asegura la preservación de las vidas de los judíos, en una entidad nacionalista. Aunque los judíos en otras partes del mundo experimentaron la discriminación, ésta nunca alcanzó las proporciones genocidas del anti-semitismo europeo y por tal motivo los judíos no-Ashkanazim jamás consideraron jamás consideraron la formación de un estado judío nacionalista.
(Tomado de la revista Claudia de mayo de 1981)
En esta práctica, puede apreciarse que manteniendo fijada nuestra atención sobre los objetivos tras los que íbamos, la localización de los objetivos no nos habría llevado ni siquiera medio minuto. La lectura completa del extracto, de cualquier manera, posiblemente nos habría llevado algo así como minuto y medio.