jueves, 28 de agosto de 2008

Lectura de Práctica Cronometrada # 015

Lo que será presentado a continuación tiene por título “Expande tu Memoria”, y tiene por sub-título “Recuérdalo todo, desde donde dejaste las llaves hasta el nombre de tus compañeros de trabajo”. Tomando el título del artículo como guía, podemos fijarnos de inmediato como objetivo para nuestra lectura el indagar cómo podemos expandir nuestra memoria, que puesto en forma de pregunta sería: ¿Cómo podemos expandir nuestra memoria? El encabezado del artículo sugiere que el tema tratado será interesante, y ciertamente, si logramos extraer algo de utilidad de este artículo, algo que no sabíamos antes de comenzar a leerlo, el tiempo dedicado a la lectura del mismo habrá valido la pena.

EXPANDE TU MEMORIA

Recuérdalo todo, desde donde dejaste las llaves hasta el nombre de tus compañeros de trabajo.
Por: Diane Sewell
 

Detesto olvidar dónde estacioné el auto, el nombre de alguien con quien trabajé durante 10 años… o el título de una película que ví anoche. Es frustrante, a menudo embarazoso y cada vez más frecuente conforme voy dejando atrás los 50 años de edad. ¿Te ha pasado?

“En todos los países, cuando le pregunto a la gente cuál es su mayor problema en cuanto a facultades mentales se refiere, la respuesta más común es la memoria”, dice el británico Tony Buzan, uno de los mayores expertos mundiales en retentiva y autor de numerosos libros sobre el tema. “El problema es que nos hemos entrenado para ser unos desmemoriados”.

Ya sea que se trate de nombres olvidados, llaves perdidas, citas a las que no llegamos o simplemente que se nos quede en la punta de la lengua algo que sabemos que sabemos, los expertos coinciden en que no tenemos por qué resignarnos a sufrir estos olvidos… los cuales nada tienen que ver con la edad. Podemos disfrutar de una buena memoria más allá 80 o 90 años, siempre y cuando estemos dispuestos a invertir en ello un poco de tiempo y esfuerzo. “La memoria se deteriora con la edad sólo si no la usamos. A la inversa, si la ejercitamos, seguirá aumentando durante toda la vida”, añade Buzan, quien a sus 61 años asegura que su retentiva está mejor que nunca. “Pero hay que perseverar”. El beneficio es una mejor calidad de vida en la tercera edad, afirma Sylvain Williams, profesor adjunto de psiquiatría en la Universidad McGill, en Montreal, e investigador de neurociencia en el Hospital Douglas de la misma ciudad.

Los estudios demuestran que las personas de edad avanzada con mejor memoria y mente más despierta participan en un mayor número de actividades, incluídas las sociales, lo que a su vez ayuda a preservar la retención y otras facultades mentales. Las investigaciones también indican que la gente mayor sana y activa puede aprender y recordar tanto como las personas de menor edad, aunque quizá no con la misma rapidez.

El interés de Buzan por la memoria surgió en la Universidad de Columbia Británica en 1960. El primer día de clases, su profesor de inglés recitó de memoria toda la lista de alumnos, junto con sus direcciones y teléfonos. (Sí, es verdad.)

De hecho, la capacidad humana para recordar es tan excepcional que hay quienes se entrenan para aprender de memoria el orden de las cartas en 10 mazos barajados, 1000 dígitos al azar y 99 nombres y caras nuevos. Estos son los equivalentes mentales de los superatletas, y muchos compiten en el Campeonato Mundial de Memoria, que se celebra anualmente. Buzan lo inició en 1991, y se ha vuelto tan popular que han surgido campeonatos nacionales en todo el mundo. En Canadá, el primero que va a celebrarse se ha previsto para marzo de 2007 en Vancouver.

Aunque muy pocas personas tienen que recordar el orden de 10 barajas, es importante contar con una memoria confiable no sólo en nuestra vida personal, sino en la profesional. “Cuando uno recuerda los nombres de los clientes y sus principales cifras y productos, los deja impresionados, ahorra tiempo y los hace sentir importantes”, señala Bob Gray, especialista en retentiva de Whitby, Ontario, de 51 años, que lleva 20 enseñando métodos de memorización. “Creo que la gente no sabe cuánta memoria tiene sin aprovechar”.

Entonces, ¿qué saben los campeones de la memoria que nosotros los olvidadizos no? La respuesta es la mnemotecnia –arte de aumentar la capacidad retentiva-, cuyo nombre procede de Mnemosina, nombre de la diosa griega de la memoria, y que comprende técnicas probadas para recordarlo todo, incluyendo nombres, listas, hechos y números.

No hace falta ser brillante ni estudiar durante años para obtener resultados. Una vez que se entienden los principios básicos y se practican con regularidad, se está en condiciones de aumentar la capacidad de la memoria. Según Buzan, es posible obtener resultados desde el primer día.

Hay docenas de métodos mnemotécnicos, pero todos se reducen a dos cosas: imaginación y asociación, lo que Buzan llama “los pilares de la función mental”. Dado que al cerebro le cuesta trabajo recordar símbolos abstractos, como nombres y números, la clave está en hacerlos memorables asociándolos con imágenes vívidas.

Frances Evans, mujer de 40 años copropietaria de The Sun Room, un concurrido restaurante de Stratford, Ontario, aprendió esta sencilla lección en un curso de memoria de un día que tomó en una universidad local para poder recordar los nombres de la clientela. Funcionó. “Por ejemplo, había una clienta frecuente y yo nunca recordaba si se llamaba Deb o Cathy ”, cuenta. “El nombre era Deb; luego de tomar el curso, la imaginé navegando en Internet (Deb en la web) y nunca más olvidé su nombre”.

Este método, uno de los más fáciles para aumentar nuestra memoria, parece obvio, pero es importante. “La causa más común de que un adulto sano olvide las cosas es que no pone atención en ellas”, explica Cynthia Green, directora fundadora del Programa de Aumento de la Memoria de la Facultad de Medicina Monte Sinaí, en Nueva York. “Estar distraídos puede hacer que nos falle la memoria, sea cual sea nuestra edad”.

Según los expertos, algo que actúa en nuestro favor es la tendencia natural de la mente a hacer asociaciones entre cosas que normalmente no están relacionadas.

Piensa en las palabras “elefante” y “plátano”, y tu mente encuentra automáticamente la manera de asociarlas. (Yo al instante me imaginé un elefante resbalando sobre una cáscara de platano.) La clave para recordar cosas es aprovechar esa inclinación natural y luego, mediante la fantasía, exagerar la imagen para volverla inolvidable.

Una de las fórmulas más populares es la técnica romana de la habitación (los romanos desarrollaron métodos mnemotécnicos propios, derivados de las investigaciones de los griegos). Resulta útil porque uno de los olvidos más frecuentes que hay, después del de nombres y caras, es el de objetos. Consiste en imaginar las habitaciones de nuestra casa u otros lugares conocidos y colgar mentalmente en ellos las cosas que queremos recordar.

Digamos que no quieres olvidarte de comprar harina, leche y pan. Imagínate que entras en casa y ves harina espolvoreada sobre los abrigos que cuelgan en el ropero. Pasa a la sala y visualiza un charco de leche sobre la alfombra. Sigue por el pasillo y figúrate que encuentras rebanadas de pan pegadas en las paredes. “Cuanto más ridículas son las imágenes, más pronto acude el recuerdo a la mente”, afirma Gray. Una vez hecho lo anterior, repite el recorrido mental por tu casa para ayudar al proceso de memorización. Estas elaboradas imágenes, que puedes crear en segundos y que salieron de tu propia fantasía, no las olvidarás fácilmente.

Kathryn Hunt, de 31 años, es gerente de proyectos de una compañía de Vancouver dedicada a crear programas informáticos para empresas, y daba por sentada su buena memoria hasta que le encargaron desarrollar y promover cierto programa. Kathryn, que estaba acostumbrada a sobresalir en todo lo que hacía, empezó a olvidar puntos importantes de mercadotecnia durante las presentaciones a los clientes y después no se acordaba de las sugerencias que le hacían para modificar el producto. También olvidaba a qué quería dar seguimiento cuando volvía a la oficina. “Pensé que estaba enferma”. No quería tomar notas por miedo a parecer insegura o a que hubiera silencios incómodos mientras lo hacía.

En vez de eso se inscribió en un taller de mnemotecnia de dos días, y luego de aprender y poner en práctica la técnica de asociación-imaginación, enseguida obtuvo buenos resultados. Ahora recuerda con facilidad 10 asuntos pendientes creando imágenes. Por ejemplo, para no olvidarse de enviar al cliente un cuestionario de seguimiento después de una presentación, usa la imagen de un caramelo: caramelo-lamer, sobre-enviar cuestionario. Es posible que a otra persona no le dé resultado, pero a ella sí porque fue quien inventó la imagen. Y ha obtenido beneficios cuantificables. “Ahora hablo con más seguridad porque recuerdo las cosas”, explica. “También puedo usar mi sentido del humor porque no tengo que preocuparme de recordarlo todo”.

Aunque los científicos no saben a ciencia cierta cuál es el proceso por el que los recuerdos acuden a la mente, en 1981 el psicólogo estadounidense Roger Sperry determinó que cada hemisferio cerebral lleva a cabo distintas funciones. El hemisferio derecho se especializa en el reconocimiento de patrones, la música, las emociones y la creatividad, mientras que el izquierdo tiene que ver más con el orden, las secuencias, la lógica y el lenguaje.

Sin embargo, hoy día los científicos saben que cuanto más se usan ambos hemisferios, más se beneficia uno del otro. Así, por ejemplo, el estudio de la música ayuda al de las matemáticas, y el del ritmo al de los idiomas. En la actualidad también se sabe que una persona de excelente memoria utiliza ambos hemisferios.

La forma en que funciona la memoria es compleja y, como lo señala Sylvain Williams, “todavía es materia de una ciencia nueva”. Aún así, ¿qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos encontramos en el supermercado con una mujer cuyo nombre no podemos recordar? Williams explica: conocer a la mujer pone en funcionamiento el hipocampo -estructura cerebral que gobierna la creación y recuperación de recuerdos-, el cual de inmediato comienza a formar impresiones basadas en las característocas de la mujer, como color de pelo, estatura, vestimenta y ademanes.

Para buscar cualquiera de estas impresiones, las neuronas del hipocamo comunican y activan otros grupos neuronales situados en la corteza cerebral, donde se guardan los recuerdos duraderos.

Juntos, los distintos grupos neuronales se ponen a buscar cualquier dato almacenado sobre la mujer. Si no encuentran su nombre, recurren a otras zonas del cerebro, como la corteza prefrontal, y luego acuden de nuevo al hipocampo y otras regiones de la corteza para transmitirles una “lluvia de ideas” cuya finalidad es recordar el nombre. Si no lo consiguen, es momento de recurrir a algunas de las técnicas para aumentar la capacidad de la memoria.

Eso es lo que hizo Scott Hagwood, ingeniero químico de 42 años de Fayetteville, Carolina del Norte, cuando en 1999 decidió empezar a practicar métodos mnemotécnicos a fin de contrarrestar los efectos indeseables del tratamiento que recibía para combatir un cáncer de tiroides. Se llevó una sorpresa al ver todo lo que podía lograr: después de dos años, se inscribió en los Campeonatos de Memoria de Estados Unidos… y ganó. Ahora enseña a otras personas a aumentar su memoria, y ha escrito un libro sobre el tema. En su opinión, uno de los factores fundamentales para conseguirlo es creer que es posible. “Tendemos a fijarnos en aquello de lo que nos olvidamos y a no valorar todas las cosas maravillosas de las que sí nos acordamos. Es como si nos saboteáramos psicológicamente”.

La cuestión de los nombres es el mejor ejemplo de lo derrotistas que podemos ser. ¿Cuántas veces no has escuchado a alguien declararse pésimo para recordar nombres? “La mayoría de la gente ni siquiera hace el intento de recordarlos porque se considera, de entrada, incapaz para ello”, explica Bill Clennan, orador profesional de Delta, Columbia Británica, que también imparte talleres de mnemotecnia. El recomienda poner en práctica los siguientes trucos:

Decide si realmente quieres recordar el nombre de alguien.

Intenta memorizar el nombre mientras miras a la persona a la cara, y repítelo mentalmente, lo cual forma una asociación mental que Clennan llama “fusión”.

Estudia el rostro y fíjate en sus rasgos particulares. Si te presentan a una Angélica que tiene cara de ángel, basta que pongas atención a esta característica para recordar su nombre.

Imagina a la persona en otro ambiente: en traje de baño en la playa, en una montaña rusa o en un columpio suspendido de un árbol.

De ser posible, haz rimas con el nombre: Ana rana, Diego ciego, Julián el can.

Si tienes que memorizar un apellido largo, divídelo en partes para facilitar el trabajo. Por ejemplo, puedes dividir Orachinski en “hora”, “chino” y “esquí” y, para no olvidar estas asociaciones, imaginar a qué hora sale un chino a esquiar.

Nada impide que hagas asociaciones exóticas o eróticas, aunque, claro, conviene que sea en privado.

También es útil asociar cosas que no tienen relación. “Cuando la gente no encuentra su auto en un estacionamiento, suele concluír que es por mala memoria”, explica Buza, “pero la memoria nada tiene que ver con eso. Lo que ocurre es que no se dieron unos momentos para inventar una imagen mental ni para establecer asociaciones”. La próxima vez que dejes el coche en un estacionamiento concurrido, prueba a crear una imagen del lugar. Imagínate el estacionamiento como una selva tropical en la que los postes de luz son enormes árboles. Las zonas donde está prohibido dejar vehículos podrían ser arenas movedizas, y la entrada del edificio, una cueva. De esta manera dispondrás de un mapa memorable en el que no quedará duda sobre la posición de tu auto.

Desde que empecé a estudiar mnemotecnia y a poner atención en lo que quiero recordar, he tenido grandes avances. En especial me gusta usar la técnica romana de la habitación, que ha reducido radicalmente mi necesidad de utilizar recordatorios escritos. Por ejemplo, el otro día tenía varias cosas que hacer: sacar unas fotocopias, recoger una pulsera que había llevado a reparar, depositar un cheque en el banco y comprar una botella de vino para la cena. Normalmente habría anotado todo en un papel, en un orden tal que me permitiera el máximo ahorro de gasolina, pero en vez de eso usé la técnica de la habitación: imaginé que entraba por la puerta trasera de la casa y veía en el suelo papeles desperdigados con los que mi esposo resbalaba (las fotocopias). Luego pasaba a la sala y veía al gato durmiendo en el sofá con mi pulsera puesta a modo de collar (recoger la pulsera). A continuación me imaginé que las flores del papel tapiz de la cocina se convertían en billetes de 20 dólares (depositar el cheque). Por último, entré mentalmente en el comedor y me encontré con un festín medieval en el que todo el mundo bebía vino en copas con joyas incrustadas (comprar el vino).

He comprendido que los expertos tienen razón: no es tan difícil recordar las cosas una vez que sabemos memorizarlas. Claro que escribir una lista no lleva mucho tiempo, pero ahora, en cuestión de segundos, pongo a mis neuronas a hacer un poco de ejercicio que les resulta fundamental.

Bien, ¿qué estaba diciendo?
(Tomado de la revista Selecciones del Reader’s Digest de marzo de 2006)

Total de palabras: 2,433 palabras.


La tabla que nos dá las velocidades de lectura para varios tiempos de lectura del artículo es la siguiente:



A continuación repasaremos nuevamente el texto del artículo, pero destacando con nuestro “marcador amarillo” aquellos pasajes que parecen ser la respuesta al objetivo cómo que nos habíamos fijado antes de dar inicio a la lectura:

EXPANDE TU MEMORIA
Recuérdalo todo, desde donde dejaste las llaves hasta el nombre de tus compañeros de trabajo.
Por: Diane Sewell
 
Detesto olvidar dónde estacioné el auto, el nombre de alguien con quien trabajé durante 10 años… o el título de una película que ví anoche. Es frustrante, a menudo embarazoso y cada vez más frecuente conforme voy dejando atrás los 50 años de edad. ¿Te ha pasado?

“En todos los países, cuando le pregunto a la gente cuál es su mayor problema en cuanto a facultades mentales se refiere, la respuesta más común es la memoria”, dice el británico Tony Buzan, uno de los mayores expertos mundiales en retentiva y autor de numerosos libros sobre el tema. “El problema es que nos hemos entrenado para ser unos desmemoriados”.

Ya sea que se trate de nombres olvidados, llaves perdidas, citas a las que no llegamos o simplemente que se nos quede en la punta de la lengua algo que sabemos que sabemos, los expertos coinciden en que no tenemos por qué resignarnos a sufrir estos olvidos… los cuales nada tienen que ver con la edad. Podemos disfrutar de una buena memoria más allá 80 o 90 años, siempre y cuando estemos dispuestos a invertir en ello un poco de tiempo y esfuerzo. “La memoria se deteriora con la edad sólo si no la usamos. A la inversa, si la ejercitamos, seguirá aumentando durante toda la vida”, añade Buzan, quien a sus 61 años asegura que su retentiva está mejor que nunca. “Pero hay que perseverar”. El beneficio es una mejor calidad de vida en la tercera edad, afirma Sylvain Williams, profesor adjunto de psiquiatría en la Universidad McGill, en Montreal, e investigador de neurociencia en el Hospital Douglas de la misma ciudad.

Los estudios demuestran que las personas de edad avanzada con mejor memoria y mente más despierta participan en un mayor número de actividades, incluídas las sociales, lo que a su vez ayuda a preservar la retención y otras facultades mentales. Las investigaciones también indican que la gente mayor sana y activa puede aprender y recordar tanto como las personas de menor edad, aunque quizá no con la misma rapidez.

El interés de Buzan por la memoria surgió en la Universidad de Columbia Británica en 1960. El primer día de clases, su profesor de inglés recitó de memoria toda la lista de alumnos, junto con sus direcciones y teléfonos. (Sí, es verdad.)

De hecho, la capacidad humana para recordar es tan excepcional que hay quienes se entrenan para aprender de memoria el orden de las cartas en 10 mazos barajados, 1000 dígitos al azar y 99 nombres y caras nuevos. Estos son los equivalentes mentales de los superatletas, y muchos compiten en el Campeonato Mundial de Memoria, que se celebra anualmente. Buzan lo inició en 1991, y se ha vuelto tan popular que han surgido campeonatos nacionales en todo el mundo. En Canadá, el primero que va a celebrarse se ha previsto para marzo de 2007 en Vancouver.

Aunque muy pocas personas tienen que recordar el orden de 10 barajas, es importante contar con una memoria confiable no sólo en nuestra vida personal, sino en la profesional. “Cuando uno recuerda los nombres de los clientes y sus principales cifras y productos, los deja impresionados, ahorra tiempo y los hace sentir importantes”, señala Bob Gray, especialista en retentiva de Whitby, Ontario, de 51 años, que lleva 20 enseñando métodos de memorización. “Creo que la gente no sabe cuánta memoria tiene sin aprovechar”.

Entonces, ¿qué saben los campeones de la memoria que nosotros los olvidadizos no? La respuesta es la mnemotecnia –arte de aumentar la capacidad retentiva-, cuyo nombre procede de Mnemosina, nombre de la diosa griega de la memoria, y que comprende técnicas probadas para recordarlo todo, incluyendo nombres, listas, hechos y números.

No hace falta ser brillante ni estudiar durante años para obtener resultados. Una vez que se entienden los principios básicos y se practican con regularidad, se está en condiciones de aumentar la capacidad de la memoria. Según Buzan, es posible obtener resultados desde el primer día.

Hay docenas de métodos mnemotécnicos, pero todos se reducen a dos cosas: imaginación y asociación, lo que Buzan llama “los pilares de la función mental”. Dado que al cerebro le cuesta trabajo recordar símbolos abstractos, como nombres y números, la clave está en hacerlos memorables asociándolos con imágenes vívidas.

Frances Evans, mujer de 40 años copropietaria de The Sun Room, un concurrido restaurante de Stratford, Ontario, aprendió esta sencilla lección en un curso de memoria de un día que tomó en una universidad local para poder recordar los nombres de la clientela. Funcionó. “Por ejemplo, había una clienta frecuente y yo nunca recordaba si se llamaba Deb o Cathy ”, cuenta. “El nombre era Deb; luego de tomar el curso, la imaginé navegando en Internet (Deb en la web) y nunca más olvidé su nombre”.

Este método, uno de los más fáciles para aumentar nuestra memoria, parece obvio, pero es importante. “La causa más común de que un adulto sano olvide las cosas es que no pone atención en ellas”, explica Cynthia Green, directora fundadora del Programa de Aumento de la Memoria de la Facultad de Medicina Monte Sinaí, en Nueva York. “Estar distraídos puede hacer que nos falle la memoria, sea cual sea nuestra edad”.

Según los expertos, algo que actúa en nuestro favor es la tendencia natural de la mente a hacer asociaciones entre cosas que normalmente no están relacionadas.

Piensa en las palabras “elefante” y “plátano”, y tu mente encuentra automáticamente la manera de asociarlas. (Yo al instante me imaginé un elefante resbalando sobre una cáscara de platano.) La clave para recordar cosas es aprovechar esa inclinación natural y luego, mediante la fantasía, exagerar la imagen para volverla inolvidable.

Una de las fórmulas más populares es la técnica romana de la habitación (los romanos desarrollaron métodos mnemotécnicos propios, derivados de las investigaciones de los griegos). Resulta útil porque uno de los olvidos más frecuentes que hay, después del de nombres y caras, es el de objetos. Consiste en imaginar las habitaciones de nuestra casa u otros lugares conocidos y colgar mentalmente en ellos las cosas que queremos recordar.

Digamos que no quieres olvidarte de comprar harina, leche y pan. Imagínate que entras en casa y ves harina espolvoreada sobre los abrigos que cuelgan en el ropero. Pasa a la sala y visualiza un charco de leche sobre la alfombra. Sigue por el pasillo y figúrate que encuentras rebanadas de pan pegadas en las paredes. “Cuanto más ridículas son las imágenes, más pronto acude el recuerdo a la mente”, afirma Gray. Una vez hecho lo anterior, repite el recorrido mental por tu casa para ayudar al proceso de memorización. Estas elaboradas imágenes, que puedes crear en segundos y que salieron de tu propia fantasía, no las olvidarás fácilmente.

Kathryn Hunt, de 31 años, es gerente de proyectos de una compañía de Vancouver dedicada a crear programas informáticos para empresas, y daba por sentada su buena memoria hasta que le encargaron desarrollar y promover cierto programa. Kathryn, que estaba acostumbrada a sobresalir en todo lo que hacía, empezó a olvidar puntos importantes de mercadotecnia durante las presentaciones a los clientes y después no se acordaba de las sugerencias que le hacían para modificar el producto. También olvidaba a qué quería dar seguimiento cuando volvía a la oficina. “Pensé que estaba enferma”. No quería tomar notas por miedo a parecer insegura o a que hubiera silencios incómodos mientras lo hacía.

En vez de eso se inscribió en un taller de mnemotecnia de dos días, y luego de aprender y poner en práctica la técnica de asociación-imaginación, enseguida obtuvo buenos resultados. Ahora recuerda con facilidad 10 asuntos pendientes creando imágenes. Por ejemplo, para no olvidarse de enviar al cliente un cuestionario de seguimiento después de una presentación, usa la imagen de un caramelo: caramelo-lamer, sobre-enviar cuestionario. Es posible que a otra persona no le dé resultado, pero a ella sí porque fue quien inventó la imagen. Y ha obtenido beneficios cuantificables. “Ahora hablo con más seguridad porque recuerdo las cosas”, explica. “También puedo usar mi sentido del humor porque no tengo que preocuparme de recordarlo todo”.

Aunque los científicos no saben a ciencia cierta cuál es el proceso por el que los recuerdos acuden a la mente, en 1981 el psicólogo estadounidense Roger Sperry determinó que cada hemisferio cerebral lleva a cabo distintas funciones. El hemisferio derecho se especializa en el reconocimiento de patrones, la música, las emociones y la creatividad, mientras que el izquierdo tiene que ver más con el orden, las secuencias, la lógica y el lenguaje.

Sin embargo, hoy día los científicos saben que cuanto más se usan ambos hemisferios, más se beneficia uno del otro. Así, por ejemplo, el estudio de la música ayuda al de las matemáticas, y el del ritmo al de los idiomas. En la actualidad también se sabe que una persona de excelente memoria utiliza ambos hemisferios.

La forma en que funciona la memoria es compleja y, como lo señala Sylvain Williams, “todavía es materia de una ciencia nueva”. Aún así, ¿qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos encontramos en el supermercado con una mujer cuyo nombre no podemos recordar? Williams explica: conocer a la mujer pone en funcionamiento el hipocampo -estructura cerebral que gobierna la creación y recuperación de recuerdos-, el cual de inmediato comienza a formar impresiones basadas en las característocas de la mujer, como color de pelo, estatura, vestimenta y ademanes.

Para buscar cualquiera de estas impresiones, las neuronas del hipocamo comunican y activan otros grupos neuronales situados en la corteza cerebral, donde se guardan los recuerdos duraderos.

Juntos, los distintos grupos neuronales se ponen a buscar cualquier dato almacenado sobre la mujer. Si no encuentran su nombre, recurren a otras zonas del cerebro, como la corteza prefrontal, y luego acuden de nuevo al hipocampo y otras regiones de la corteza para transmitirles una “lluvia de ideas” cuya finalidad es recordar el nombre. Si no lo consiguen, es momento de recurrir a algunas de las técnicas para aumentar la capacidad de la memoria.

Eso es lo que hizo Scott Hagwood, ingeniero químico de 42 años de Fayetteville, Carolina del Norte, cuando en 1999 decidió empezar a practicar métodos mnemotécnicos a fin de contrarrestar los efectos indeseables del tratamiento que recibía para combatir un cáncer de tiroides. Se llevó una sorpresa al ver todo lo que podía lograr: después de dos años, se inscribió en los Campeonatos de Memoria de Estados Unidos… y ganó. Ahora enseña a otras personas a aumentar su memoria, y ha escrito un libro sobre el tema. En su opinión, uno de los factores fundamentales para conseguirlo es creer que es posible. “Tendemos a fijarnos en aquello de lo que nos olvidamos y a no valorar todas las cosas maravillosas de las que sí nos acordamos. Es como si nos saboteáramos psicológicamente”.

La cuestión de los nombres es el mejor ejemplo de lo derrotistas que podemos ser. ¿Cuántas veces no has escuchado a alguien declararse pésimo para recordar nombres? “La mayoría de la gente ni siquiera hace el intento de recordarlos porque se considera, de entrada, incapaz para ello”, explica Bill Clennan, orador profesional de Delta, Columbia Británica, que también imparte talleres de mnemotecnia. El recomienda poner en práctica los siguientes trucos:

Decide si realmente quieres recordar el nombre de alguien.

Intenta memorizar el nombre mientras miras a la persona a la cara, y repítelo mentalmente, lo cual forma una asociación mental que Clennan llama “fusión”.

Estudia el rostro y fíjate en sus rasgos particulares. Si te presentan a una Angélica que tiene cara de ángel, basta que pongas atención a esta característica para recordar su nombre.

Imagina a la persona en otro ambiente: en traje de baño en la playa, en una montaña rusa o en un columpio suspendido de un árbol.

De ser posible, haz rimas con el nombre: Ana rana, Diego ciego, Julián el can.

Si tienes que memorizar un apellido largo, divídelo en partes para facilitar el trabajo. Por ejemplo, puedes dividir Orachinski en “hora”, “chino” y “esquí” y, para no olvidar estas asociaciones, imaginar a qué hora sale un chino a esquiar.

Nada impide que hagas asociaciones exóticas o eróticas, aunque, claro, conviene que sea en privado.

También es útil asociar cosas que no tienen relación. “Cuando la gente no encuentra su auto en un estacionamiento, suele concluír que es por mala memoria”, explica Buza, “pero la memoria nada tiene que ver con eso. Lo que ocurre es que no se dieron unos momentos para inventar una imagen mental ni para establecer asociaciones”. La próxima vez que dejes el coche en un estacionamiento concurrido, prueba a crear una imagen del lugar. Imagínate el estacionamiento como una selva tropical en la que los postes de luz son enormes árboles. Las zonas donde está prohibido dejar vehículos podrían ser arenas movedizas, y la entrada del edificio, una cueva. De esta manera dispondrás de un mapa memorable en el que no quedará duda sobre la posición de tu auto.

Desde que empecé a estudiar mnemotecnia y a poner atención en lo que quiero recordar, he tenido grandes avances. En especial me gusta usar la técnica romana de la habitación, que ha reducido radicalmente mi necesidad de utilizar recordatorios escritos. Por ejemplo, el otro día tenía varias cosas que hacer: sacar unas fotocopias, recoger una pulsera que había llevado a reparar, depositar un cheque en el banco y comprar una botella de vino para la cena. Normalmente habría anotado todo en un papel, en un orden tal que me permitiera el máximo ahorro de gasolina, pero en vez de eso usé la técnica de la habitación: imaginé que entraba por la puerta trasera de la casa y veía en el suelo papeles desperdigados con los que mi esposo resbalaba (las fotocopias). Luego pasaba a la sala y veía al gato durmiendo en el sofá con mi pulsera puesta a modo de collar (recoger la pulsera). A continuación me imaginé que las flores del papel tapiz de la cocina se convertían en billetes de 20 dólares (depositar el cheque). Por último, entré mentalmente en el comedor y me encontré con un festín medieval en el que todo el mundo bebía vino en copas con joyas incrustadas (comprar el vino).

He comprendido que los expertos tienen razón: no es tan difícil recordar las cosas una vez que sabemos memorizarlas. Claro que escribir una lista no lleva mucho tiempo, pero ahora, en cuestión de segundos, pongo a mis neuronas a hacer un poco de ejercicio que les resulta fundamental.

Bien, ¿qué estaba diciendo?

¿Sacó el lector algo nuevo de esta lectura que no había sabido antes? Si la respuesta es afirmativa, entonces valió la pena llevar a cabo la lectura dinámica del mismo. Y si no sacó absolutamente nada nuevo que no supiera ya con anterioridad, queda el consuelo de que el tiempo usado en la lectura del artículo ciertamente fue menor del que se hubiera perdido si no se hubiera fijado un objetivo y si se hubiera llevado a cabo la lectura en forma lenta y pausada.