jueves, 28 de agosto de 2008

Indice

Esta obra está dedicada
a la memoria del Lic. Don
Agustín Téllez López, Ministro
de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, quien fuera
llamado por el Presidente
Emilio Portes Gil “el hombre
más sabio de México”.



Indice Temático


Prólogo a la edición en Internet

Prólogo

1. La explosión de información

2. Cómo aprendimos a leer

3. La comprensión y la memoria

4. Los seis elementos básicos para una lectura eficaz

5. Los tres tipos de lectura

6. El sondeo preliminar

7. La imagen mental

8. La lectura veloz

9. El principal obstáulo en el aprendizaje

10. Condiciones para una lectura eficiente

11. La potenciación de la memoria

Resumen

Midiendo la velocidad de lectura

Bibliografía


Ejercicios Suplementarios


Los Ejercicios Suplementarios

Ejercicio Suplementario # 1: Memoria - Comprensión = Cero

Ejercicio Suplementario # 2: La palabra indefinida

Ejercicio Suplementario # 3: La Dislexia

Ejercicio Suplementario # 4: Conquistando la dislexia a través de la lectura dinámica

Ejercicio Suplementario # 5: La asociación: puerta de acceso a una memoria prodigiosa

Ejercicio Suplementario # 6: El interés y la memoria

Ejercicio Suplementario # 7: Su memoria: es mejor de lo que usted se imagina

Ejercicio Suplementario # 8: Cómo aprender a concentrarse

Ejercicio Suplementario # 9: ¡Póngalo en verso!

Ejercicio Suplementario # 10:
La tabla mnemotécnica fonética

Ejercicio Suplementario # 11: Aplicaciones prácticas de la tabla mnemotécnica fonética

Ejercicio Suplementario # 12: La memoria de las listas

Ejercicio Suplementario # 13: Recordando las palabras por su origen

Ejercicio Suplementario # 14: Ejercitando los músculos oculares

Ejercicio Suplementario # 15: Lectura de grupos de palabras

Ejercicio Suplementario # 16: ¿En dónde lo dejé?



Lecturas de Prácticas Cronometradas


Las Lecturas de Prácticas Cronometradas

Lectura de Práctica Cronometrada # 001

Lectura de Práctica Cronometrada # 002

Lectura de Práctica Cronometrada # 003

Lectura de Práctica Cronometrada # 004

Lectura de Práctica Cronometrada # 005

Lectura de Práctica Cronometrada # 006

Lectura de Práctica Cronometrada # 007

Lectura de Práctica Cronometrada # 008

Lectura de Práctica Cronometrada # 009

Lectura de Práctica Cronometrada # 010

Lectura de Práctica Cronometrada # 011

Lectura de Práctica Cronometrada # 012

Lectura de Práctica Cronometrada # 013

Lectura de Práctica Cronometrada # 014

Lectura de Práctica Cronometrada # 015

Lectura de Práctica Cronometrada # 016

Lectura de Práctica Cronometrada # 017

Lectura de Práctica Cronometrada # 018

Lectura de Práctica Cronometrada # 019

Lectura de Práctica Cronometrada # 020

Lectura de Práctica Cronometrada # 021

Lectura de Práctica Cronometrada # 022

Lectura de Práctica Cronometrada # 023

Lectura de Práctica Cronometrada # 024

Lectura de Práctica Cronometrada # 025

Lectura de Práctica Cronometrada # 026




Creative Commons License
El Aprendizaje Dinámico by Armando Martínez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

Prólogo a la edición en Internet

Esta obra publicada online en Blogger está basada en un libro que escribí titulado El Aprendizaje Dinámico, el cual quedó registrado en México el 30 de julio de 1981 ante la Dirección General del Derecho de Autor bajo el Número de Registro 30071981-018.

Varias cosas han cambiado desde que el libro El Aprendizaje Dinámico fue registrado ante la Dirección General del Derecho de Autor. La disponibilidad de una computadora en cada casa permite habilitar la computadora casera, con la ayuda de programas especiales, como una máquina que sea capaz de ir desplegando en la pantalla los caracteres de texto a cierta velocidad programada de antemano por el usuario, la cual pueda ser modificada a un ritmo con el cual el lector se pueda sentir cómodo. Esto le permite a cualquiera el poder medir su velocidad de lectura en la métrica usual inventada para ello, palabras por minuto (PPM). Pero también permite algo mucho más valioso, el poder ir elevando gradualmente la velocidad con la cual los caracteres están siendo escritos en la pantalla, forzando de este modo al lector a empezar a empujarse a sí mismo para adquirir esa valiosa habilidad conocida como la lectura rápida mediante la cual el lector puede eventualmente adquirir velocidades de lectura que representan el doble o el triple de la velocidad de lectura usual del promedio de la población. Programas para el procesamiento de documentos de texto tales como Word de Microsoft podrían muy bien haber incluído esta característica como opción, la capacidad no sólo para elaborar documentos de texto sino también la capacidad para poder leer documentos de texto a velocidades predeterminadas fijadas de antemano por el usuario pero susceptibles de ser modificadas dinámicamente conforme se va avanzando en la lectura; no habría costado mucho trabajo darles tal capacidad, y el por qué no lo han hecho hasta la fecha sigue siendo una incógnita. El caso es que ya hay programas especiales que permiten esto.

Además de la disponibilidad de programas computacionales para habituar al lector lento en la adquisición de la habilidad para la lectura rápida, hay ya incluso aplicaciones app de muy bajo costo (entre tres y cinco dólares) que se pueden descargar para la iPad, el iPhone y el iTouch, tales como Power Reader. Todos estos son recursos que apenas hace una década eran inconcebibles tanto en su disponibilidad a bajo costo como en su enorme potencia. Esto hace que la lectura veloz se pueda ejercitar con la acumulación de estadísticas que permiten una autoevaluación instantánea que anteriormente hubiera requerido de exámenes psicométricos costosos.

Desde que el libro apareció por vez primera, el advenimiento de Internet ha aumentado exponencialmente la explosión de información contribuyendo a su vez a lo que se conoce como una sobrecarga de información, algo de lo cual Alvin Toffler ya había lanzado una advertencia severa en su libro futurista El Shock del Futuro (1970); y si antes del empleo de las computadoras caseras, cuando casi todo el material leído venía en forma impresa, era laborioso tratar de mantenerse al día con lo que estaba siendo publicado, la superabundancia de información en la supercarretera de la información hace indispensable el contar con todas las técnicas con las que se pueda contar para poder tratar de aprovechar al máximo esta abundancia de datos sin ahogarse en ellos. Lo que antes era deseable para mantener una ventaja en la escuela o en el trabajo ahora se ha convertido en una verdadera necesidad.

El libro El Aprendizaje Dinamico fue el preludio de un curso en vivo de dos semanas de duración, con duración de dos horas diarias, totalizando 20 horas de práctica, cuyo objetivo primordial era demostrarle a los participantes la posibilidad de poder duplicar o inclusive triplicar la velocidad de lectura promedio, y no solo eso, sino que además tenía por objetivo proporcionar técnicas para la potenciación de la memoria de maneras que los participantes no hubieran creído posibles. En nada de esto había misterio alguno, solo era cuestión de poner en práctica los nuevos modelos para el funcionamiento de la mente con los que ya se contaba mediante una serie de ejercicios cuidadosamente graduados. A la combinación de la lectura rápida con la técnica de fijación de objetivos antes de iniciar cualquier tipo de lectura se le designó como la lectura dinámica. Y a la combinación de ejercicios reuniendo en un solo curso las principales técnicas conocidas y comprobadas para la potenciación de la memoria se le designó como la memoria dinámica. Juntas, la lectura dinámica como la memoria dinámica fueron tomadas como algo a lo que se le designó el aprendizaje dinámico. Para el curso impartido en vivo se aprovechó la nueva tecnología informática que estaba siendo desarrollada en aquél entonces y que permitía contar con computadoras caseras programables en lenguaje BASIC sin tener que recurrir a erogaciones elevadas de dinero, así como la disponibilidad de las videocaseteras en formato VHS que permitieron grabar los ejercicios computarizados para el desarrollo de la lectura veloz. En el desarrollo de estos ejercicios, el primer ejercicio consistió simplemente en dejarle a los participantes ver en una pantalla de televisor una pieza de texto que se iba escribiendo lentamente en la pantalla, a razón de una letra por segundo, explicando cómo fue que de esa manera todos ellos aprendieron a leer la palabra escrita letra-por-letra. Pero sin que pusieran mucha atención en ello los participantes, conforme se iba imprimiendo cada letra en la pantalla se iba ejecutando un tono sonoro de computadora (un beep). Esto tenía dos propósitos ocultos del que no se les daban muchos detalles al respecto: el primer propósito era ir programando a la mente de los participantes para asociar cada letra con un sonido. Al pasar de la primera imagen de pantalla a la siguiente, la duración del tono sonoro así como el tiempo de impresión de cada letra en la pantalla se disminuyó un poco, repitiéndose lo mismo en cada imagen de pantalla posterior, tras lo cual se les instruía a los participantes a escribir con sus propias palabras un breve resumen de lo que habían leído en el televisor. De este modo, el primer ejercicio cumplía tres objetivos: el primero objetivo era concentrar la atención de los participantes en el texto que se iba escribiendo en la pantalla moderando y estandarizando la velocidad de lectura de todos los participantes a un mismo patrón, dándoles a leer temas interesantes relacionados sobre los objetivos del curso y sobre explicaciones preliminares de aquello en lo que consiste la lectura dinámica; el segundo objetivo era programarles subconscientemente sus mentes para asociar la impresión de cada letra en la pantalla del televisor con un sonido, y el tercer objetivo era acostumbrarlos a hacer de inmediato un resumen por escrito al tener en sus mentes los datos de lo que leyeron aún frescos. El segundo propósito de los tonos sonoros era reducir la dependencia de la lectura en la subvocalización, esa costumbre de ir pronunciando en nuestros adentros con sonidos internos cada palabra conforme la vamos leyendo. Los tonos sonoros lograban en cierta forma el poder sobreponerse a este mecanismo subconsciente que nos ha sido programado desde la escuela primaria.

En los ejercicios correspondientes a los días posteriores de la primera semana, la velocidad de lectura de lo que se imprimía en la pantalla del televisor continuó siendo aumentada, quitándoles de este modo la opción de bajar la velocidad de lectura por cuenta propia. Esto es equiparable a lo que hacen los entrenadores que para poder sacar en sus deportistas lo mejor que pueden dar los tienen que empujar a su límite. Eventualmente, a partir de la mitad de la primera semana, los tonos sonoros en vez de ser asociados a la impresión en la pantalla de cada letra fueron asociados a la impresión de cada palabra. Esto era parte de la estrategia. Con este cambio aparentemente inocuo, se les empezó a desarrollar en sus mentes subconscientemente el asociar cada tono sonoro no a una letra sino a toda una palabra. En efecto, se hizo la transición a la lectura palabra-por-palabra, enseñando a los participantes a aumentar el campo de acción de su visión periférica del ojo y con ello empezar a pisar firmemente en el terreno de la lectura rápida.

En el último día de la primera semana, el ejercicio final consistió en un resumen de la obra cumbre de Charles Darwin, El Origen de las Especies. No se trataba de leer la obra completa, sino una sinopsis aceptable de la misma. Pero este último ejercicio de la primera semana era algo especial no solo porque mediante la técnica de asociar los tonos sonoros con la impresión del texto impreso había sido modificada para asociar los tonos sonoros ya no a palabras completas sino a grupos de palabras, sino por el hecho de que virtualmente se tomó a los participantes por sorpresa al someterlos a una lectura promediada a una velocidad de 350 palabras por minuto, algo para lo cual ya habían estado siendo programados subconscientemente y en forma gradual y cuidadosa en los días anteriores. En ese día, y casi sin que se dieran cuenta, sus mentes fueron reprogramadas para un nuevo tipo de lectura, para un nuevo tipo de habilidad que se llevarían consigo por el resto de sus vidas. Ese ejercicio final era, deliberadamente, lo más pesado del curso para el desarrollo de la lectura veloz. No era inusual que, después de descansar el sábado y el domingo, al inicio de la segunda semana muchos de los participantes comentaban impresionados que al tomar el periódico en sus manos descubrían asombrados que sus ojos “volaban” literalmente hablando sobre el texto impreso, sin ayuda de ningún aparato especial. Es aquí cuando se dieron cuenta de que habían desarrollado una nueva habilidad, se trataba de algo que podían constatar por ellos mismos. Sabían que se había operado un cambio en sus mentes. Subconscientemente, habían dejado de leer letra-por-letra y habían empezado a leer palabra-por-palabra e inclusive en grupos de palabras, lo cual era uno de los objetivos primarios de la primera semana del curso. Al empezar la segunda semana, los lectores se percataban de que algo había cambiado en su manera de leer.

La segunda semana del curso tenía como propósito estabilizar la nueva velocidad de lectura recién adquirida sin nuevos ascensos en la velocidad de la misma. Para ello, se introdujo material de lectura que no sólo pudiera ser interesante y útil para los participantes, sino que pudiera ayudarles a incrementar otras capacidades, especialmente la capacidad para poder recordar y memorizar mejor. Estos materiales de lectura para el aprendizaje de estas técnicas son precisamente los que han sido incorporados en los suplementos de la publicación online del libro. De este modo, la lectura dinámica sumada a las técnicas de memoria enseñadas a los participantes se convirtió en una nueva herramienta útil para todos aquellos interesados en aumentar no sólo su capacidad para poder leer más rápido sino para poder retener mejor los datos leídos. Así, la segunda semana del curso era dedicada no solo a reforzar sin la ayuda de los ejercicios en la pantalla del televisor el hábito de la lectura veloz, usando para ello los dedos de la mano como un moderador de la velocidad de lectura, sino también para proporcionar ejercicios cuya lectura tenía como propósito el desarrollar el hábito de fijación de objetivos antes de iniciar una lectura (mediante el uso de los seis elementos básicos) y, sobre todo, sentar las bases para el desarrollo de la memoria dinámica. Pero para lograr esto último, era importante hacerle una demostración a los participantes de lo que se podía lograr en ésta área. Y la demostración consistía en escribir el famoso número pi usado en las matemáticas con una precisión de unas veinte cifras significativas,:

π = 3.1415926535897932384626433

Esto se hacía escribiendo el número dado arriba sobre un pizarrón, y tras esto dándole la espalda al pizarrón se iba repitiendo, una por una, todas las cifras arriba indicadas del número π, sin incurrir en error alguno. Y si lo anterior no fuera suficiente para asegurar la atención de los participantes al curso, se procedía a escribir en el pizarrón otra famosa constante numérica, el número e que es la base de los logaritmos naturales y muchos cálculos científicos:

e = 2.7182818284590452353602

dándole nuevamente la espalda al pizarrón para ir repitiendo, una por una, todas las cifras arriba indicadas del número e, sin incurrir en error alguno. Después de una demostración como ésta, los participantes quedaban lo suficientemente impresionados e interesados como para querer aprender esto más a fondo, y una vez enterándose de los trucos todos ellos descubrieron que podían hacer lo mismo sin dificultad alguna. En rigor de verdad, no hay trucos, todo era cuestión de aplicar en un solo curso lo más avanzado en tecnología educativa y didáctica que ya se tenía para el desarrollo de tales capacidades.

Como remate al final del curso, se retomó la lectura de texto en la pantalla del televisor gigante bajo control de la computadora de modo tal que se le imprimiera al texto una velocidad de lectura promediada entre 450 y 500 palabras por minuto. Pero en este  punto, los participantes “sentían” que sus mentes podían mantener el ritmo de velocidad con el cual el texto se estaba  imprimiendo en la pantalla. Y posiblemente por vez primera en sus vidas, experimentaban vivamente lo que se siente el leer a una velocidad graduada entre 450 y 500 palabras por minuto. El material presentado, desde luego, estaba graduado cuidadosamente en lo que es conocido como material de lectura ligera, pero aún así la presentación de esto en el primer día de inicio del curso hubiera sido algo totalmente fuera de lugar porque el ascenso para poder llegar a tales alturas debe ser gradual pero seguro, sin atajos.

Aunque el curso en vivo de Aprendizaje Dinámico ya no está disponible, se están liberando aquí los mismos materiales que se utilizaron para el desarrollo de las habilidades citadas. Y aunque no hay cosa alguna que pueda reemplazar tanto a los ejercicios computarizados que garantizan con una efectividad del cien por ciento el desarrollo de la habilidad para la lectura rápica así como el beneficio de la transmisión directa de conferencista a participante sobre las ideas centrales del tema, si se pone algo de esfuerzo se puede aprovechar lo mismo que lo que aprovecharon aquellos participantes en aquél entonces.

A esta publicación online del libro El Aprendizaje Dinámico se está anexando una serie de suplementos que fueron parte de un curso integral computarizado para ayudarle a los participantes a elevar su velocidad de lectura del promedio usual situado entre 100 y 120 palabras por minuto hasta un nivel promedio de 300 palabras por minuto. Ciertamente, si podemos leer lo mismo que leemos en una hora a un tiempo reducido a media hora o menos, aumentando de paso con ello nuestra comprensión del material leído, esto nos deja tiempo libre para leer más material adicional para el cual no tendríamos tiempo alguno o para hacer otras cosas propias de nuestro diario vivir; y en el caso del estudiante le permite prepararse mejor para sus materias estirando un tiempo que cada vez se antoja más corto.

Hace ya algún tiempo la empresa Aubanel Publishers localizada en Dublín, Irlanda, publicó una serie de manuales en Español titulados Las Leyes Eternas del Éxito (promocionados como Las 20 lecciones de cultura psíquica que todavía cuentan con algunos entusiastas seguidores), elaborados por un autor desconocido que usó el pseudónimo W. R. Borg, en los cuales se presumían entre otras cosas algunas técnicas para la potenciación de la memoria, técnicas que forman parte de estos mismos materiales junto con otras y que están siendo liberados en Internet con este trabajo, pero con la diferencia de que mientras que esos manuales pequeños de W. R. Borg tenían un costo elevado, aquí esos mismos materiales así como otros están siendo puestos a disposición del mundo entero sin costo alguno, con el beneficio posterior de que se cuenta con tecnología pedagógica y didáctica con la que antes no se contaba en los años veintes. De hecho, si el lector es persistente, con el estudio de estos materiales se podría ahorrar la inversión en otros cursos tales como el curso de Evelyn Woods Reading Dynamics que con un costo de 500 dólares o más no dejaba muy satisfechos a muchos que creían que recibirían algo que valiera la pena la inversión de tal cantidad y que nunca estuvieron seguros si realmente sus velocidades de lectura promedio se habían duplicado o triplicado como anunciaba la propaganda (en la actualidad, en 2012, el curso de Evelyn Wood Reading Dynamics no en vivo sino en forma de un paquete en DVDs enviados a casa tiene un costo de 700 dólares). Hoy ya sabemos que tal cosa es posible, hay estadísticas para confirmarlo, y sabemos por qué es posible, pero contamos además en el tercer milenio con programas computacionales que pueden poner esto a demostración y prueba. En efecto, los tiempos en los que era necesario erogar cantidades considerables de dinero para adquirir estas habilidades de lectura rápida y mejoramiento de la memoria han concluído, lo cual es algo digno de celebrarse y de aprovecharse. Pero esto último siempre y cuando la tecnología sea aprovechada por los millones de estudiantes, maestros y profesionistas que están buscando beneficiarse de algo como esto.

Esta obra refleja los más recientes avances en tecnología informática, y uno de ellos consiste en la inclusión de hipervínculos a la enciclopedia Wikipedia, posiblemente la enciclopedia más leída y más consultada en la historia de la humanidad que ha terminado por obligar a la otrora venerable Encyclopædia Britannica a anunciar que a partir de marzo de 2012 dejaría de publicar sus ediciones impresas, algo que hubiera sido impensable apenas al inicio del tercer milenio en el año 2000.

Por este medio deseo agradecer también a la empresa picasion.com por la disponibilidad en línea de su editor de gráficos que hizo posible preparar algunos de los efectos especiales animados que el lector encontrará dentro de esta obra.

La síntesis que en esta obra se expone es el resumen esencial de muchos materiales por los cuales hay quienes pagan cientos o inclusive miles de dólares en cursos y seminarios costosos ofrecidos a profesionales y empresas privadas que buscan sacarle el máximo provecho posible a su tiempo y a sus empleados. Con esto en mente, dependerá a los lectores de esta síntesis el sacarle también en la mayor provecho posible a lo que hoy está saliendo a la luz gracias a la red de redes, a Internet.

Una última observación: Anteriormente, todo los materiales elaborados para esta publicación en Internet habrían sido planificados teniendo en mente el empleo de monitores de 17" con una resolución de 1024×768 pixeles. Sin embargo, al iniciar al iniciar la segunda década del tercer milenio, la mayoría de los monitores no eran del viejo tipo voluminoso empleando tubos de rayos catódicos CRT sino monitores planos cristales líquidos LCD o foquitos LED, y estaban siendo estandarizados al tipo “panorámico”, el cual tiene una resolución típica de 1280×960 pixeles. Esto último ofrece ciertas ventajas en la descarga de las páginas Web de Blogger, principalmente en la reproducción de imágenes y archivos fotográficos amplios de una anchura. una presentació que posiblemente no pueda ser reproducida correctamente por navegadores como  Internet Explorer y Mozilla Firefox en caso de usarse monitores de 17" con una resolución de 1024×768 pixeles, o peor aún, monitores de 15" con una resolución de 800×600 pixeles. Si se tienen problemas para la reproducción fidedigna de las páginas Web de esta obra, se recomienda verla en un monitor del tipo plano con la resolución de 1280×960 pixeles. O para ponerlo en términos más sencillos: en caso de que la reproducción de cualquier parte de esta obra sea inapropiada en un monitor del tipo viejo (tubo de rayos catódicos, CRT), se recomienda verla en un monitor más reciente de pantalla plana.

Prólogo




Niños “problema” en la escuela primaria con aparente déficit de atención que en cuestión de pocos días empiezan a tomar interés por la lectura y el aprendizaje y empiezan a demostrar que están aprendiendo dentro y fuera del salón de clases más cosas que sus compañeritos de clase.

Jóvenes que sacan bajas notas en sus calificaciones escolares y en cuestión de unos cuantos meses empiezan a ubicarse entre los primeros lugares en su escuela.

Profesionistas que apenas se daban abasto para mantenerse al día con los materiales de su profesión y de pronto se les encuentra con tiempo de sobra a su alcance.

Amas de casa que antes no leían ni siquiera dos libros por año y de pronto se encuentran leyendo un promedio de dos libros por mes.

¿Suenan estas cosas como algo difícil de creer?

No se trata de fantasías tomadas de alguna novela, ni se trata de anécdotas para darle falsas esperanzas a la gente. Esto se ha visto una y otra vez sin importar edades ni clase social. No se trata de pequeños milagros. Tales cosas suceden y pueden suceder, pero solo si se aplican las medidas correctivas necesarias que se dirigen a las verdaderas causas de tales problemas.

Los problemas que afronta la educación en México han dado como resultado una serie de fenómenos que compartimos con otros países, incluso los países industrializados. El más grave lo es la deserción escolar, cuyo costo al país tanto en recursos humanos como en recursos materiales ha sido increíblemente elevado. Aunque se han citado factores tales como la pobreza para justificar dicho fenómeno, la verdad es que ésta condición ha afectado a todas las clases sociales de un modo u otro. Se ha argumentado también que la formación del individuo dentro del hogar tiene una influencia determinante en sus labores escolares. Esto último es cierto, aunque no explica en forma satisfactoria el fracaso de programas educativos en seres humanos que, pese a todo, están ávidos de progresar. No es fácil encontrar personas que, por gusto propio, quieran fracasar en la escuela y quedar atrapadas para siempre en un callejón sin salida. En un intento desesperado por hacer frente a esta situación fué creada una rama escolar nueva conocida como la orientación vocacional; la cual, pese a todo, ha fracasado en sus intentos por tratar de erradicar el problema.

Otra consecuencia de la crisis de la educación en México lo es la iliteracia funcional, cuyos efectos se manifiestan en personas que han terminado sus estudios primarios y que supuestamente saben leer y escribir, pero que son incapaces de comprender las cláusulas de una póliza de seguros, necesitan ayuda externa antes de firmar cualquier tipo de contrato, y tienen dificultades para estudiar por sí solas. Esto último ha demostrado que leer palabras y comprender el material escrito son actividades mentales muy diferentes, por más que se quiera afirmar lo contrario.

Ante esta situación, no es de extrañar que la atención de los educadores y de los investigadores se haya ido centrando en las raíces mismas del proceso educativo, poniendo en tela de duda lo que antes se consideraba inviolable. Si hemos enseñado al individuo a leer y escribir, y pese a ello no sabe realmente leer y escribir, entonces hay una falla sumamente grave tanto en nuestra forma de enseñar como en los métodos de aprendizaje del alumno. Sin embargo, éste problema no es fácil de atacar. Si existe una falla en nuestros procesos educativos, ¿cuál es? ¿O será que no es una sola sino varias fallas en conjunto, cuyo efecto combinado es producir una barrera sólida que sólo los estudiantes más voluntariosos pueden penetrar?

Las respuestas a estas preguntas no son fáciles de encontrar.

Uno de los principales problemas que impedían el desarrollo de la investigación objetiva precisa de los fenómenos psicológicos tales como el comportamiento, la lectura y el aprendizaje radicaba en el hecho de que hay una cantidad enorme de variables (la edad del sujeto, el sexo, su estado de salud, su cociente intelectual, su escolaridad, etc.), las cuales pueden interactuar entre sí de modo tal que resultaba casi imposible distinguir el efecto de una en presencia de las otras. De éste modo, las investigaciones estaban limitadas a opiniones, suposiciones, y respuestas múltiples a un mismo problema, algo contrario a la naturaleza de las ciencias exactas. Más aún, limitados como estábamos a técnicas estadísticas clásicas tales como la distribución normal, la hipótesis del nulo o los cuadrados latinos, no había muchas esperanzas de progreso. Sin embargo, los avances recientes están cambiando el panorama por completo. Contamos ahora con una tecnología avanzada que nos permite tomar una cantidad gigantesca de datos y analizarla con precisión en cuestión de unas cuantas horas. Hemos refinado nuestros procedimientos a grado tal que podemos extraer señales y datos que anteriormente estaban sepultados entre cantidades enormes de información que carecía de sentido (véase por ejemplo el artículo Electrical Responses Evoked from the Human Brain escrito por David Regan para la revista Scientific American en diciembre de 1979, en el cual se describe la forma en la que se logró extraer extraer mediante un electroencefalógrafo y una computadora de alta velocidad una señal pequeñísima de un microvoltio de amplitud que se creía “perdida” entre otras señales que alcanzaban potenciales desde 50 hasta 100 microvoltios. El procedimiento resultó tan exitoso que es utilizado ahora como prueba imparcial de diagnóstico en la detección de la esclerosis múltiple, además de proporcionar una manera novedosa de distinguir entre un desorden orgánico y un desorden psicogenético). Tenemos a nuestra disposición técnicas estadísticas avanzadas tales como la simulación Monte-Carlo y el filtraje Kalman; las cuales aunadas a la caída exponencial en el costo y el tamaño de las computadoras han vuelto accesible el análisis de fenómenos cada vez más complejos. Es en base a estos avances como hemos logrado dilucidar incógnitas sobre los procesos mentales, lo cual nos ha permitido desarrollar técnicas que pueden elevar la capacidad de lectura, aprendizaje y compresión de cualquier ser humano, al entender mejor cómo trabaja la mente. Y tal es el propósito de esta obra. Se han juntado todas aquellas técnicas con resultados comprobados para integrar un nuevo método, el aprendizaje dinámico, que puede duplicar y hasta triplicar la capacidad de lectura y aprendizaje de cualquier persona en un máximo de unas cuarenta horas de estudio. En virtud de que, según varias estimaciones, el 70 por ciento de todos nuestros conocimientos vendrá del material escrito, los temas tratados en la presente obra adquieren una importancia fundamental en nuestros días.

Aunque los fundamentos en los que se basa esta obra provienen de ramas del saber tan diversas como la lingüística, la cibernética, la psicología y la ciencia de las computadoras, se ha tratado de mantenerla libre de detalles y discusiones complejas para que pueda estar al alcance de todos. En efecto, para volar como pasajeros en un avión no es necesario saber aeronáutica, meteorología, radar y navegación. Del mismo modo, para utilizar en nuestro provecho propio el fruto de los descubrimientos más recientes que se han estado llevando a cabo alrededor del mundo en el campo del aprendizaje no debe ser necesario que para ello tengamos que estar consultando disertaciones doctorales. Bástenos saber que las técnicas trabajan, dejándole los detalles a los especialistas.

Esto no es un curso más sobre lectura rápida. El objetivo del método aquí descrito es mucho más ambicioso, ya que está dirigido a reforzar y desarrollar un área mucho más amplia que es el aprendizaje. Las más recientes investigaciones emprendidas por el Doctor Russell Stauffer de la Universidad de Delaware han revelado que la lectura consiste en un 95 por ciento de pensar y en un 5 por ciento de movimiento de ojos. Los cursos de lectura rápida concentran sus esfuerzos en enseñar al alumno a mover rápidamente los ojos (con lo cual cubren el 5 por ciento de la actividad de la lectura, ignorando el 95 por ciento restante), mientras que el método aquí descrito está dirigido al 100 por ciento de las actividades mentales que regulan el aprendizaje.

Además de los ejercicios que van incluídos dentro de cada capítulo de este libro, el libro es complementado mediante una serie de ejercicios suplementarios que tienen por objetivo el que el lector adquiera práctica en el uso de las seis llaves mágicas cuyo uso es discutido más a fondo dentro del libro. Los ejercicios suplementarios constituyen una serie de hojas sueltas para ser repartidas por el instructor del curso o para ser utilizadas por el estudiante autodidacta no solo para practicar los elementos básicos de la lectura dinámica sino para obtener información adicional relevante para los propósitos del aprendizaje dinámico, especialmente lo que tiene que ver con la memoria. Algunos de los ejercicios suplementarios son extractos de libros de autores conocidos, y han sido seleccionados cuidadosamente para mantener el interés del lector enfocado en aquellas cosas de las cuales se desea que toma conocimiento. En rigor de verdad, no hay materiales de relleno. En los textos de lectura que forman parte de los ejercicios suplementarios, al final de cada uno de ellos se proporciona el número total de palabras de las que consta el artículo con la finalidad de que el lector, si cuenta con un reloj digital al alcance de su mano, pueda darse a sí mismo una estimación de su velocidad de lectura medida en palabras por minuto (ppm).

Siendo este un terreno que ha sido pasto de la charlatanería y de los estafadores, habrá escépticos que miren con desconfianza y recelo la posibilidad de que la capacidad de aprendizaje de cada ser humano pueda ser duplicada en un lapso de cuarenta horas mediante una serie de prácticas programadas en una secuencia definida. La pregunta que harán es la siguiente: “Si es posible lograr que una persona pueda leer y aprender con una rapidez que nunca antes soñó ni habría podido lograr por sí sola, entonces ¿por qué la nueva tecnología para el aprendizaje se ha ido relegando sin darle la importancia que se merece?”. La respuesta es que existen otros factores, entre ellos la resistencia al cambio (tan natural en muchos de nosotros), que vuelven difícil la labor de eliminar viejas costumbres para llevar a cabo su reemplazo definitivo con algo mucho más novedoso. A éste respecto, cabe mencionar el hecho de que muy pocos estudiantes en épocas pasadas conocieron y dominaron el sistema rápido Trachtenberg para las matemáticas básicas, pese a que era un método comprobado científicamente para simplificar las operaciones matemáticas rutinarias llevadas a cabo por muchas personas en su vida diaria. En los Estados Unidos de Norteamérica, considerado como el país más avanzado tecnológicamente de la tierra, aún no se ha podido implantar el sistema métrico decimal, pese a las innumerables ventajas que éste posee sobre el sistema inglés (si no lo cree, trate de convertir dos yardas cuadradas a su equivalente en pies y pulgadas). El 11 de diciembre de 1975, el Congreso de los EE.UU. aprobó el Acta para la Conversión Métrica. Seis años después, aún no se habían logrado los objetivos de metrificar por completo al país.

Con cierta frecuencia, se ha escuchado la crítica de que la educación en México ha omitido dentro de sus planes de estudio un curso que le sirva de guía al estudiante para mejorar sus técnicas de aprendizaje. Se le enseña a ejecutar operaciones matemáticas de diversa índole (quebrados, raíces cuadradas, etc.), se le enseña a conocer los reinos de la Naturaleza, se le enseña a apreciar la música y a ejercitar sus músculos, pero no se le enseña una manera correcta de estudiar. En verdad, raras son las escuelas que incluyen dentro de su programa de estudios un curso completo que le enseñe al alumno cómo estudiar. Hasta el presente, se ha dejado a la iniciativa individual del alumno que éste desarrolle por su cuenta su propio método de aprendizaje. Aunque esto puede resultar contraproducente, tenemos que aceptarlo como un hecho de la vida real y tomar medidas al respecto, buscando la manera de complementar nuestro desarrollo fuera del salón de clases con conocimientos adicionales que no están incluídos aún dentro de nuestras asignaturas o actividades curriculares.

Desafortunadamente, este es un campo en el que hay mucha charlatanería, con estrategias publicitarias de mercadotecnia promocionando cursos y seminarios que prometen darle a los participantes la habilidad para poder leer un libro de unas 500 páginas en menos de 10 minutos con tan sólo unos 5 minutos diarios de entrenamiento por unas tres o cuatro semanas, todo ello motivado por el lucro tratando de interesar a clientes potenciales prometiéndoles capacidades que se antojan fantásticas. Esto puede provocar esceptismo en muchos que ignoran que, pese a todo, sí es posible elevar de modo significativo nuestras habilidades para la lectura, para la memoria, y para el aprendizaje. La réplica usual que acostumbran dar los críticos es que, si realmente puede existir algo tan bueno, ¿cómo no se ha incluído como material obligatorio para los estudiantes que empiezan con sus estudios de enseñanza media o media superior? En rigor de verdad, la renuencia a incluír formalmente y en tono serio dentro del curriculum estudiantil las técnicas que puedan elevar de modo significativo nuestra capacidad de aprendizaje se debe en buena medida al escepticismo provocado por la charlatanería a la que suelen recurrir empresas comerciales de todo tipo que no se detienen en exagerar lo que pueden ofrecer con tal de convencer a la mayor cantidad posible de personas a adquirir o tomar cierto curso. Por otro lado, además de la resistencia al cambio mencionada arriba, el retraso en incorporar a los planes de estudio oficiales lo más reciente es un problema nada nuevo. Todavía hay muchos tradicionalistas que sin haber leído jamás a Darwin y sin haber puesto atención detallada a sus argumentos insisten en que la teoría sobre el origen de las especies sea proscrita en las escuelas públicas en favor de los textos bíblicos acerca de la Creación (sin importar el hecho de que mucho de lo que está asentado al principio de la Biblia en el libro del Génesis muy bien haya tenido la intención original de ser interpretado simbólicamente y no literalmente). Y en otros países como en los países musulmanes el asunto no está mucho mejor.

La razón por la cual los lectores de este libro pueden depositar su confianza en lo que aquí se expone es porque en primer lugar esta obra no está elaborada sin fines de lucro. El autor no tiene intenciones de beneficiarse económicamente repitiendo las mismas proezas mercantilistas de otros charlatanes que prometen y no cumplen. Por otro lado, es un hecho científicamente comprobado que sí es posible elevar de modo significativo nuestras capacidades de aprendizaje,  pero ello si se sabe cómo. Aquí se exponen las bases sobre las cuales podemos edificar la pirámide que pueda llevar a las juventudes del tercer milenio al nuevo mundo que se les va a heredar. En última instancia, cada uno de los lectores de esta obra podrán ser los mejores jueces de la misma si, después de haberla leído en su totalidad y de haber llevado a cabo los ejercicios y prácticas que se incluyen en la misma, comprueban por sí mismos que han sacado algún beneficio de ella. Siendo algo por lo cual no se les está cobrando un solo centavo, no tendrán nada que perder. Pero los beneficios potenciales que pueden sacar son enormes.

Y hablando de beneficios, ¿exactamente qué beneficios esperamos poder obtener a cambio de la inversión que estemos dispuestos a hacer para mejorar la eficiencia de nuestra lectura y reducir los tiempos que nos lleva el procesar información escrita? En realidad, los beneficios que podemos obtener a cambio a cualquier edad compensan con creces el tiempo que tengamos que adjudicar para hacer nuestras las habilidades y técnicas que se describen en esta obra. Podemos enumerarlos y clasificarlos del siguiente modo:

1) Es una inversión en nosotros mismos.- El entrenamiento en las técnicas del aprendizaje dinámico sacará hacia afuera lo mejor que hay dentro de nosotros mismos al expandir el enorme potencial que tenemos en nuestras mentes, incrementando nuestra productividad personal. Se trata de habilidades que usaremos por el resto de nuestras vidas.

2) Leer con mayor rapidez.- Cualquiera sin distinción de edad ni sexo puede aprender a leer dos o tres veces más rápido que la velocidad normal a la cual acostumbra leer. Muchas personalidades de fama mundial en varias profesiones que se han sometido a este tipo de entrenamiento han comprobado por cuenta propia que esto es efectivamente posible.

3) Comprender más y mejor.- Las experiencias acumuladas demuestran que se puede experimentar una mejoría dramática en la comprensión de lo que leemos. Obtendremos un mejor entendimiento de lo que vamos leyendo sin necesidad de tener que regresar hacia atrás una y otra vez para volver el mismo material que ya leímos una vez.

4) Recordar más.- Las técnicas actuando en combinación están diseñadas para maximizar la retención de lo que leemos, al aprender las distintas maneras en las cuales podemos mejorar nuestra memoria, lo cual a la vez nos permite convertirnos en comunicadores mejor informados y más efectivos, más seguros de nosotros mismos, porque siempre y en cualquier lugar el que está mejor informado se siente más seguro que el que no está informado o, peor aún, el que está mal informado.

5) Procesar información con mayor eficiencia.- Aprendemos a vadear rápidamente entre los enormes volúmenes de información que se está generando, lo cual nos capacitará para tomar decisiones sensatas con mayor rapidez y con mucho mayor eficiencia.

6) Administrar mejor el tiempo.- Podemos alcanzar más de las metas que nos estemos fijando. Podemos organizar mejor nuestro tiempo y nuestra vida en la escuela, en el trabajo y en la casa.

7) Reducir el tiempo de estudio.- Al aprender y poner en práctica las técnicas para ayudarnos en nuestro aprendizaje de lo que leemos, estas técnicas y las habilidades que se desarrollan con las técnicas nos permiten sobresalir y destacar académicamente disminuyendo a la vez el tiempo que necesitamos para estudiar y aprender todo tipo de cosas.

8) Disfrutar más tiempo libre.- Al leer y aprender de una manera más eficiente, se descubre que se tiene más tiempo libre disponible para otras actividades, más tiempo libre para disfrutarlo en lo que queramos.

Si lo anterior no lo ha convencido aún, tal vez nada más que se pueda decir lo convencerá. En última instancia, el único perjudicado en caso de negarse tales beneficios sería usted mismo. De cualquier modo,  se reproducirá a continuación algo interesante que ha puesto a pensar a muchos más de dos veces:

LA VERDADERA RIQUEZA

Si hubiera un Banco que acreditara en la cuenta de usted $86,400 pesos cada mañana; que no transfiriera el saldo disponible de un día al siguiente, no le permitiera conservar efectivo y al final del día cancelara la parte de esa cantidad que usted no ha usado, ¿qué haría? Por supuesto, sacar cada día hasta el último centavo y aprovechar todo el dinero.

Pues bien, tal banco existe: se llama Tiempo.
Cada día le acredita 86,400 segundos
y cada noche da por definitivamente perdidos
cuantos haya dejado de emplear provechosamente.
Nunca transfiere los saldos,
ni permite que usted se sobregire.
Cuando no usa lo disponible ese día,
el único que pierde es usted.
No existe recuperación de fondos.
Tampoco es posible girar cheques sobre la mañana.
De cada persona depende invertir este precioso
caudal de horas, minutos y segundos
para obtener los máximos dividendos en cuanto a
salud, felicidad y éxito.

¿Convencido?

Tal vez no está lejano el día en el cual un curso obligatorio de uno o dos semestres que le enseñe al alumno la mejor manera de cómo leer, de cómo estudiar y de cómo aprender tenga que ser incluído dentro de los planes de estudio de las escuelas oficiales. Nos estamos acercando al siglo XXI, y corremos el riesgo de agraver nuestra dependencia tecnológica si no mejoramos nuestras técnicas de enseñanza y de aprendizaje. Mientras tanto, tenemos la obligación de dar a conocer tanto al maestro como al alumno, aunque sea de modo informal, los más recientes avances en los terrenos de la pedagogí y la didáctica; haciéndoles saber todas aquellas técnicas cuya eficacia ha sido comprobada en pruebas de laboratorio. El tiempo apremia, y es el futuro de México el que está en nuestras manos. Lo que era un asunto de conveniencia, ayer y hoy, se está convirtiendo en un asunto de superviviencia. No podemos quedarnos con los brazos cruzados ante el reto.


El Autor

1. La explosión de información


 
Antes de comenzar con el estudio de lo que es el aprendizaje dinámico, es conveniente hacer un repaso somero de las razones que nos podrían llevar a emprender este tipo de estudio. Algunas personas desearán quizá elevar su índice de cultura general. Otras desearán mejorar su nivel de vida y aumentar sus ingresos. Algunas estarán impulsadas por simple curiosidad. El estudiante responsable buscará lograr mejores calificaciones y aumentar su nivel académico. Así, cada persona tendrá sus propias razones e intereses personales que actuarán como un estímulo para que la persona se empeñe en mejorar su nivel de aprendizaje.

Sin embargo, existe en la actualidad un fenómeno aterrador, producto de la sociedad en que vivimos, que los sociólogos contemporáneos han optado por bautizar como la explosión de información, el cual ha vencido nuestra capacidad para asimilar y aprender los conocimientos que se están generan en estos momentos. Nuestros antepasados no conocieron éste fenómeno, ya que es relativamente nuevo. Este fenómeno trae consigo una superabundancia de datos en renovación constante, creándose con una rapidez tal que se vuelve humanamente imposible seguir de cerca todo lo que está ocurriendo, aunque nuestras vidas resulten afectadas con ello. De la noche a la mañana, nos encontramos con que nuestra capacidad de lectura ya no es suficiente para seleccionar aquello que más nos convenga entre los cientos de libros, revistas y documentos que se publican cada año en nuestro país. El maestro no puede impartir sus clases sin la certeza de que lo que está enseñando con tanto ahínco hoy no estará fuera de moda cuando el alumno termine sus estudios. Para el abogado postulante, el estar al día con las últimas leyes y procedimientos jurídicos que continuamente se están publicando es ya de por sí una pesada tarea. Para los pacientes de un médico, la habilidad que tenga éste para poder mantenerse al día puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. El conocimiento de un novedoso anticuerpo monoclonal contra el tétano, o el descubrimiento de un esteroide útil en el tratamiento de la hepatitis aguda, o del diagnóstico de tumores pequeños mediante ultrasonido, puede darle al paciente una segunda oportunidad para vivir. El trabajador común y corriente desconoce en gran parte los detalles de los servicios, garantías y privilegios que el gobierno le ha puesto a su disposición mediante los organismos que ha creado para tal efecto (IMSS, INFONAVIT, FONACOT, UCECA, FONAPAS, etc.)

Ya desde los años ochenta, desde antes del uso masivo de Internet a través de navegadores gráficos empezando con el pionero Netscape, se podían escuchar las preocupaciones externadas por maestros y educadores sobre la cantidad de información disponible en todos los ámbitos del saber humano creciendo sin control alguno en forma desmedida. En un libreto publicado en 1987 en su tercera edición por la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco bajo el título Investigación Documental, podemos leer lo siguiente en la página 40 de dicho libreto:

¿DEMASIADOS LIBROS?


Desde muy joven he comprendido que
para no dejarse arrastrar por la
inconsiderada producción de libros y
para conseguir, siquiera en apariencia,
una cultura enciclopédica, era
imprescindible un plan de lecturas
.


Adolfo Bioy Casares


Han transcurrido muchos años desde el momento en que Gutemberg hizo funcionar las primeras imprentas poniendo las bases para la elaboración masiva del libro que hoy conocemos. Desde entonces el desarrollo material y espiritual del hombre ha corrido velozmente. Y en tal sentido, el libro es la principal fuente del conocimiento. A él recurrimos frecuentemente con el deseo de aumentar nuestra cultura o de saber ciertas cosas.

Sin embargo, en nuestros días, nos encontramos con una impresionante sobrepoblación libresca, incluso en los países donde los niveles económico y cultural no son muy importantes y donde existen grandes masas de analfabetos y personas sin acceso a la educación a causa de su extrema pobreza.

No deja de ser curioso que varios autores hayan tenido que escribir libros para demostrarnos que hay demasiados libros. Y en efecto, los tenemos a la vista. Si una persona tuviera todo el tiempo disponible para la lectura, necesitaría mucho más de tres vidas para leer todo lo que se ha publicado. Y aún así, estamos seguros, habría omisiones. ¿Qué persona, por más culta e inteligente que sea, lee indiscriminadamente todo tipo de literatura, desde novela y poesía, hasta química y física, pasando por la antropología y la fisiología? Imposible. Existen gustos, necesidades, especializaciones, intereses. Hoy no se puede, como en épocas pasadas, ser humanista y poseer una vasta cultura que abarque la casi totalidad del conocimiento.

Nuestra época concede un cierto número de horas de descanso o de ocio. Por ejemplo, los trabajadores no están en sus actividades más de ocho horas diarias y se prevé que algún día esas horas disminuiránn considerablemente ante los efectos de la tecnificación. Pese a ello, el libro tiene serios contendientes (marginando a quienes nunca han tomado, ni tomarán uno en sus manos); la televisión, los espectáculos deportivos, el cine, el teatro, etcétera. Entre estos competidores y los períodos de trabajo, queda poco tiempo para leer. De ahí que sea durante los años universitarios cuando disponemos de varias horas diarias para dedicarlas a la lectura y con ella a la búsqueda de datos y conocimientos.

Todo lo anterior indica que es indispensable que las personas tengan capacidad selectiva que les permita discernir fácilmente sobre qué deben leer, de acuerdo a sus aficiones o necesidades de formación intelectual. Ante tal avalancha de libros provenientes de cientos de editoriales nacionales y extranjeras -en castellano, en inglés o en francés-, ante la abrumadora presencia de volúmenes mexicanos, argentinos, cubanos, peruanos, españoles, etcétera, no podemos menos que aterrarnos y, entonces, lo indicado, es elegir cuidadosamente para aprovechar al máximo el tiempo destinado a la lectura. Este criterio de selección que además sólo se adquiere con el frecuente manejo de libros, con la asistencia a bibliotecas o a librerías, buscando información entre personas capacitadas que bien podrán ser profesores o críticos especializados, sabiendo manejar las solapas, los datos de la cuarta de forros o bien analizando el índice, es indispensable para toda persona que utilice habitualmente libros. Entrar en una librería implica casi una exploración, ir buscando en los anaqueles y mesas las obras adecuadas a nuestros intereses culturales y educativos, solicitar la ayuda del vendedor (con frecuencia mal informado o apenas barnizado) y en todos los casos hay que escoger con inteligencia el material. No permitir que mezclados con obras valiosas vayan libros inútiles que ni siquiera son capaces de proporcionar un momento de entretenimiento.

En vista de la sobrepoblación libresca, tan aguda como la humana, habrá que atender a la especialización cuyo futuro parece seguro a causa del enorme cúmulo de conocimientos que el hombre ha generado y, desde luego, no olvidar que existen miles de libros sin sentido que sólo responden a intereses comerciales y que en ningún momento contribuyen a otra cosa que no sea gastar dinero o adquirir datos sin importancia.

El libro no es un tabú ni un objeto deificable, simplemente es un medio de información; pero mientras las imprentas sigan expulsando millares de volúmenes diariamente sin ningún criterio razonable, nosotros, simplemente, tendremos que afinar nuestros gustos literarios, buscar lo que en efecto alimente el espíritu, ser capaces de seleccionar la bibliografía adecuada para una investigación y poder rechazar todo aquello que carezca de una finalidad inteligente.

Para darnos una idea ligera de la magnitud del problema, que es mundial, consideremos en los Estados Unidos al National Technical Information Service (NITS), el cual en 1981 contenía ya más de medio millón de artículos técnicos relacionados con reportes de investigaciones y estudios auspiciados por el gobierno federal. En Inglaterra, el Information Service for Professionals in Electrotechnology, Computers and Control (INSPEC) manejado por el Institution of Electrical Engineers (IEE) tenía disponibles en el mismo año casi un millón de referencias técnicas profesionales que incluyen reportes, libros, patentes y tesis cubriendo las áreas de física, electricidad, electrónica, computadoras y control. Si se juntaran los libros y artículos técnicos que producen todas las naciones industrializadas en la actualidad (Japón, Alemania, Rusia, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, etc.) en un solo año, habría material suficiente para tener a una persona ocupada leyendo por ocho vidas consecutivas sin parar. Todos aquellos que están gastando tiempo y dinero en desarrollar un invento nuevo deben tomar en cuenta que la Oficina de Patentes en los Estados Unidos ha concedido ya un número de patentes que excede de los ocho millones. La búsqueda de un invento similar ya patentado con anterioridad, con el fin de evitar el inventarlo de nuevo, es ahora una actividad de tiempo completo que puede llevar varios días.

El avance tecnológico que hemos presenciado en los últimos años ha dado lugar a un problema típico de la vida moderna conocido como la obsolescencia, la cual ha causado el cierre de muchas fábricas y la pérdida de numerosos empleos. Una historia típica la tenemos en la industria electrónica. Los ingenieros que se especializaban en el diseño de aparatos con bulbos electrónicos se vieron desplazados por ingenieros especializados en el diseño de aparatos con transistores, los cuales a su vez se están viendo desplazados por ingenieros especializados en el diseño de circuitos integrados que son en sí el aparato completo en una unidad compacta (como lo es el caso de los teléfonos celulares hoy en día).

Esta situación ha provocado que el hombre que “lo sabe todo” haya dejado de existir hace mucho tiempo. Con el caudal de conocimientos que hay en nuestros días, es inevitable la especialización en algunas ramas del saber humano seleccionadas de antemano por cada quien según sus intereses e inclinaciones. La especialización es, y seguirá siendo por los años venideros, la mejor alternativa que tenemos, permitiéndonos destacar en unas cuantas áreas mientras que moderamos nuestros impulsos de conocerlo todo, una tarea que como ya hemos visto de antemano, es imposible de lograr.

Sin embargo, la especialización no es suficiente en nuestros días. La necesidad de mantener al día nuestra cultura general, aunque sea sólo en una mínima parte, juega un papel importante para ayudarnos a tomar decisiones que afectarán nuestras vidas y las de nuestros hijos. Por ejemplo, si queremos saber la respuesta correcta, en base a los últimos adelantos científicos, a preguntas como las siguientes:

¿Qué diferencia hay entre los métodos de enseñanza Freinet y Montessori? ¿Cuál le conviene más a mi hijo?

¿Qué papel juega el zinc en nuestra nutrición? ¿Cuál es la evidencia que indica que puede prevenir la caída del cabello?

¿En qué se basa el Doctor Linus Pauling (Premio Nóbel en Química) para afirmar que la vitamina C juega un papel importante en la prevención del cáncer? ¿Cuál es la dosis diaria mínima que me conviene tomar según los estudios más recientes?

no nos queda más remedio que buscar la manera de incrementar nuestra capacidad de lectura y aprendizaje para poder extraer la información que nos interesa conocer entre las toneladas de información disponibles hoy en día, si tal cosa está dentro de nuestras facultades. Esto último lo exploraremos detenidamente en los siguientes capítulos.




EJERCICIOS

1.- En promedio, ¿cuántos libros lee usted cada año?

Respuesta:

2.- ¿Cuántos libros y enciclopedias ha comprado que no ha tenido tiempo de leer?

Respuesta:

3.- Como estudiante, ¿acostumbraba terminar de leer el final de los libros de texto de sus asignaturas al finalizar el año escolar?

Respuesta:

2: Cómo aprendimos a leer

Antes de entrar en detalle, imaginaremos por un momento que acabamos de recibir lo que parece ser un mensaje alienígena enviado desde un objeto volador no identificado que flotando encima de la sede del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York grabó con un rayo láser de alta potencia el siguiente mensaje en una de las paredes del edificio, y mientras el OVNI va descendiendo muy lentamente hacia la superficie terrestre contemplamos pasmados lo que parece ser un conjunto de jeroglíficos indescifrables:




Calculando el tiempo que el OVNI tardará en “tocar tierra”,  se tiene tiempo suficiente para enviar un avión militar supersónico para tratar de derribar al objeto alienígena anticipando lo que pueda ser el preludio de un intento de invasión. Sin embargo, el hecho de que el OVNI se haya tomado el tiempo y la molestia de grabar el mensaje anterior sería indicativo de que se está tratando de comunicar algo sumamente importante. ¿Qué hacer?

En este punto, aparece un profesor con algo que tenía en sus manos desde hace ya algún tiempo y que no sabía cómo le había llegado a su computadora, hasta que al ver los símbolos del mensaje pudo reconocer en ellos los mismos símbolos que los que obraban en el archivo que le había llegado a sus manos. El archivo contiene lo que parece ser una prescripción para una conversión de símbolos a lo que viene siendo nuestro alfabeto:




Con el código de conversión de símbolos en nuestras manos, cualquiera puede proceder casi de inmediato a llevar a cabo la conversión del mensaje alienígena en algo que nuestros cerebros están capacitados para comprender. Y llevando a cabo la conversión, el mensaje resulta ser el siguiente:

VENGO
EN SON
DE PAZ

Este proceso de conversión de algo indescifrable a un texto entendible, que indudablemente podría ser tema de material de una novela de ciencia-ficción, no es muy diferente del proceso de conversión real que se lleva a cabo en nuestras mentes cuando nos ponemos a leer algo. Si tenemos a la mano el procedimiento de conversión de símbolos,o mejor aún, si lo hemos subido a nuestros cerebros y lo conocemos de memoria, podemos tomar algo como lo siguiente:




 y podemos leerlo con la mayor naturalidad del mundo, entendiendo perfectamente lo que se nos está diciendo a través de las hileras de símbolos. Pero ello sólo ocurrirá si le hemos proporcionado a nuestra mente el adiestramiento necesario para que pueda reconocer e identificar de inmediato lo que cada símbolo o lo que cada cierto grupo de símbolos significan.

Del mismo modo, al empezar a leer algo nuestra mente empieza a tomar los mismos símbolos alfabéticos que para un japonés o un chino tal vez serían desconocidos, y conforme se van agrupando las hileras de símbolos en nuestras mentes el mensaje de lo que estamos leyendo empieza a ser decodificado. En rigor de verdad, todo proceso de lectura es un proceso de decodificación.

El proceso de reconocimiento de los símbolos que se emplean en cualquier tipo de escritura es algo que no se dá de la noche a la mañana. Es algo que se lleva tiempo, y el acostumbrarnos a la identificación inmediata de tales símbolos nos puede tomar algunos años, y la identificación de las hileras de símbolos leyéndolos “de corrido” es algo que nos puede tomar otros tantos.

La educación básica que recibimos desde que empezamos el kinder hasta terminar la escuela primaria es la que indudablemente ha ejercido una influencia decisiva en lo que habremos de ser y hacer en la vida. Vale la pena repasar la manera en la cual nuestra formación se llevó a cabo, y cómo tal formación puede afectar nuestro desarrollo posterior y nuestra capacidad de aprendizaje.

De pequeños, cuando aún no se había desarrollado en nosotros la capacidad de razonar, aceptábamos toda la información que se nos daba, buena o mala. Careciendo de experiencia, alguna que nos permitiese distinguir entre lo que nos convenía y lo que no nos convenía, tomábamos tanto lo bueno como lo malo. Vivíamos en un mundo en el que pensábamos mágicamente, sin ninguna barrera que pudiese contener nuestros sueños. Al ir creciendo dando traspiés, nos fuímos dando cuenta de que había limitaciones impuestas por el mundo exterior y de que había ciertas “reglas” que no se podían transgredir sin consecuencias. Pronto descubrimos que aquellos de quienes dependía nuestra existencia nos imponían varias reglas que debíamos obedecer. El acatar las órdenes que nos daban podía traer alguna recompensa (ya fuese una caricia, un dulce o un juguete). La desobediencia a su vez podía traer algún castigo (ya fuese un regaño o un castigo de índole física). Eventualmente, esta manipulación en base a “recompensas” y “castigos” comenzó a moldearnos, ya que equivalía a una alternativa entre “placer” y “dolor”, lo cual en su forma más esencial tenía el significado “superviviencia - contrasuperviviencia”. Los actos que conducían a nuestra supervivencia eran placenteros, mientras que aquellos que actuaban en contra de nuestra superviviencia eran dolorosos, en mayor o menor grado. Aunque nosotros podíamos ejerecer cierta manipulación sobre el mundo externo y sobre los que nos rodeaban (por ejemplo, mediante el llanto), no tardamos en darnos cuenta (sobre todo, en nuestros momentos más amargos) de que nuestros recursos para manipular a los que nos rodeaban eran de alcance muy limitado. Nos vimos, pues, obligados a ceder, no sin antes haber tomado decisiones básicas (a nivel subconsciente, ya que en ésa época de la infancia carecíamos de la facultad para razonar plenamente) cuyos efectos se manifestarían en nosotros en formas insospechadas con el paso del tiempo.

Para poder garantizar nuestra superviviencia, tuvimos que asimilar las experiencias diarias que nos daba la vida y adoptar el papel (al igual que un actor) que nos producía los mejores resultados a la vez que trazábamos nuestro plan de vida (desde niños siempre fuímos muy buenos actores).

Atrapados con la obligación y la necesidad de adaptarnos al mundo exterior, no tardamos en descubrir que la imitación era el modo más fácil de aprender patrones de conducta que supuestamente garantizarían nuestra superviviencia. Imitar se convirtió en una de las actividades esenciales de nuestro diario vivir (puesto que en ése entonces no razonábamos plenamente como adultos, la imitación, que no requiere razonamiento alguno, era la única opción con que contábamos para llevar a cabo nuestro aprendizaje, aunque estuviese basado en un mecanismo de reflejos condicionados.

Entre los dos y tres años de edad, comenzamos a articular nuestras primeras palabras, buscando poco a poco la forma de comunicarnos con nuestros mayores con algo más eficiente que usando caras y gestos. Al poco tiempo, se iba desarrollando en nosotros la facultad de pensar lógicamente en lugar de mágicamente, el indicio claro de que dentro de nosotros estaba un “adulto” en gestación. Esto no implica que el “niño” que llevamos dentro se fuese apagando para dar paso al “adulto”. El “niño” nunca muere. Cada persona lleva a su “niño” por el resto de su vida (por ello, las personas mayores a veces actúan como “adultos” y otras veces actúan como “niños”. Son dos personas distintas en una sola persona. El Análisis Transaccional desarrollado por el Doctor Eric Berne nos enseña que tiempo después aparece una tercera persona dentro de nosotros, el “padre”, del cual provienen los valores éticos y morales que el adulto y el niño por sí solos no proporcionan.

Una vez en la escuela primaria, nuestra capacidad para hablar y comprender lo que se nos decía continuaba aumentando a pasos agigantados. Aunque posiblemente variaba la filosofía educativa de una escuela a otra (por ejemplo, quizá nuestra educación era conducida en base a los principios enunciados por el maestro Heinrich Pestalozzi), los fines perseguidos eran básicamente los mismos, sin importar los medios.

Para aprender a leer, la estructura utilizada en la enseñanza de la lectura era la misma de una escuela a otra. Estábamos en un salón de clases, y todos leíamos del mismo libro una letra, una palabra, o una frase, pronunciando en voz alta lo que estábamos aprendiendo a leer, imitándonos los unos a los otros. Los ejercicios de lectura se repetían a diario utilizando distintos materiales de lectura hasta que el “grupo” podía leer sin dificultad el material presentado. A continuación, cada uno de nosotros era llamado a leer desde su asiento en voz alta alguna frase o párrafo. El proceso se repetía por muchos meses hasta que cada quien por su propia cuenta lograba leer con claridad y en voz alta el material que le era presentado. La mayoría de nosotros sigue leyendo de ésta manera en su lectura silenciosa, aunque sin mover los labios. Es así como nuestra lectura (medida de acuerdo con la cantidad de palabras que podemos leer por cada minuto transcurrido de tiempo) es semejante a nuestra facultad de hablar. Por ejemplo, si al hablar pronunciamos unas cien palabras por minuto, entonces al leer podremos cubrir también unas cien palabras por minuto.

Una vez pasada ésta etapa, se nos declaró que éramos competentes para leer y escribir. Toda la lectura posterior se llevaría a cabo por nuestra propia cuenta en el hogar o en nuestros ratos libres.

Con el paso del tiempo, fuímos familiarizándonos con triquiñuelas que en una forma u otra mejoraban nuestra comprensión y nuestra memoria. Por ejemplo, descubrimos que si en un libro subrayábamos algún pasaje pequeño o trazábamos un círculo alrededor de un dato que nos parecía importante, entonces podíamos recordar tal dato destacado con mayor facilidad (hoy en día ésto es conocido como el efecto von Restorff).

No habiendo ningún otro curso más avanzado que nos enseñara nuevas maneras de estudiar, de leer y de aprender, nos tuvimos que conformar con el nivel de aptitud para el aprendizaje que habíamos alcanzado en la escuela primaria; dándole prioridad a los cursos nuevos de matemáticas, geografía, biología historia, etc.

Tal es la situación actual para muchos en nuestros días.


EJERCICIOS


1.- En promedio, al leer el periódico o al leer una revista o una novela, ¿cuál cree usted que pueda ser su velocidad de lectura en palabras por minuto?

Respuesta:

2.- En su opinión, ¿mantiene constante la velocidad de su lectura en todos los materiales que lee día tras día? ¿Le parece normal esto?

Respuesta:

3: La comprensión y la memoria



A principios del siglo XX, el principal problema que afrontaban los expertos en el estudio de la mente humana era la carencia de un modelo que pudiera servir como base para poder interpretar en forma correcta o al menos aproximada los resultados de los estudios que se estaban llevando a cabo relacionados con el funcionamiento del cerebro y los procesos mentales inherentes al mismo. No habiendo fórmulas ni diagramas estructurales que les dijesen cómo trabaja la mente, cada quien proponía la teoría que mejor le acomodaba para poder explicar sus propias observaciones personales, sacando sus propias conclusiones y dando sus propias opiniones en cada caso que se les presentaba. Aunque estos métodos eran puramente subjetivos, personales, contrarios al espíritu universal e imparcial de la Ciencia, la carencia de una mejor alternativa impedía el abandono de los métodos tradicionales usados hasta ese entonces, a no ser que el estudio de la mente se abandonase por completo.

Esta situación se mantuvo en pie hasta que, con el advenimiento de las computadoras digitales modernas, nuestra forma de empezar comenzó a sufrir un cambio radical. Junto con el desarrollo y el perfeccionamiento de la computadora electrónica, se abrieron campos de estudio completamente nuevos, tales como el procesamiento automatizado de datos e información, el desarrollo de lenguajes de programación de alto nivel como BASIC y FORTRAN, la cibernética y la lógica simbólica. No tardamos en reconocer a la computadora como un primer gran paso en el desarrollo de máquinas con inteligencia artificial. Al poco tiempo, hicieron su aparición máquinas portátiles capaces de jugar un buen ajedrez y calculadoras de bolsillo capaces de poder traducir idiomas.

Siendo la computadora un instrumento científico cuyo funcionamiento está basado en conceptos matemáticos precisos e inalterables, era por demás natural que muchos psicólogos se preguntaran a sí mismos cuál era la posibilidad de usar a la computadora como modelo para el estudio objetivo de la mente. El primer paso consistió en ver la posibilidad de describir algunos fenómenos mentales tomando como modelo la arquitectura básica con la cual son diseñadas las computadoras hoy en día. La pregunta fundamental era (y sigue siendo): ¿podemos encontrar alguna similitud entre nosotros y las máquinas que exhiben cierto grado de inteligencia artificial? La respuesta fue que tal cosa no sólo era posible, sino que abría horizontes por completo inexplorados por la psicología tradicional. En muchos aspectos, podemos considerar a nuestra mente como el equivalente neurobiológico de una computadora electrónica de gran poder. Esto no quiere decir que dentro de cada uno de nosotros exista una computadora alambrada y diseñada sobre los mismos principios en los cuales se basa el diseño de las computadoras modernas, y de hecho una investigación más realista y más a fondo nos lleva a temas como la neurobiología y el diseño de las redes neurales no-lineares. Sin embargo, como una primera aproximación, podemos trabajar con la hipótesis de que el funcionamiento de nuestra mente es de algún modo similar en muchos respectos al funcionamiento de las computadoras, creadas como han sido a nuestra imagen y semejanza. La hipótesis será válida mientras pueda dar explicaciones o pueda producir resultados que concuerden con las experiencias de nuestra vida cotidiana.

En su forma más esencial, la computadora convencional está compuesta por los siguientes elementos claramente identificables:

1) Una unidad de entrada de datos, con la cual introducimos dentro de la computadora los datos que van a ser procesados. Puede ser algo que tenga el aspecto de una máquina de escribir, o una cinta magnética o un dispositivo de memoria USB con una serie de datos almacenados.

2) La unidad de procesamiento central (conocida también como el CPU, del Inglés Central Processing Unit). Esta es la unidad que se encarga del procesamiento de datos, llevando a cabo todos los cálculos matemáticos requeridos, tomando decisiones en el transcurso de la ejecución del programa de instrucciones que se le ha proporcionado para el procesamiento de los datos, y almacenando en la memoria la información que ya ha sido procesada.

3) Una unidad de salida de datos, con la cual la computadora nos hace saber las conclusiones a las que ha llegado. Podría ser una pantalla de televisión, un monitor plano conectado a la computadora, una impresora o la carátula de una calculadora programable de bolsillo.

El diagrama estructural de este tipo de máquina se muestra en la siguiente figura:




Esta configuración, que es la que prevalece hoy en día y se utiliza con mayor frecuencia, está basada en una arquitectura conocida como la arquitectura von Neumann, en honor a su creador.

Nótese la similitud que existe entre la máquina mostrada en la figura anterior y nuestra propia estructura mental. La unidad de entrada, en nuestro caso, muy bien podrían ser nuestros ojos (en el caso de un ciego, la unidad de entrada funcionaría mediante el sentido del tacto, utilizando el sistema Braille). La unidad de salida, en nuestro caso, bien puede ser nuestra mano o nuestra propia voz. Ciertamente, todos estamos de acuerdo en que tenemos una memoria; de lo contrario no podríamos recordar (de hecho, tenemos dos tipos de memoria, una memoria de corto plazo y una memoria de largo plazo). También es innegable que poseemos el equivalente a una unidad de procesamiento central, sin la cual no podríamos pensar y comprender (o sea, llevar a cabo por nuestra propia cuenta un procesamiento de datos). Obsérvese también que la rapidez con la cual opera la unidad de procesamiento central sería un factor clave en la posesión de un mayor o menor grado de inteligencia.

Se ha confirmado que nuestras funciones básicas de memoria y comprensión obedecen ciertas reglas generales cuyo conocimiento nos puede ser extremadamente útil para mejorar nuestros hábitos de estudio y de aprendizaje.

La primera regla general nos dice que toda la información que no procesamos y que va a parar directamente a nuestra memoria sin haber sido procesada, sin haber sido entendida, no estará disponible en forma inmediata cuando nosotros la busquemos mediante un esfuerzo consciente. Por ejemplo, cuando nosotros vemos una serie de pinturas en un museo sin poner atención a ninguna de ellas, varios días después (o inclusive varias horas después) no podremos recordar con exactitud qué fué lo que vimos por más que nos esforcemos en ello. Es interesante notar que, de acuerdo con varias escuelas de psicología, tal información en cierta medida no se ha perdido, ya que mucho de lo que hemos visto, oído y sentido desde la fecha de nuestro nacimiento hasta el presente ha quedado registrado con varios detalles. En efecto, cualquier hipnoanalista experimentado nos puede llevar mediante un trance hipnótico a varias épocas de nuestras vidas y hacernos recordar cosas que creíamos haber olvidado por completo. En la psicología que recurre a la hipnoterapia para hacer volver al paciente a épocas pasadas, tales retornos son conocidos como regresiones, y anteriormente se usaban con la finalidad de descubrir mediante terapias de abreacción sucesos desagradables ocurridos en el pasado y sepultados en el subconsciente pero capaces de provocar efectos psicosomáticos en el tiempo presente, con la esperanza de que el recuerdo consciente de tales sucesos desagradables pudiera producir una catarsis trayendo consigo la cura del paciente al permitirle al paciente entender y afrontar los sucesos que estaban siendo reprimidos en su subconsciente por los presuntos mecanismos de defensa del “yo” interior. El hecho de que se tenga que recurrir a un estado anímico cercano a los linderos de la inconsciencia para poder recuperar tales recuerdos nos confirma que la información estaba almacenada en su mayor parte en forma inconsciente dentro de nosotros, sin que hubiese sido procesada en forma activa por nosotros en el momento preciso en el que la estábamos adquiriendo. Un diagrama estructural de lo que ocurriría en una situación así puede ser configurado de la siguiente manera:




Como se puede observar, en éste caso la persona simplemente está viendo pero no está poniendo atención a los datos que está recibiendo del mundo externo, o sea, no está procesando en forma activa la información que está recibiendo del exterior, con lo cual su “unidad de procesamiento central” está desconectada, fuera de servicio. Es como si los ojos estuvieran desconectados del cerebro. Buena parte de tal información de todos modos es almacenada en la parte de la memoria que está encargada de archivar toda la información no procesada, no estando disponible cuando se le busque mediante un esfuerzo consciente. Para poder “recuperar” dicha información y tenerla disponible en el momento en que así lo queramos, tenemos que procesar, analizar y juzgar dicha información, mandándola a la parte de la memoria encargada de archivar toda la información que ya ha sido procesada. En la siguiente figura se muestra cómo se llevaría a cabo tal operación:





Puesto que la persona por sí sola es incapaz de extraer de su propia memoria cualquier información no-procesada, el procedimiento indicado en esta figura requiere forzosamente de la ayuda externa de una persona experimentada (un hipnoterapeuta hábil), lo cual no es aconsejable ni deseable ni práctico en nuestra vida cotidiana.

La segunda regla general es el opuesto de la primera, y nos indica que toda la información que procesamos en forma activa, poniendo atención, queda almacenada en una región de la memoria de la cual la podemos extraer sin mucha dificultad mediante un esfuerzo consciente. Podemos ver en la siguiente figura cómo se lleva a cabo tal proceso:




Es así cómo todas aquellas experiencias “inolvidables” y muchos de los recuerdos de nuestra infancia que conservamos vívidamente en nuestra memoria han sido almacenados en nuestra mente. Por la misma razón, toda aquella información que por su propia naturaleza no puede ser procesada ni puede ser objeto de un análisis crítico (por ejemplo, una lista de números telefónicos) es olvidada en cuestión de unos cuantos minutos.

En virtud de lo que hemos tratado hasta este punto, es por demás obvio que el aprendizaje es el fruto de una experiencia activa, no el de una actitud pasiva. La ignorancia de los principios fundamentales arriba mencionados ha sido la causa que ha llevado a muchos maestros a equivocar sus métodos de enseñanza causándoles en ocasiones un daño irreparable a sus alumnos. Todos aquellos cuyo empeño fundamental consistía en ejercitar la memoria haciendo a un lado la comprensión (un caso típico podría ser el aprenderse de memoria  y en orden numérico los Artículos de la Constitución en lugar de preocuparse por entender cuáles son los alcances, las garantías, las responsabilidades y las obligaciones que afectan al ciudadano según la Carta Magna) han perdido el tiempo de una manera lastimosa, dándose cuenta con el paso de los años de que podrían haber utilizado dicho tiempo en actividades más útiles y provechosas. Tanto el profesor de Matemáticas que obligó a sus alumnos a que se aprendieran cientos de fórmulas de memoria (el área de un círculo, la fórmula de Pitágoras, etc.) como el profesor de Historia que forzó la asimilación de cientos de fechas, lugares y nombres sin ponerle importancia a la conexión de eventos, pasaron por alto el precepto inviolable de que todo lo que no se comprende eventualmente se olvida con una rapidez mucho mayor que aquello que logramos comprender. Esto se ha comprobado mediante experimentos controlados en los cuales la curva del olvido (desarrollada por el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus) ha mostrado gráficamente el porcentaje de retención de  información en función del tiempo transcurrido, tanto para la información memorizada sin comprensión como para la información que se ha analizado y comprendido, habiéndose obtenido curvas diferentes para ambos casos.

Los sistemas de enseñanza antiguos eran hasta cierto punto justificables si  tomamos en cuenta que eran el fruto de la ignorancia en un terreno que, aún en nuestros días, es extraordinariamente difícil de analizar en forma objetiva.

Pero ahora que comprendemos mejor cómo trabaja la mente, carecemos de excusas para no poner al día nuestros métodos de enseñanza y aprendizaje, desechando aquello que alguna vez sirvió o se creyó que servía en la época que le correspondía.


EJERCICIOS


1.- A continuación se muestra una lista de tareas escolares abarcando varias asignaturas. En cada caso, dígase si la tarea involucra una labor de comprensión o una labor de memoria.

a) Aprenderse los nombres de los representantes diplomáticos que firmaron el Tratado de Versalles en 1919.

b) Explicar cómo trabaja un motor de combustión interna de cuatro cilindros.

c) Aprenderse los factores de conversión para convertir unidades del sistema Métrico Decimal al sistema Inglés.

d) Aprender a utilizar la fórmula de Herón para poder determinar el área de un terreno triangular cuyos tres lados nos son conocidos.

e) Aprenderse los motivos que llevaron a Cristóbal Colón al descubrimiento de América.

f) Explicar el fenómeno de la radioactividad.

g) Aprenderse los títulos de las principales obras de Washington Irving.

h) Aprenderse la Tabla Periódica de los Elementos.

i) Aprenderse la teoría del funcionamiento de un televisor casero.

j) Aprenderse el lugar y la fecha en que Hernán Cortés desembarcó en América.

k) Describir cómo se lleva a cabo el metabolismo de los alimentos en nuestro cuerpo.

l) Aprenderse todos los verbos irregulares del idioma Español.

m) Describir el efecto que tuvo la Doctrina Monroe sobre el Imperio que Maximiliano de Habsburgo quería implantar en México.

n) Aprender a sacar la raíz cuadrada de un número.

o) Escribir una poesía haciendo alusión a los niños héroes.

p) Resolver un problema de ingeniería.

2.- Casi todas las computadoras recientes han incorporado dentro de sus mecanismos no sólo la capacidad de detectar errores en la información que les está entrando sino también de corregirlos de una manera automática utilizando varias técnicas diseñadas para tal efecto (el chequeo de redundancia cíclica, la paridad, el Código Hamming, etc.) Una característica del lector ineficiente consiste en prestar demasiada atención a los errores tipográficos que encuentra en su lectura diaria. Al igual que las computadoras, nuestra mente puede hacer una corrección casi instantánea del error tipográfico y continuar con la lectura, siempre y cuando el error no sea tan grave que haga al mensaje ininteligible. Sin sacrificar la comprensión, trátese de leer lo siguiente con la mayor rapidez que sea posible (pero manteniendo la comodidad en la lectura) haciendo caso omiso de los errores tipográficos, esto es, sin detener la lectura en cada error tipográfico que se encuentre (no se preste demasiada atención a la velocidad con la cual se lee en estos momentos, ya trabajaremos en ello después).
“Conocemos la existensia de ___Dios, no porr intuición inmediata,ni por demostrazión a priori sino a posteriori, es desir, por las kriaturas, arguyendo delos efectos a la causa; partiendo de las cosas qe se mueven sin tener en sí mizmas un principio de mobimiento, asta llegar al necesario primer motor inmóvil, subiendo de los efectos cauzados y de las causas subordinadas, a la causa sin causa, o primera; deduciendo de los seres corruptibles, indyferentes para existir o no, la absoluta necesidad de un ser absolutamente neceesario; a vista de lasinnumerables criaturas limitada s _en el ser, vivir y entender, nos persuadimos de que nopueden ser ellas ni nada semejante sin lo primero y esencial, tenemos que yegar al ser esencial e infinito, viviente e inteligente en grado supremo; por fin, el _orden suvlime del Universo no puede concebirse racionalmente sin un supremo Ordenador que enderece todas las cosas a su fin.”
(Tomado de la Suma Teológica, de Santo Tomás de Aquino)