jueves, 28 de agosto de 2008

Lectura de Práctica Cronometrada # 018

En esta práctica llevaremos a cabo una lectura de estudio en donde trataremos de sacar de la lectura con la ayuda de las seis llaves mágicas (quién, qué, cuándo, en dónde, por qué, cómo) los datos que a nuestro juicio podrán aparecer como preguntas en un examen escolar. Al final de esta lectura, se le proporcionará al lector un examen con 15 preguntas con las cuales se pondrá a prueba su capacidad de retención así como su capacidad de comprensión. La capacidad de retención será sometida a prueba preguntando fechas, lugares y otros datos específicos, mientras que la capacidad de comprensión será puesta a prueba con una pregunta que requerirá haber entendido la idea principal que hay detrás del texto.

Puesto que se trata de una lectura de estudio a fondo, invariablemente habrá lapsos en la lectura, pausas que se traducirán en una pérdida en la velocidad de lectura que es medida en base al tiempo total transcurrido, puesto que en cada pausa el cronómetro seguirá corriendo aunque estemos detenidos en cierto punto del material escrito. Sin embargo, cada pausa es necesaria, es inevitable por así decirlo, puesto que tenemos que frenar para poner atención en el dato que acabamos de detectar. Una vez registrado el dato, podemos resumir nuestra lectura a paso acelerado hasta encontrar el siguiente dato en el cual necesariamente habremos de detenernos, y así sucesivamente.

Casi todo el mundo sabe que la primera sangre de la Revolución Norteamericana se derramó en Lexington el 19 de abril de 1775. Muchos creen que las tropas inglesas dispararon fríamente contra los milicianos norteamericanos, que en aquella helada mañana estaban sencillamente ejerciendo su derecho de portar armas. Pero, ¿quién recuerda ahora que fue la Partida de Té de Boston la causa directa del combate de Lexington?

Este famoso incidente (el rechazo declarado del impuesto sobre el té) se produjo en la lluviosa noche del 16 de diciembre de 1773. Un grupo bien disciplinado de ciudadanos de Boston (tal vez 125 en total, y disfrazados algunos bastante caprichosamente de indios), abordó tres navíos mercantes ingleses que había en el puerto y tiró té al agua por valor de 18,000 libras esterlinas, enviado desde Inglaterra por la Compañía de las Indias Orientales.

 Cuando el Parlamento y Jorge III oyeron las nuevas de este desafío pidieron que la provincia de la Bahía de Massachusetts pagara todo el costo del té. La legislatura provincial se negó. El Parlamento, inflexible, aprobó entonces un decreto, el 1 de junio de 1774, que cerraba el puerto de Boston hasta que se pagara el té. El rey envió al teniente general Thomas Gage de gobernador militar de la Bahía de Massachusetts, con cuatro regimientos de soldados regulares para imponer respeto a los norteamericanos.

Durante casi un año, Gage siguió una política de espera vigilante, confiado en que la agitación se extinguiría. Pero sus espías le tenían informado del creciente depósito de municiones que los norteamericanos estaban acumulando en Concord, a unos 32 kilómetros de Boston. También estaba enterado de que de punta a punta de la provincia, compañías de milicianos estaban instruyendo a campesinos bisoños.

Sus propias fuerzas estaban incrementándose en aquel invierno. Para la primavera de 1775 tenía en Boston diez regimientos británicos, con efectivos de más de 4,000 hombres. Gage comprendía que enviar aquel ejército contra los milicianos ocasionaría una rebelión armada. Si hubiera podido sencillamente apoderarse de las municiones, el hecho hubiera venido a ser casi una victoria militar, porque las fuerzas provinciales quedarían sin medios de defensa.

Se decidió efectuar una marcha nocturna de sorpresa sobre Concord. Si todo iba bien, las tropas se apoderarían de la pólvora y estarían de vuelta en Boston a media mañana… antes de que se pudieran juntar las milicias. Parecía un plan bastante bueno, pero desde el principio salió mal. Antes siquiera de que los 700 granaderos y soldados de infantería ligera se hubieran embarcado para atravesar la Back Bay hasta el punto donde debían emprender la marcha, el secreto ya no lo era. Paul Revere y William Dawes se ponían en camino por diferentes derroteros para alertar a los milicianos. Llegados los soldados regulares a la orilla, estuvieron casi dos horas detenidos, esperando que llegaran las provisiones. Era más de la una cuando se pusieron en movimiento.

Cañonazos de alarma y repique de campanas pronto dieron triste prueba de que el campo estaba levantado. En Lexington, por donde pasaba la carretera, estaban congregados 500 hombres armados, según dijeron unos excitados mensajeros que volvían del camino de Concord al colonel Smith, que mandaba los soldados regulares. Smith envió al comandante John Pitcairn, con cuatro compañías de caballería ligera, a hacer un reconocimiento.

Al alba llegó Pitcairn a la vista de Lexington Green (prado). No había 500 hombres, sino 70 a lo sumo, formados en dos filas irregulares y cosa de 40 espectadores. Pitcairn acicateó un caballo para que corriera hacia el Green y pidió que los provincianos depusieran las armas. El capitán John Parker, que mandaba la compañía de milicianos, vio que era fútil hacer otra cosa y dio a sus hombres la orden de dispersarse sin hacer fuego.

Las compañías inglesas avanzaban por pelotones hacia los milicianos. Algunos de los norteamericanos, pero no todos, habían obedecido a Parker y estaban empezando a dejar el campo. En aquel momento se oyó un solo tiro, otros siguieron acá y allá y entonces, el primer pelotón inglés disparó una descarga. Hubo otras dos, del segundo y el tercer batallón, casi inmediatamente después de la primera. Acabadas las descargas, ocho hombres de Lexington yacían muertos y otros diez estaban heridos. La única baja de los ingleses fue el caballo del comandante Pitcairn, pero ni entonces ni después pudo saberse si la bala que lo hirió era inglesa o norteamericana.

¿Quién disparó la primera bala? Los norteamericanos negaron que procediera de su campo. Pitacairn juró no haber dado orden de disparar, pero reconoció que sus soldados estaban nerviosos y habían quebrantado la disciplina con sus descargas. Hasta hoy se ignora quién disparó la bala que empezó aquella revolución. Pero hay una cosa que no ofrece duda. El camino que condujo a Lexington empezó en el puerto de Boston con la destrucción de tres cargamentos de té de la Compañía de las Indias Orientales.

Total de palabras: 812 palabras


La tabla que nos dá las velocidades de lectura para varios tiempos de lectura de la narración es la siguiente:


Ahora se le presentará al lector el examen con 15 preguntas del que se le estaba hablando para que ponga a prueba su capacidad de retención, o mejor dicho, su paciencia para haberse detenido en los datos en los que se debería de haber detenido para ponerles un poco más atención, recogiéndolos como los eslabones sobre los cuales está construída la narración:

1.- ¿Cuál fue la fecha (cuando) de la Partida del Te de Boston?

2.- ¿Cuántos hombres (qué número de hombres) tomaron parte en ella?

3.- ¿Cuánto valía (qué valor) el té tirado al agua?

4.- ¿Quién fue el gobernador militar de la provincia de la Bahía de Massachusetts?

5.- ¿Cuándo se cerró el Puerto de Boston?

6.- ¿En dónde almacenaban municiones los norteamericanos?

7.- ¿En qué noche (cuándo) se pusieron en marcha los ingleses?

8.- ¿Quién dio la alarma a las milicias y al campesinado?

9.- ¿A qué hora más o menos (cuando) llegaron los ingleses a Lexington?

10.- ¿Cuántos milicianos (qué numero de hombres) norteamericanos había allí?

11.- ¿Quién era su capitán?

12.- ¿Quién era el comandante inglés que tenía el mando en Lexington?

13.- ¿Cuántos (qué número de hombres) norteamericanos quedaron muertos?

14.- ¿Quién disparó el primer tiro en Lexington?

15.- ¿Por qué fue la Partida de Té de Boston causa de la revolución?

Obsérvese que las primeras 14 preguntas involucran datos muy específicos con los cuales se pone a prueba nuestra capacidad de retención para este relato, mientras que la última pregunta pone a prueba nuestra capacidad de comprensión. En rigor de verdad, un buen maestro de Historia, en lugar de someter a sus alumnos al suplicio de tener que recordar muchos nombres, fechas y lugares, enfatizando la retención sobre la comprensión, dará prioridad a la comprensión sobre la retención.

A continuación veremos nuevamente el relato, realzando con un marcador amarillo los datos en los cuales deberíamos haber detenido nuestra lectura para irlos extrayendo a fin de poder responder a las preguntas formuladas arriba:

Casi todo el mundo sabe que la primera sangre de la Revolución Norteamericana se derramó en Lexington el 19 de abril de 1775. Muchos creen que las tropas inglesas dispararon fríamente contra los milicianos norteamericanos, que en aquella helada mañana estaban sencillamente ejerciendo su derecho de portar armas. Pero, ¿quién recuerda ahora que fue la Partida de Té de Boston la causa directa del combate de Lexington?

Este famoso incidente (el rechazo declarado del impuesto sobre el té) se produjo en la lluviosa noche del 16 de diciembre de 1773. Un grupo bien disciplinado de ciudadanos de Boston (tal vez 125 en total, y disfrazados algunos bastante caprichosamente de indios), abordó tres navíos mercantes ingleses que había en el puerto y tiró té al agua por valor de 18,000 libras esterlinas, enviado desde Inglaterra por la Compañía de las Indias Orientales.

 Cuando el Parlamento y Jorge III oyeron las nuevas de este desafío pidieron que la provincia de la Bahía de Massachusetts pagara todo el costo del té. La legislatura provincial se negó. El Parlamento, inflexible, aprobó entonces un decreto, el 1 de junio de 1774, que cerraba el puerto de Boston hasta que se pagara el té. El rey envió al teniente general Thomas Gage de gobernador militar de la Bahía de Massachusetts, con cuatro regimientos de soldados regulares para imponer respeto a los norteamericanos.

Durante casi un año, Gage siguió una política de espera vigilante, confiado en que la agitación se extinguiría. Pero sus espías le tenían informado del creciente depósito de municiones que los norteamericanos estaban acumulando en Concord, a unos 32 kilómetros de Boston. También estaba enterado de que de punta a punta de la provincia, compañías de milicianos estaban instruyendo a campesinos bisoños.

Sus propias fuerzas estaban incrementándose en aquel invierno. Para la primavera de 1775 tenía en Boston diez regimientos británicos, con efectivos de más de 4,000 hombres. Gage comprendía que enviar aquel ejército contra los milicianos ocasionaría una rebelión armada. Si hubiera podido sencillamente apoderarse de las municiones, el hecho hubiera venido a ser casi una victoria militar, porque las fuerzas provinciales quedarían sin medios de defensa.

Se decidió efectuar una marcha nocturna de sorpresa sobre Concord. Si todo iba bien, las tropas se apoderarían de la pólvora y estarían de vuelta en Boston a media mañana… antes de que se pudieran juntar las milicias. Parecía un plan bastante bueno, pero desde el principio salió mal. Antes siquiera de que los 700 granaderos y soldados de infantería ligera se hubieran embarcado para atravesar la Back Bay hasta el punto donde debían emprender la marcha, el secreto ya no lo era. Paul Revere y William Dawes se ponían en camino por diferentes derroteros para alertar a los milicianos. Llegados los soldados regulares a la orilla, estuvieron casi dos horas detenidos, esperando que llegaran las provisiones. Era más de la una cuando se pusieron en movimiento.

Cañonazos de alarma y repique de campanas pronto dieron triste prueba de que el campo estaba levantado. En Lexington, por donde pasaba la carretera, estaban congregados 500 hombres armados, según dijeron unos excitados mensajeros que volvían del camino de Concord al colonel Smith, que mandaba los soldados regulares. Smith envió al comandante John Pitcairn, con cuatro compañías de caballería ligera, a hacer un reconocimiento.

Al alba llegó Pitcairn a la vista de Lexington Green (prado). No había 500 hombres, sino 70 a lo sumo, formados en dos filas irregulares y cosa de 40 espectadores. Pitcairn acicateó un caballo para que corriera hacia el Green y pidió que los provincianos depusieran las armas. El capitán John Parker, que mandaba la compañía de milicianos, vio que era fútil hacer otra cosa y dio a sus hombres la orden de dispersarse sin hacer fuego.

Las compañías inglesas avanzaban por pelotones hacia los milicianos. Algunos de los norteamericanos, pero no todos, habían obedecido a Parker y estaban empezando a dejar el campo. En aquel momento se oyó un solo tiro, otros siguieron acá y allá y entonces, el primer pelotón inglés disparó una descarga. Hubo otras dos, del segundo y el tercer batallón, casi inmediatamente después de la primera. Acabadas las descargas, ocho hombres de Lexington yacían muertos y otros diez estaban heridos. La única baja de los ingleses fue el caballo del comandante Pitcairn, pero ni entonces ni después pudo saberse si la bala que lo hirió era inglesa o norteamericana.

¿Quién disparó la primera bala? Los norteamericanos negaron que procediera de su campo. Pitacairn juró no haber dado orden de disparar, pero reconoció que sus soldados estaban nerviosos y habían quebrantado la disciplina con sus descargas. Hasta hoy se ignora quién disparó la bala que empezó aquella revolución. Pero hay una cosa que no ofrece duda. El camino que condujo a Lexington empezó en el puerto de Boston con la destrucción de tres cargamentos de té de la Compañía de las Indias Orientales.

La pregunta 14 (¿quién disparó el primer tiro en Lexington?) es una pregunta “trampa” que en realidad pone a prueba la comprensión del material que se leyó, puesto que una frase en el último párrafo lo dice todo al asentar “Hasta hoy se ignora quién disparó la bala que empezó aquella revolución”. Y la pregunta 15 es la que, más que poner a prueba la capacidad de retención, lo que hace es poner a prueba la capacidad de comprensión, porque no se trata de tomar un solo dato aislado sino de comprender la idea central detrás de todo el material.